Hace unos años, Gabriela Cavallone fue a comprar un juguete para su hijo varón y se encontró con que en las jugueterías “sólo había superhéroes” para los hombres. No existían otro tipo de muñecos para ellos. “Me impactó mucho”, confiesa.

 

Ella no se quedó esperando a que crearan un juguete para su hijo, sino que decidió crear Vasalisa, oportunidad en la que reunió distintas anécdotas de amigos y de sus hijos con el fin de hacer personajes que “estén vinculados a la vida real”. Es decir, sin súper poderes.

 

Sin darse cuenta, Gabriela comenzaba a meterse de lleno en un mundo que la llevaría, años más tarde, a dejar de lado hasta su propia profesión en Córdoba para dedicarse por completo a la creación de nuevos muñecos para que los chicos jueguen, ya que, desde su punto de vista, “el gran problema es tener una sola perspectiva de cómo se juega y con qué se juega”.

 

De alguna manera, la Real Academia Española acompaña su teoría cuando define que jugar es “hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades”. Este significado no detalla en ningún momento a qué se debería jugar, ni cómo, ni cuánto tiempo, ni por qué. Mucho menos aclara el sexo ni tampoco la edad que tendrían que tener los chicos para poder jugar con algo.

 

Felisa Widder, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y ex coordinadora del departamento de niños, sostiene que el juego es estructurante y ayuda al buen funcionamiento del psiquismo, y subraya: “Cuanto más diversificado, mejor. Que el chico elija un determinado juego no necesariamente implica una tendencia sexual”.

 

Aunque aclara que todos los excesos son inconvenientes, destaca que “hay que darle lugar a la espontaneidad del chico” y que eso no genere un prejuicio ya que “le aporta libertad y flexibilidad de pensamiento a la sociedad”.

 

 

Marisa Saltón es madre de Fidel, de 3 años, y decidió comprarle una cocina y un bebe para que juegue. Ella considera que “para combatir el sistema patriarcal es necesario hacer un trabajo consciente y minucioso a partir de la crianza” y dice que su hijo juega “con juguetes: ni ‘de nena’, ni ‘de nene’, con juguetes. Así va desarrollando su interés”.

 

Gabriela Bondone es mamá de Alejo, de 2 años, y tiene una visión similar: para el último Día del Niño también optaron por regalarle una cocina porque son de la idea de que “cocinar, cocina cualquiera”. Ambos piensan que “es un buen momento para tratar de salvar esas diferencias de las cosas que están establecidas para nena o para nene”.

 

Pero esta idea no sólo sucedió con padres de varones. Catalina tiene 3 años y, aunque su placard esté lleno de disfraces de Minnie y de princesas, un día vio el traje de Superman de su primo y nadie pudo frenarla. Su papá, Juan Carlos Delettieres, confiesa que le “encantó verla vestida así”. Él entiende que hoy los juguetes vienen cada vez más unisex, pero que todavía existen la tabla de planchar para la nena y la caja de herramientas para el nene.

 

Sin embargo, desde la juguetería Giro Didáctico plantearon otra perspectiva para vender sus productos. No hay góndolas “para chicos o chicas”, sino que se diferencian por tener categorías o rubros. Por ejemplo, el sector de arte, donde pueden armar desde autos de cerámica hasta pulseras con mostacillas; el sector con instrumentos musicales, donde hay flautas rosas y xilofones celestes; así como también un rincón de “representación” para los juegos de roles, donde los chicos “imitan” a los padres.

 

 

Mónica Viñas es psicopedagoga y responsable del área de compras de la empresa y cuenta que, a la hora de elegir un juego, la premisa es que tenga un valor agregado: “Cuando elegimos qué vamos a comprar, más que nada y más que nunca somos abiertos. Tenemos autos para nenas y hace poco incluimos un carrito de supermercado celeste”.

 

La especialista agrega que hoy los roles de la sociedad cambiaron: “El papá va al supermercado y cuida al bebe y la mamá tiene su caja de herramientas y arregla el auto. Los chicos ven eso entonces cambian el juego. Imitar a papá también es hacer compras”.

 

Después de que Cavallone creara Vasalisa, una de sus amigas fue mamá con la llegada de Emilia, una nena con Síndrome de Down. En ese momento Gabriela entendió que tenía que hablar de diversidad con sus juguetes. “Trabajé un año para crear a Emilia viendo qué otras experiencias había en el mundo, si se habían hecho muñecos con esas características y me entero de que existe un movimiento mundial llamado ‘Toy like me’ (Un juguete como yo), en el cual un grupo de padres con hijos en situación de discapacidad le reclamaban a la industria que fabrique juguetes que representen a sus hijos”, cuenta.

 

Lego y Playmovil fueron uno de los primeros en escuchar este reclamo y sacaron un personaje en silla de ruedas. Tiempo después, otras marcas líderes se unieron. A partir de esta campaña, el mercado comenzó de a poco a introducir juegos que tenían que ver con la realidad de muchas personas.

 

Gabriela estaba pensando también en crear un muñeco en silla de ruedas pero con la diferencia de que iba a estar inspirado en una persona real. Ella sostiene que en el “aquí y ahora” esta idea es interesante para que “los niños pregunten a sus padres, que surja una conversación y que los padres tengan que contestar viendo en dónde están parados” frente a la pregunta de sus hijos.

 

Según ella, los prejuicios “se ahuyentan con información y con reflexión” y eso es lo que quiere transmitir con Vasalisa, que después de crear estos nuevos personajes, sumó a su nombre “juguetes por la diversidad”. “No hay que maquillar, hay que encontrarle la cualidad a lo que es”, dice. Sus próximos proyectos son muñecos con audífonos y distintos tipos de familias, para que cada uno pueda armar la suya.

 

En línea con la inclusión, desde Giro Didáctico decidieron incorporar a un proveedor que lanzó un bebe con Síndrome de Down ya que “es parte de la vida y jugar se trata de aprender y de expresarse”, argumenta Viñas. Este muñeco fue aprobado por la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (Asdra) y es parte del stock comercial hace un tiempo.

 

 

Widder, la psicoanalista de APA, manifiesta que está de acuerdo con estos movimientos universales y entiende que son positivos porque, por ejemplo, “el chico con anteojos está discriminado y exponerlos como juguetes aportan una realidad que permite incluso dar más vuelo a la fantasía del chico, ya que le contribuye más elementos para fantasear. Si todas las muñecas son rubias, esbeltas y de ojos celestes, evidentemente se les muestra un modelo idealizado donde el que es morocho y gordito cae del sistema”.

 

Estas nuevas formas de jugar, que se alejan cada vez más de los modelos tradicionales, le acercan al niño una realidad que existe. Mientras ellos se entretienen y recrean situaciones a través de su imaginación, descubren un mundo diverso, donde la enseñanza es del hijo hacia el padre, tratando de alguna manera de que deje sus prejuicios de lado y entienda el significado real de la palabra ‘diversidad’: variedad, desemejanza, diferencia.

 

FUENTE: LA NACIÓN