Julián Bedel, creador del laboratorio de perfumes de nicho Fueguia 1833, sabe aprovechar ese arte: para empezar a hablar de su emprendimiento, se ubica a inicios del siglo XIX y revive a los botánicos que acompañaban las exploraciones territoriales en la Argentina. "Uno de los pocos aspectos positivos que tuvo la colonización fue descubrir la biodiversidad", dice, y asegura que, de algún modo, busca revivir aquel descubrimiento.

Esta marca de perfumes de lujo nacida en la Argentina y con clientes en todo el mundo produce lotes chicos, de unas 400 unidades para cada uno de los dos tamaños, y solo utiliza ingredientes naturales. El "catálogo" incluye más de 1250 extractos que se enfrascan en botellas sobrias con nombres que evocan a los paisajes naturales, la literatura y la fauna sudamericana. Una versión de 100 mililitros cuesta entre 300 y 400 dólares. Junto con su socio, Matías Galeano, Bedel apuesta al local físico y a una compra sin apuros y cuidada.
1 Estar en todo facilita tomar decisiones rápidas
Bedel asegura que este año se permitió delegar la dirección artística de Fueguia en otra persona pero que está en todos los pormenores de su creación.
2 Salir al mundo con las ciudades como aliadas
La compañía nació en Buenos Aires a mediados de 2010 y tres años después abría su primer local propio en Moscú. Hoy cuenta con boutiques en Milán, Tokio, Nueva York, Estocolmo, Zúrich y Taipei y planea, en el corto plazo, abrir más en Los Ángeles, Toronto, Vancouver, Hong Kong y Londres con una inversión de aproximadamente US$ 1,5 millones para cada una.

3 Los ricos tampoco quieren sentirse estafados
"Fueguia se trata 100% del producto", afirma Bedel antes de explicar por qué la marca es un vehículo que ayuda a la experiencia de compra: "Le da contexto al cliente y además es una garantía que valida lo que compraron, para que cuando él o ella viajan y en Tokio o Nueva York ven la boutique puedan decir: ‘Ese es mi perfume’", resume.
4 El entorno ayuda, pero no es todo
El creador de Fueguia 1833 se crio en un ambiente de académicos y artistas. Es hijo del arquitecto y artista Jacques Bedel y su primera socia -que hoy no está más vinculada a la marca- fue Amalia Amoedo, la nieta de Amalita Fortabat.
5 La compra es una experiencia de aprendizaje
En medio de dificultades en el retail global y locales que cierran, Fueguia apuesta por más espacios físicos para vender sus productos mientras desarrolla su unidad de comercio electrónico.
