A diferencia de lo que se cree, el acné se puede presentar en cualquier etapa de la vida, incluso cuando ya somos adultos.
En la mayoría de los casos el acné en los adultos se produce porque la grasa generada por las glándulas sebáceas obstruye los poros de la piel, facilitando el desarrollo de bacterias, que causan una infección y un proceso inflamatorio que forma los granos característicos del acné. Aunque otra de las causas puede ser una alteración hormonal, en los hombres por un exceso de producción de andrógenos, y en las mujeres en un desequilibrio durante la menstruación, el embarazo o la menopausia.
El estrés también puede ocasionar imperfecciones, ya que aumenta la secreción del cortisol, una hormona que actúa de forma parecida a los andrógenos.
Si bien esta afección es algo normal que no debería preocuparnos, el principal problema que podemos encontrar son las cicatrices que deja tras de sí. Según el doctor Guillermo Villalón, miembro de GEDET (grupo español de dermatología estética y terapéutica de la AEDV), "hay que acudir a un dermatólogo si tenemos antecedentes familiares de primer grado de acné que haya originado cicatrices, acné inflamatorio profundo o nodular o acné muy persistente en el tiempo, de años devolución". En estos casos, los dermatólogos sabrán cuáles son los mejores tratamientos para nosotros.
Por otro lado, si padecemos un acné que no cumple con las anteriores características, podemos optar por los tratamientos convencionales y construir una buena rutina facial con activos que nos ayuden a eliminar estas imperfecciones sin dañar nuestra piel. "Las personas que tienen acné, aunque la mayoría de ellos tengan una piel grasa, su barrera cutánea/epidérmica está alterada, por lo que es más vulnerable. Por eso tenemos que aplicar productos amigables y evitar irritaciones de la misma", explica el doctor José Luis López Estebaranz, dermatólogo y director de la Clínica DermoMedic.
A continuación, las claves que necesitamos con los pasos imprescindibles para tener una piel totalmente libre de imperfecciones y sin ni una sola marca.
1. Una buena limpieza facial
Si no seguimos un tratamiento adecuado ni una rutina diaria correcta puede agravarse el acné, sobre todo si cometemos el grave error de tocarnos los granitos (lo que acaba haciendo que nos queden marcas), por lo que una buena limpieza facial es esencial.
La higiene es fundamental, realizando limpiezas al menos dos veces al día, lo que facilita la disminución de la sobrecolonización bacteriana y además permite eliminar los restos córneos que obstruyen los folículos. Para ello, debemos elegir un buen limpiador que nos ayude a limpiar el poro y la grasa sin resecar.
2. Tratamiento con hidratación
La barrera cutánea en pieles con acné está alterada por lo que está más sensible, con tendencia fácil a irritarse si no ofrecemos cosméticos con gran tolerancia. Además, esta tiende a resecarse con mayor facilidad, en muchas ocasiones como consecuencia de los tratamientos pautados.
Por eso, debemos utilizar un producto hidratante con principios activos queratolíticos como el ácido salicílico y el ácido glicólico y activos seborreguladores e hidrantes. Además, utilizar emolientes como la glicerina, que es ampliamente utilizado en cosmética o antioxidantes es fundamental.
3. Utiliza protector solar a diario
Es fundamental utilizar un protector de Sol a diario, ya que las radiaciones ultravioleta son perjudiciales para el acné e incluso podrían agravarlo. Además, ciertos medicamentos para su tratamiento provocan que la piel esté más sensible y vulnerable por lo que es imprescindible protegerla. Podemos optar por fotoprotectores que tengan una textura ligera y efecto mate, que ayuden a controlar los brillos. Además, si optamos por un producto que además tenga color podremos sustituirlo por la base de maquillaje y conseguiremos un efecto mate en la piel.