El internet tal y como lo conocemos hoy puede tener los días contados después de que la Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU (FCC) suprimiera la norma sobre la neutralidad en la red, abanderada por el expresidente Barack Obama y que garantizaba la protección de internet como servicio público.
La norma, aprobada en 2014 y eliminada el pasado jueves, impedía que las empresas proveedoras de internet pudieran bloquear o ralentizar el tráfico en cualquier portal a su antojo.
Pero, ahora, las compañías que ofrecen servicios de internet podrían dar prioridad a unas plataformas sobre otras, independientemente de cuál sea el contenido en cuestión, y afectar de esa forma a medios de comunicación o portales que ofrecen videos, películas y series de televisión, como Spotify, Netflix o HBO.
El riesgo ahora es que los grandes proveedores de internet exploten su capacidad de controlar el flujo de la información, dando privilegios a aquellos portales que estén dispuestos a pagar por una mayor velocidad, comenta a Efe Burt Neuborne, profesor de Libertades Civiles en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York.
Neuborne considera que la supresión de neutralidad de la red “un gran riesgo”, que se agudiza por el contexto oligopólico del sector en EEUU, donde la “ola de fusiones” ha reducido el número de “jugadores” en la oferta de internet y televisión que pueden “combinarse para fijar precios y contenido”, explica.
En este sentido, el experto cree que con internet, como ocurrió con las carreteras en el siglo XIX, se repite el debate sobre si los gobiernos deben priorizar la igualdad de oportunidades en el acceso para todos los ciudadanos o favorecer que “los poderosos” controlen el servicio ofreciendo “privilegios de acceso”.
La modificación del modelo de negocio hacia compañías que integren la provisión de internet y de contenidos en una misma estructura y el mayor poder de las firmas del sector son algunas de las principales inquietudes sobre el futuro de la industria. También abre interrogantes sobre el efecto que tendrá sobre los gigantes Google y Facebook.
La misma línea sigue Joan Neal, profesora de Derecho en la Universidad de Chicago, quien afirma que “la mayor preocupación” reside en que las grandes proveedoras de internet podrían tejer redes de servicio prioritario con plataformas de contenido, complicando la aparición de nuevos portales en el futuro.
La nueva norma permitiría, por tanto, que los proveedores de internet dieran prioridad a algunos portales sobre otros mediante el cobro de una cantidad, lo que -según Neal- dificultaría la aparición de nuevos actores en el sector al carecer de los recursos necesarios para “comprar” ese trato preferencial y evitar bloqueos y ralentizaciones. De todos modos, Neal cree que esa posibilidad, que reduciría la pluralidad y la cantidad de los contenidos en línea, no se daría de la noche a la mañana.
Se estima que aún pueden pasar hasta 2 meses hasta que entre en efecto esta regulación.
Recalca que “en teoría una proveedora de internet podría decir que va a bloquear todas las webs de vídeo menos una con la que tenga una relación especial” con la única condición de hacerlo público debido a la cláusula de transparencia que mantiene la nueva regulación.
Según recuerda Neal, el bloqueo de Comcast sobre BitTorrent en 2007 marcó el debate sobre la necesidad de proteger la red, ya que por primera vez una proveedora de internet ejercía control arbitrariamente sobre una web; este fue el germen de la primera norma que reconocía la neutralidad en la red en 2010.
El profesor de Políticas Públicas de la Universidad de California en Berkeley, Robert Reich, va más allá y cree que la decisión de la FCC supone el fin de los principios fundacionales de internet para el intercambio de contenidos e ideas y alejado del control de las corporaciones, según comentó en un texto para el Instituto Sanders.
Censurar contenido en base a los intereses de las empresas -medios de comunicación o webs de ideologías opuestas- es otro de los futuribles sobre los que enfatiza Reich.
Tom Wheeler, director de la FCC entre 2013 y 2017, ve en la supresión de la norma una victoria de los grupos de presión de las proveedoras de internet, según lamentó esta semana en un escrito para el centro de análisis Brookings. Según cifra, en EEUU cuatro gigantes de los servicios de internet se reparten el 75% del mercado residencial, en algunas zonas a través de monopolios locales.