El libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, de Stephen Covey que sigue siendo best seller a pesar de ser publicado por primera vez en 1989, detalla una serie de comportamientos saludables para conseguir mejorar algunos aspectos de la vida.
El autor falleció en el 2012, pero esta obra condensa su experiencia para convertirnos en personas efectivas, sin importar el punto donde te encuentres hoy. El libro trata de 7 hábitos a entrenar, sostenidos en el tiempo, para alcanzar los objetivos de alta productividad y eficiencia personal y profesional.
El primer hábito de la gente altamente efectiva: ser proactivo
A este primer paso el autor lo llama “victoria privada”, porque depende de cada uno el poder lograrlo. Para Covey existen dos posturas ante la vida, la gente reactiva y la gente proactiva. Las personas consideradas reactivas actúan en relación con una cuestión externa, están constantemente esperando y respondiendo a estímulos externos. Esta manera de actuar nunca encuentra satisfacción porque todo el tiempo está siendo empujada.
Por otro lado, existe la gente proactiva. En cuanto vos lo decidas, podés comenzar a ejercer la completa libertad que tenés sobre tu ser, actuar con una identidad propia para activar un motor interno que alimente todas tus decisiones.
Para ser una persona proactiva vas a tener que tomar la completa responsabilidad de tu vida y actuar desde una perspectiva donde vos tenés el control.
El segundo hábito: empezar con un fin en mente
Para poder desarrollar el proyecto de vida que uno tiene hay que tener bien en claro lo que uno quiere. Es necesario tener una imagen mental que represente lo que querés conseguir con tu vida. Entre más clara y significativa sea esa visión más fácil será caminar hacia ella. Para conocer qué camino tomar, hoy mismo tenés que tener una idea clara hacia dónde querés llegar.
Para comenzar a entender dónde estás actualmente, iniciá por crear una visión del futuro que te inspire. Actuá, pensá en tu vida como una obra de arte para saber qué técnica y colores utilizar. Ténes que estructurar una idea clara de cómo se verá al final el panorama completo.
El tercer hábito: establecer primero lo primero
Este es el punto cuando podés comenzar a desarrollar un plan de acción detallado y luego lo ejecutarás de la mejor manera que te sea posible. En este momento es tiempo de comenzar a administrar tú día a día.
El primer hábito, consiste en elegir tomar la responsabilidad; el segundo hábito se forma al crear una visión ideal de tu futuro, y este tercer hábito consiste en aterrizar esa visión a la realidad y comenzar a construirla.
Tus principios y valores tienen que ser prioridad en esta etapa de tu desarrollo, por esa razón es fundamental que empecés a estar consciente de la administración del tiempo disponible.
El cuarto hábito: pensar en ganar-ganar
Al desarrollar los hábitos para lograr una “victoria privada” (para vos mismo) entendiste lo que requerís para poder ganar de manera individual, ahora el siguiente paso es crear situaciones donde todas las personas que están involucradas contigo puedan ganar.
De cierta manera, estamos acostumbrados a paradigmas destructivos en donde alguien tiene que perder para que otro pueda ganar, esta es la vía fácil. Muchas relaciones están cargadas de manera muy despareja hacia un lado. Con este nuevo paradigma, en lugar de acercarte a una actividad con la intención de sacarle el mayor beneficio para vos, buscás una manera donde ambas partes puedan salir beneficiadas.
Al final eso te ayudará a construir relaciones muy poderosas donde la confianza es lo que los une.
El quinto hábito: procurar primero comprender y después ser comprendido
Aprender a escuchar es una de las habilidades más importantes que podes desarrollar. Será imposible crear una relación si no tenés esa capacidad. La clave para saber escuchar es evitar el deseo de interrumpir a la otra persona y en lugar de eso mantener una profunda curiosidad para intentar entenderlo.
El querer comprender a una persona va a requerir esfuerzo y consideración de tu parte y, por otro lado, hacerte entender requiere valentía y precisión para decir lo que realmente piensa.
La empatía, esa increíble habilidad que poseemos los seres humanos para intentar entender el punto de vista de alguien más cuando estás buscando resolver un problema, es de suma importancia.
La comunicación nos permite llegar a una solución a través de la capacidad de escuchar y compartir información. Uno de los peores hábitos que tenemos es querer ofrecer soluciones a problemas que no terminamos de escuchar, y esto puede afectar tu comunicación y poner en riesgo tu relación. Con esto en mente, es importante que primero recolectes la mayor cantidad de información para comprender a alguien y luego, cuando tengas una visión más clara, podés contribuir con una solución exitosa.
El sexto hábito: utilizar la sinergia
Aquí es cuando lográs coexistir con grupos de personas efectivas. Tus relaciones personales y profesionales están basadas en la confianza y la responsabilidad. Al lograr este punto, te rodeás de gente que busca soluciones creativas, de manera conjunta. Así, a través de la cooperación entre individuos podrás conseguir cosas mucho mayores.
En este punto, entendés que hay cosas que no sabés, y también entendés tus propias limitaciones; sin embargo, sos capaz de encontrar personas que ayuden a trascender esas limitaciones y abarcar un área de influencia más amplia. El concepto principal de este libro es que puedas celebrar que todos somos diferentes.
El séptimo y último hábito: afilar la sierra
Para terminar este ciclo que propone Stephen Covey, necesitás concentrarte. Esforzarte en seguir mejorando cada día, con eje en la perseverancia que te permitirá desarrollar constantemente todos los aspectos de tu vida. El autor describe esta parte como un proceso de autorrenovación equilibrada que se compone de cuatro partes complementarias y conectadas entre sí.
Son 4 dimensiones importantes que tenés que alimentar constantemente: la parte física, es decir todo lo relacionado a tu cuerpo, como la nutrición y el ejercicio; la parte mental, por ejemplo, leyendo, meditando y planeando objetivos; la parte social, el servicio que ofrecés a otros, la confianza y tu empatía; y la parte espiritual, que está relacionada a tus valores y a tu centro más profundo.
Cuando logrés dedicarles tiempo a estas cuatro partes, podrás vivir en un estado de constante crecimiento donde muy pronto observarás los beneficios a tu alrededor y entrarás en un estado de mayor plenitud y satisfacción.