La crianza permisiva se caracteriza por bajas exigencias y alta capacidad de respuesta. A diferencia de los padres negligentes que no prestan suficiente atención a sus hijos, los padres permisivos les prestan atención pero no intervienen cuando los chicos se portan mal.
“Generalmente, el padre muy permisivo se siente adolescente y entiende todo lo que su hijo le propone. Pero esto es contraproducente. Los adolescentes necesitan firmeza y los padres, no tomárselo todo como algo personal”, sostiene Lola Álvarez-Romano, pedagoga y psicoterapeuta psicoanalítica de Niños, Adolescentes y Adultos de España.
Debido a que hay pocas reglas, expectativas y exigencias, los chicos criados por padres permisivos suelen tener dificultades con la autorregulación y el autocontrol.
Características de los padres permisivos:
- Suelen ser muy cariñosos con sus hijos.
- Preguntan a sus hijos la opinión sobre decisiones importantes.
- Enfatizan la libertad de sus hijos en lugar de la responsabilidad.
- Tienen pocas reglas o estándares de comportamiento y las reglas que tienen son inconsistentes.
- Pueden utilizar sobornos como juguetes, regalos y comida como medio para lograr que un chico se comporte bien.
- La mayoría parece más un amigo que un padre.
- Proporcionan poco en cuanto a un cronograma o estructura.
- Rara vez se aplican algún tipo de consecuencias.
En lo que respecta a las tareas domésticas, los deberes o el tiempo frente a la pantalla, los padres permisivos tienden a adoptar un enfoque laxo. “Un niño puede evitar constantemente las tareas domésticas o los deberes sin enfrentar las consecuencias”, explica Kimberly King, experta en crianza, fundadora de Tough Topics Mom de EE.UU., “o los padres pueden permitir un tiempo excesivo frente a la pantalla sin establecer límites”, lo que, según ella, puede afectar negativamente en última instancia el rendimiento académico y las habilidades sociales del niño.
Lamentablemente, este estilo de crianza significa que los chicos crecen sin estructura y, por lo tanto, “tienen dificultades para asumir responsabilidades, les va peor en la escuela y tienden a tener problemas de autoestima”, coinciden los expertos.
Cómo cambiar las actitudes permisivas
Cambiar los hábitos consiste en corregir el rumbo, por lo que se implementan más estructuras y expectativas claras para los chicos. Básicamente, se crean límites dentro de la unidad familiar.
“Los límites seguros establecidos por los padres, no negociados por el niño, reducen la ansiedad. Las reglas y rutinas como las horas de comer, de dormir, de hacer los deberes y de pasar tiempo frente a una pantalla, que son establecidas y supervisadas por los padres, crean previsibilidad en la vida del niño. La previsibilidad reduce la incertidumbre y, por lo tanto, la ansiedad”, señala la autora y terapeuta Krissy Pozatek, experta en padres con niños con problemas emocionales o de salud mental.
“Los padres no deberían valorar la autoexpresión del niño por encima de su sensación de seguridad. Por ejemplo, cuando un chico intenta negociar una hora de dormir más tarde, esto se produce a costa de su sensación de seguridad, porque le permite sentir que tiene más poder que el adulto”, plantea.