Quizá el atractivo color rosado -en una amplia gama de colores que van desde el más claro y romántico hasta los tonos corales-, sea uno de los primeros signos que convierte al vino "Rosé, en un ser muy atractivo. Claro está que con eso no alcanza ya que si bien todo proceso de seducción comienza por la vista, será el olfato y     luego el gusto  los que terminan decidiendo.

 

 

 

Está confirmado que desde hace algunos años su consumo en ascenso es una tendencia mundial, y aunque más lentamente se dice que año a año aumenta un 10 por ciento en la Argentina. San Juan no está ajena a esta moda y en las vinotecas locales notan la demanda en sus dos versiones: Dulce y seco.


Ya lo había advertido la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), en 2014 cuando señaló que el consumo de vino rosado se había elevado en un 20 por ciento desde 2002 a esa parte. Aunque hay países como Suecia, Reino Unido y Hong Kong que llevan la delantera porque allí hubo un "estallido" en la demanda de este producto.


Luego la reconocida consultora internacional IWSR (International Wine & Spirit Research), reafirmó que el consumo del rosado entre 2012 y 2017 creció un 7,7 por ciento, mientras los blancos y tintos tan sólo consiguieron un incremento de un 4,7 por ciento a nivel internacional.


Lo cierto es que en este proceso de posicionamiento hay alrededor de 10 marcas locales que exhiben y venden el codiciado rosado, tanto en vinos tranquilos como espumosos, en secos o dulces. Natalia de la Casa del Vino sostiene que "nuestros clientes piden más los rosé secos por lo que deben llevar marcas mendocinas ya que los que tenemos de San Juan son casi todos dulces".


Como contrapartida, Ramiro de la Vinoteca Ugarte, cuenta con clientes que se inclinan por los más dulces.


El posicionamiento de estos vinos también se ve en las góndolas.

 

Es que año a año las etiquetas llegan con más diseño y estilo delicado porque jamás se debe olvidar que todo entra por los ojos, y esta no es la excepción.


La inclinación hacia los rosados, sin dudas, está también vinculada a que los consumidores- al menos una parte importante de ellos -, buscan vinos frescos, fáciles de tomar, y a la vez sutiles y delicados. Quizá ahí también radique el secreto de encontrar nuevos consumidores que ahora están haciendo pesar la balanza en otros sectores de bebidas alcohólicas.

 

 

La gama de colores de los vinos rosé o rosados puede variar enormemente de acuerdo con el tiempo que estuvo en contacto el mosto con los hollejos de la uva. A mayor tiempo, más color.


 

¿Qué es un vino Rosé? Nada más y nada menos que el resultado de la elaboración de uvas tintas cuyo jugo está en contacto con la piel de la uva durante horas, un día o tantos como el enólogo decida para lograr un rosado más suave o más oscuro. Es que el contacto del mosto con sus hollejos se realiza para extraer la materia colorante (antocianos), componentes de la mayor parte del extracto y del potencial aromático y gustativo de la uva.


Esa maceración deberá ser relativamente corta por eso el jugo se separa de la piel antes de que pase a ser un vino tinto.


Por supuesto que las cepas utilizadas también hacen un gran aporte al cambio. No es casual que muchos busquen los Rosé de Malbec, Pinot Noir, Merlot, Syrah o Cabernet Franc.


En todos los casos se encuentran vinos expresivos, de paladares sabrosos, ideales para acompañar carnes blancas, pescados, sushi y pizzas, aunque en cuestión de maridaje solo se trata de probar.


Como todos los vinos se debe beber a una temperatura adecuada -varía entre los 8 y 9 grados-, para percibir lo mejor de cada exponente. Del mismo modo también la elección de secos o dulces es acorde a la ocasión, más allá de los gustos personales.


Si se trata de beber una copa a la media tarde, al mejor estilo francés, por qué no pensar en un dulce natural, mientras que los secos irán perfectos con algunas comidas.


La tendencia también comprende a los Rosé espumosos muy codiciados por los amantes de las burbujas, cualquiera sea la estación del año porque quien sabe disfrutar un vino de estas características no espera la llegada del verano.