El lirio común o lirio azul (Iris germánica) es una planta herbácea que llega dispuesta a darte muchas alegrías. Una de las cualidades es su facilidad para desarrollarse en el exterior, lo que implica que no te demandará complejos cuidados ni te dará quebraderos de cabeza. Bastará con que la plantes en tu jardín y le prestes un poco de atención para que ella te regale una floración de impresionante colorido y belleza.
El lirio, una planta procedente de Europa, puede alcanzar los 50 cm de altura. Pertenece a la familia de las Iridáceas, que incluye más de 200 especies botánicas, que pueden ser bulbosas o rizomatosas. El lirio común (Iris germánica) pertenece al segundo grupo y es la que te proponemos en esta nota. Sus hojas son basales, lineales, en forma de espada, lustrosas y de color verde medio. Las flores son el mayor aliciente para cultivar lirios en el jardín. Sus bellos colores, su forma original y su perfume agradable son un tesoro del que podrás disfrutar desde la primavera y hasta finales del verano. Aunque el color predominante de las flores de lirio común es el azul, hay un amplio repertorio de matices. Existen numerosas variedades, como Iris germánica florentina y cultivares en una gama de colores prácticamente completa. Abarca desde el blanco puro hasta un morado casi negro, del amarillo limón a un rosa fuerte pasando por el naranja o rojo y del violeta más pálido a un azul intenso pavo real o púrpura. En ocasiones pueden aparecer detalles verdes o marrones.
Las flores pueden ser uniformes, bicolores, o presentar atigrados, salpicados, degradados de colores y rebordes de distinto color. Los estambres de I. germánica siempre tienen forma de cepillo (Lo clasifican dentro del grupo de Iris denominados barbados). Estos cepillos pilosos pueden ser de cualquier color (azules, rojos, naranjas, blancos o amarillos) y a menudo contrastan agradablemente con el resto de la flor.
Plantación: claves para tener éxito
Para sembrar los rizomas de los lirios debes escoger el mejor momento, a finales del verano. Comienza por elegir un lugar apropiado donde tengan un suelo suelto y rico en materia orgánica, antes de plantar riega para que el suelo esté húmedo. Iris germánica no forma bulbo sino que crece a través de un rizoma que se ramifica horizontalmente. Después haz un pequeño montículo de tierra y planta el rizoma a ras de suelo. Más que una raíz, el rizoma es un tallo del que después saldrán las raíces, por lo que no debe estar muy profundo. Termina regando abundantemente. Un consejo es tenerlos apartados de otras plantas para lograr buenos ejemplares.
La pauta de riego
Es un capítulo importante en el cuidado del lirio. Las primeras tres semanas desde la plantación los riegos deben ser cortos y frecuentes, para no encharcar el terreno. Después puedes establecer una pauta de riego moderado, de unos 3 o 4 aportes por semana. Ten en cuenta que el suelo debe estar húmedo, pero no en exceso, para evitar que las raíces se pudran.
La temperatura ideal
Los lirios están de maravilla cuando no hace ni mucho frío ni mucho calor. La temperatura ideal para ellos oscila entre 12 y 18ºC, y no debe superar los 25 ºC. En cualquier caso, lo que verdaderamente les perjudica son los cambios bruscos de temperatura, que provocan que los tallos de las plantas sean más cortos y las flores aparezcan más tarde. En invierno los lirios son muy sensibles a las heladas, por lo que es aconsejable acolchar el terreno con corteza de pino, paja o cualquier otro material adecuado.
Su propagación
No tendrás problemas para multiplicar el lirio. Lo conseguirás de forma sencilla dividiendo el rizoma a finales de verano, una tarea que debes hacer cada tres o cuatro años, ya que ayuda a renovar la planta. El proceso es sencillo:
– Saca el rizoma del terreno y retira la tierra.
– Separa con un cuchillo limpio los rizomas nuevos, cortándolos en el punto en el que nacen.
– Plántalos a ras de suelo y riega de manera abundante.
Un aporte de energía
Como siempre es preferible elegir la alternativa natural, puedes fertilizar tus lirios con una buena dosis de materia orgánica (compost, por ejemplo) en otoño. Sin embargo, puede que las plantas necesiten energía extra durante la época de floración. En ese caso les irá bien que les proporciones un abono mineral granulado de liberación lenta, ejemplo: triple 15. Este tipo de productos van nutriendo poco a poco a la planta, por lo que son seguros y eficaces.
Plagas y enfermedades que acechan al lirio
No es que sea una planta demasiado delicada, pero sí puede verse afectada por diferentes plagas y enfermedades que amenazarán su desarrollo.
- En el caso de las plagas, algunas pueden ser habituales como el pulgón, que provoca deformaciones en los tallos. Además, puede transmitir a la planta numerosos virus que la deterioren. Los trips son otra plaga que afecta habitualmente al lirio común. Lo detectarás porque aparecen manchas pardas en las hojas y la planta se debilita. Para combatir las plagas deberás utilizar un insecticida adecuado.
- En cuanto a las enfermedades, la mayoría están provocadas por hongos. La más común es la heterosporosis, que se manifiesta con la aparición de unos puntos redondos y ovalados en las hojas. Es necesario eliminar las que estén afectadas.
El mejor emplazamiento en el jardín
No es complicado encontrar un buen sitio en el jardín para los lirios, ya que sus magníficas flores son perfectas para crear macizos de color, para bordear senderos o en rocallas. Sin embargo, hay ciertas condiciones que debes tener en cuenta. Búscale un lugar con buena exposición solar, a pleno sol o ligeramente en semisombra. También debes asegurarte de que el terreno presente un buen drenaje. El lirio no tolera los encharcamientos. Un sustrato con suficiente materia orgánica, turba y arena puede ser perfecto para este planta. Un consejo es tenerlos apartados de otras plantas para lograr buenos ejemplares.