En un reciente estudio realizado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), se concluyó que los cuerpos de los argentinos presentan características notoriamente diferentes a los estándares de talles europeos que históricamente dominaron el mercado local. La investigación, que abarcó 16 provincias y más de 20 ciudades, muestra cómo las medidas de hombres y mujeres de Argentina no se ajustan a los patrones de las marcas de ropa, generando desconcierto y frustración en los consumidores. ¿Qué pasó con la Ley Nacional de Talles?
El Estudio Antropométrico Argentino (EAAr), llevado a cabo con tecnología avanzada de escáneres 3D, arrojó datos reveladores sobre las proporciones físicas promedio de la población.
En el caso de las mujeres argentinas, la altura media es de 1,61 metros, considerablemente inferior a los 1,70 metros utilizados por las marcas para sus patrones de talles. Además, las medidas promedio del busto, cintura y cadera (90-102 cm, 74-86 cm y 102-105 cm respectivamente) evidencian que el cuerpo femenino local tiene una forma más curvilínea en comparación con los patrones internacionales.
Por otro lado, los hombres argentinos presentan una altura promedio de 1,73 metros, con una cintura de 93 cm y una cadera de 103 cm. Estos resultados muestran una clara desconexión entre las medidas reales de los argentinos y los talles disponibles en el mercado, lo que dificulta la compra de ropa adecuada y genera incomodidad entre los consumidores.
A pesar de que la Ley Nacional de Talles (27.521) fue reglamentada hace más de tres años, la implementación de un Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (SUNITI) sigue siendo una promesa pendiente.
El INTI diseñó las pimeras tablas de talles reales
Aunque el INTI ya completó su relevamiento y diseñó las primeras tablas de talles, la industria aún no se adapta a esta normativa. Este estancamiento refleja la falta de acción tanto de las autoridades gubernamentales como de las marcas, que continúan utilizando talles basados en patrones europeos.
El desafío ahora es que el Sistema Único de Talles se convierta en una realidad que beneficie a los consumidores, proporcionándoles opciones de ropa más inclusivas y ajustadas a sus cuerpos reales.
Falta de decisión política
La implementación de la tabla de talles del INTI -que refleja las características físicas de la población argentina- es una oportunidad tanto para las marcas, que podrán satisfacer mejor la demanda local, como para los consumidores, que finalmente verían reflejadas sus medidas en las prendas disponibles.
La implementación de la ley de talles está frenada. Esto se debe a dos factores: por un lado a la falta de interés político por avanzar en la medida; y por el otro, al escaso compromiso de la industria que prefiere seguir haciendo ropa “estandarizada” en base a modelos europeos.
Sin una intención política, la ley podría seguir siendo una promesa incumplida que, más allá de la importancia simbólica, no logra materializarse en beneficios para la sociedad argentina.