En tiempos donde la inteligencia artificial (IA) se volvió moneda corriente en la creación de contenido, cada vez es más difícil saber si lo que estamos leyendo fue escrito por una persona con conocimiento y experiencia real o si simplemente fue generado por una herramienta automática. La homogeneización de los textos —ese “tono robotizado” que muchas veces se repite— ya no es exclusiva de ciertos portales poco confiables. Hoy incluso medios grandes se apoyan en IA generativa para producir volúmenes masivos de artículos.
Pero así como la IA transformó la forma de crear contenido, también puede ayudarnos a leer mejor, a informarnos de forma más crítica y a separar la paja del trigo cuando navegamos por internet.
¿Por qué es importante distinguir contenido original?
Porque no todo lo que aparece en pantalla tiene el mismo valor. Muchos textos que circulan están redactados de forma repetitiva, sin profundidad ni análisis real, y aunque pueden estar bien escritos desde lo técnico, carecen de sustancia, perspectiva o aporte humano. Esto puede generar una falsa sensación de estar informado, cuando en realidad se está leyendo un texto hecho para llenar espacio o ganar clicks.
Además, los buscadores como Google ya empezaron a penalizar este tipo de contenido, dándole prioridad a aquellos artículos que combinan buena redacción con información genuina y valor editorial.
Herramientas que nos ayudan a detectar contenido generado por IA
Afortunadamente, existen recursos que pueden facilitar esta tarea, sobre todo para quienes todavía no tienen el “ojo entrenado” para detectar patrones repetitivos o expresiones artificiales.
Una de las más populares es el AI detector (detector de IA, en inglés) una herramienta que permite analizar un texto y estimar si fue generado por inteligencia artificial. Es útil tanto para quienes consumen contenido como para editores, periodistas o docentes que necesitan verificar la originalidad de un escrito.
Estas plataformas trabajan con algoritmos que detectan estructuras predecibles, repeticiones, falta de variación léxica o fórmulas comunes de la IA. Si bien no son infalibles, ofrecen una buena guía para saber en qué fuentes confiar y cuándo encender la alarma.
También hay herramientas para mejorar lo que produce la IA
No todo es control o fiscalización. Muchas veces la IA puede servir como punto de partida para redactar un texto, pero necesita ser pulida y humanizada. Para eso existen herramientas como el paraphrasing tool (significa “herramienta de parafraseo”) que permiten reescribir frases de manera alternativa, usando sinónimos, cambiando el orden o variando el estilo sin perder el sentido original.
Esto es útil para creadores de contenido, estudiantes, profesionales del marketing o simplemente cualquier persona que quiera mejorar la legibilidad y naturalidad de un texto generado automáticamente. Así se evita caer en textos planos o repetitivos y se logra una escritura más rica, cercana y auténtica.
¿Y qué podés hacer como lector?
Además de usar estas herramientas, hay algunos hábitos simples que te pueden ayudar a informarte mejor en la era de la IA:
- Diversificá tus fuentes: no te quedes solo con un portal o red social. Consultá medios distintos, de diferentes líneas editoriales y estilos.
- Leé con mirada crítica: si un texto parece demasiado genérico o no responde con claridad a lo que plantea en el título, probablemente no fue escrito con mucha profundidad.
Prestá atención al estilo: los textos escritos por humanos suelen tener opiniones, matices, referencias personales o giros propios del idioma que rara vez aparecen en un contenido 100% generado por IA.
Un lector atento con las herramientas adecuadas
La inteligencia artificial llegó para quedarse, y está cambiando la forma en que consumimos y producimos información. Pero lejos de resignarse, el lector atento y equipado con buenas herramientas puede salir fortalecido.
Saber reconocer un contenido original, mejorar los textos que usamos y tomar decisiones informadas sobre lo que leemos es parte del nuevo “saber digital”. Y si se trata de informarse mejor, no hay nada más poderoso que una mente crítica… con un poco de ayuda tecnológica.