¿Qué pasa en las horas de arte?, se preguntan algunos docentes. En arte no hay mucho para aprender, se trata más bien de “disposición natural”, de algo que viene, que es propio de cada uno, una capacidad que se tiene o no se tiene. Este a priori inscribe en la escuela un modo de hacer y mirar a los alumnos. ¿Qué se “trae”? ¿Qué se aprende?

 

En la formación y la capacitación docente habría que incluir la idea de que en las horas de arte hay aprendizajes a realizar, capacidades creativas para conocer, diferenciar y entrenar. No hay naturaleza, no hay innato en relación con la capacidad creativa de un sujeto. Lo producido en artes por chicos, por adolescentes para muchos observadores es raro, es lindo, o tierno pero, en pocos casos, se dimensiona la complejidad del proceso y de lo acontecido en alguien que es convocado a realizar una producción artística.

 

Las movilizaciones, incomodidades que desencadena el proceso de la creación artística, son comprendidas en el mundo de los adultos de la escuela recién cuando ellos mismos son invitados a realizar una producción artística, plástica, musical o una representación teatral y encuentran que, junto con el placer de producir, de expresar, aparecen obstáculos, blancos, dificultades para pasar al papel, al cuerpo, a la voz aquello que se despliega en la imaginación. Las artes dentro de la escuela deberían tender a ofrecer oportunidades de poner en juego la capacidad creativa propia de cada sujeto en la resolución de desafíos que planteen las diferentes experiencias y diseños didácticos.

 

 

 

El diseño curricular debe plantear tres ejes para pensar el abordaje de los contenidos artísticos en la escuela:

 

Producción como el hacer propio de cada disciplina dentro de un marco espacio temporal (encuadre) propicio para poder desarrollar esa práctica. Los procedimientos, las técnicas, los materiales a explorar y conocer.

 

-La apreciación como el momento de tomar contacto perceptual, sensible con el hacer propio y de los otros y realizar a la vez una elaboración inteligente de lo percibido que reúna el disfrute por ese contacto con la producción artística y el desarrollo de una postura crítica mas allá del gusto personal por determinadas formas estéticas.

 

 

-La contextualización como una ampliación del universo personal tanto en el espacio como en el tiempo. Es muy importante para el niño y para el joven que se forman en disciplinas artísticas reconocer que, más allá de la producción propia y de su grupo más cercano otros producen, se han realizado producciones artísticas en lugares y tiempos diferentes al de la escuela. A la vez, es importante relacionar lo producido en artes con el contexto histórico, social y político que atraviesa la producción del artista. El contexto se entrama con el texto de la obra.

 

 

La contextualización como una ampliación del universo personal tanto en el espacio como en el tiempo. Es muy importante para el niño y para el joven que se forman en disciplinas artísticas reconocer que, más allá de la producción propia y de su grupo más cercano otros producen, se han realizado producciones artísticas en lugares y tiempos diferentes al de la escuela. A la vez, es importante relacionar lo producido en artes con el contexto histórico, social y político que atraviesa la producción del artista. El contexto se entrama con el texto de la obra.
Más alla de la producción gráfica, llevada a cabo por el alumno, es fundamental que el docente le brinde un espacio propicio para la realización de producciones, que se de un espacio de confort, donde el sujeto pueda utilizar el arte como un medio de expresión y sea un generador de bienestar. 

 

Colaboración: Lic. López Paola Natalia /  Psicopedagoga 3774632676