Con marzo pisándonos los talones, el mes que indefectiblemente nos introduce en el frenesí de la rutina, plagada de obligaciones y actividades -inicio de ciclo lectivo incluido-, el verano y las vacaciones van quedando atrás. Por eso, puede ser un buen momento para hacer una balance y comenzar -desde ahora- a trabajar en cómo lograr para el año próximo unas vacaciones relajadas. Es que, aunque socialmente el periodo de descanso está planteado como un tiempo en el que uno puede olvidarse de los problemas, esto no sería del todo así.
Una encuesta realizada por Poliarquía/Prosanity indagó sobre cómo se vinculan los argentinos con el periodo de descanso. Y reveló que 3 de cada 10 viajeros argentinos no logran desconectarse en las vacaciones (27%). Además, un 34% afirmó que en ese período sólo logra una desconexión relativa. Y otro 34% aseguró que sí logra una desconexión absoluta.
Para el trabajo se consultó a 1.407 mayores de 18 años de centros urbanos de más de mil habitantes de distintos puntos del país.
“Este es un fenómeno que se ve cada vez más. Hoy hay mínimos espacios de ocio, que una gran cantidad de gente no se permite”, afirma la licenciada Hebe Perrone, directora de la carrera de Psicología de la Fundación Barceló.
“Esto tiene que ver con varias cosas –continúa-. Por un lado, una cierta adicción al trabajo, que es cada vez más competitivo, y también con una problemática de falta de trabajo. En la medida en que la gente está temerosa de perder su trabajo, le cuesta más desconectarse y uno ve que dejan dicho que los llamen si pasa algo. Antes la gente se iba y se desconectaba”.
Otra tendencia que puede incidir en lograr o no la desconexión, dice Perrone, es que cada vez se segmentan más las vacaciones y se toman varios descansos de pocos días. “Sabemos que la primera semana es de adaptación. Hay que llegar al lugar y conectarse. Eso lleva unos días. Si se cortan las vacaciones en tres o cuatro partes, cuando recién te estás adaptando ya tenés que volver”, añade la especialista.
Contra lo que podría creerse, para muchos las vacaciones en sí son causa de estrés. “Un 37% que dijo que tomarse vacaciones le representa una causa de estrés familiar y personal. El armado, la planificación y los días de convivencia representan un estrés adicional para muchas personas”, afirma el doctor Daniel Lew, quien llevó adelante la encuesta de Poliarquía.
Ante los resultados de este trabajo, el doctor José Bonet, que dirige el consultorio de diagnóstico, tratamiento y prevención del estrés mental de la Fundación Favaloro, se pregunta “qué significa desconectarse” y reflexiona: “Se entiende que es desconectarse de las preocupaciones laborales, pero también puede ser que no logren desconectarse de otras preocupaciones de la vida”.
Para el especialista, muchas veces “uno no logra desconectarse porque le cuesta conectarse con otras cosas, como el disfrute, o tiene dificultad para conectarse con uno mismo, con los vínculos más cercanos. Esto a algunas personas se les hace muy difícil”, agrega.
Es que, el estrés y las vacaciones cada vez más operan como binomio. Otro trabajo, realizado por el portal de alojamiento Booking.com, profundizó sobre cuánto les cuesta a los viajeros entrar en modo vacaciones desde el primer día. Y concluyó que un 25% de los entrevistados afirmó que durante las primeras 24 horas no logran olvidarse de sus obligaciones.
Bonet enumera una serie de recomendaciones que pueden ayudar a prepararnos mejor para que las próximas vacaciones sean más relajadas. Por un lado, analizar nuestras creencias, encontrar en uno mismo cuáles son esos pensamientos automáticos que nos manejan la vida. “Son creencias que todos tenemos y que no nos damos cuenta, pero que direccionan la manera que vemos la vida y generan preocupaciones”, explica. “Es importante conocerse a uno mismo, para aprender a discriminar los pensamientos anticipados de realidades”.
Otro consejo es reaprender la respuesta corporal de relajación: “Así como tenemos respuesta corporal de estrés agudo, hay una respuesta de relajación, que consiste en respirar más tranquilos, relajar los músculos, bajar el ritmo cardíaco y que la mente pare. Esta experiencia de relajación la tenemos olvidada, porque no la usamos, entonces se nos olvida. Pero la podemos reaprender”, propone Bonet. Y agrega dos consejos: involucrarnos en actividades placenteras, ya que eso ayuda a desconectar, y abrir la cabeza a las sensaciones que vienen del cuerpo.
Como en cualquier otra actividad, para poder hacerla bien hay que practicarla. Entonces, para conseguir relajarse en las vacaciones es necesario “ejercitar” durante el año. Para ello, un buen objetivo puede ser proponerse desconectarse, al menos, los fines de semana. Todo un desafío.