Está claro que mucha gente puede sobreponerse a las adversidades o salir fortalecidos por esa capacidad magnífica que tienen algunos seres humanos. Pero también es cierto que el amor es uno de los ingredientes básicos para lograrlo, y si ese amor viene de mamá pasa a ser el ingrediente secreto de la receta. Así fue y sigue siendo la historia de Graciela Becerra, cantante de larga trayectoria en San Juan y su hijo Eduardo, con quien comparte el amor por la música, por la danza, por las artesanías, por el folclore y el espíritu que les permite seguir adelante "siempre".

Eduardo tuvo un accidente a los 17 años, ahora tiene 32, en el Dique de Ullum donde llegó a caballo con amigos. Cansados, y con calor, se tiraron para darse un baño, pero un golpe rompió su columna. El diagnóstico indicaba que quedaría cuadripléjico, pero luego de diez años de rehabilitación logró estar en silla de ruedas, mover sus brazos sin problemas, salvo los dedos de la mano que permanecen con algunas dificultades. Así como se empeñó en desafiar el diagnóstico y lo logró, también desafío otros retos.

"Los primeros tiempos fueron muy duros, muy difíciles, pero siempre tuvimos esperanza. Eso nos ayudó a salir adelante. Actualmente no sólo se desenvuelve perfectamente sino que hace muchas cosas para otras personas en su situación", explica Graciela que nació en familia de folcloristas y se dedica a la música desde siempre.

Eduardo actualmente forma parte de la agrupación "Vida Independiente", dedicada a enseñar a personas que han quedado hemipléjicas a que tengan una vida normal. "Les enseñamos a que sean independientes en todo lo que se pueda, bañarse, vestirse solo, manipular la silla de ruedas, desenvolverse con cierta facilidad", explica Eduardo.

Eso no es todo, porque entre sus fuertes figura la danza. Sí la danza. El desde pequeño bailaba, luego estudió en el Instituto Isadora Duncan, y era una de las actividades que más le agradaba hacer (además de andar a caballo por eso le dicen El Potrillo). Luego de la larga rehabilitación (10 años), impulsado por su tía Stella, decidió retomar. No tardó en conseguir pareja, su prima Carolina Russo, quien básicamente está dedicada al teatro.

El mayor logro fue hace pocos días cuando participó el Festival Latinoamericano de la danza de inclusión realizado en Buenos Aires, donde bailó con Marian Abraham y grabaron junto con otros representantes de toda la región un video clip con Raúl Porcheto por el Día Mundial de la Paz. Lógicamente siempre alentado por su madre.

Además fue la única pareja del interior del país ya que el resto era de Buenos Aires y todas compañías integradas por cuerpos de baile.

De hecho, Graciela fue quien lo llevó a las tablas. Hace un par de años se le ocurrió hacer una obra de teatro llamada "Encuentro" que la pusieron en escena en el Teatro Municipal de Albardón. "Estaba basada en que todas las personas tenemos un sueño, algunos pueden cumplirlos y otros no porque la vida te lleva por otros caminos. Pero lo cierto es que siempre se pueden realizar si tenés la voluntad para hacerlo", cuenta la mamá.

Ese fue un momento clave para Eduardo porque hasta entonces bailaba en su silla de ruedas solo para familia o cercanos. "Sentía miedo de hacer el ridículo, se pasaban muchas cosas por mi cabeza, pero cuando lo hice delante del público fue algo maravilloso", relata.

Este fue sólo uno de los desafíos. Es que durante el período de recuperación en la clínica, el encargado del lugar, José Galdeano, le propuso que volviera a andar a caballo, algo que hasta ese momento parecía una locura. Pero el hombre se encargó de diseñar una silla con una montura que pudiera sujetarlo y un cinturón de seguridad. Eduardo no dudó en volver a montar, pero como supo que la cabalgata a la Difunta Correa se hacia un mes después de ese hecho se propuso hacerla. Y sí, su compinche fue la madre quien lo acompaño a caballo y "hasta dormimos entre las patas de los animales", cuenta ella con una gran sonrisa.


Artesanos del amor


Ahí no terminan las audacias ni la actitud positiva que cultivan a diario. Hace ya algunos años participaron de la Fecor, feria de artesanías que se realiza en Córdoba, porque su papá Pedro Becerra, uno de los principales exponentes de este rubro en San Juan, participaba con sus obras en semilla. Graciela ya había manifestado su gusto por los pirograbados y un maestro de este arte le regaló semillas de calabaza para que sembrara, tuviera sus propios mates y los grabara. Así empezó esta historia. Las plantas crecieron y ella junto a Eduardo aprendieron la técnica y pusieron su creatividad para esta tarea que ahora es una fuente de ingresos. En Albardón, por calle Sarmiento – a pasos de la Plaza departamental-, se encuentra "El Potrillo", su atelier y venta de artesanía. que por supuesto- comparten con Pedro.

Si bien Eduardo tiene dificultades para presionar sus dedos se las ingenió para hacerlo con las muñecas y los resultados solo hay que verlos.

Los ejemplos abundan. Su último sueño (de estos meses porque siempre vienen otros), fue tener su propio auto. En mayo lo consiguió, y logró que vengan expertos de Capital Federal para adaptar el volante a sus necesidades. Además gracias a una especie de prótesis externa puede conducir a la perfección.

Indudablemente Graciela, Eduardo, como también su hermano Simón (percusionista del Chango Huaqueño), y Pedro, su papá, están unidos por el gran lazo del arte, que es lo que les permite vivir disfrutando de lo que tienen. Que no es poco.