Este diario publicó el año pasado un pedido desesperado de Juan Solar, el único poblador por años que habita este "paraíso" llamado El Chinguillo, justo en el ingreso a la reserva de San Guillermo. En el lugar hay una escuela, una capillita y varias quintas con sus respectivas viviendas. Pero todos estos sitios están vacíos. Esto porque en el pueblo ya no queda casi nadie. Por eso Juan Solar, un hombre de 83 años, que se resiste a dejar el lugar que lo vio nacer y donde tiene sus animales y huertas, salió a pedir, desesperadamente, que arreglen la huella. Es que por las crecidas del río prácticamente vive aislado, en este paraje que está a 75 kilómetros de Rodeo, en Iglesia.
Un grupo de amigos que hace 8 años recorren las localidades de Malimán, Guañizuil, Colanguil y Angualasto, decidieron hacer coraje para pasar el río y llegar a El Chinguillo. Allí, maravillados por el paisaje y la hospitalidad de Solar, se preguntaron qué podrían hacer por este valle y decidieron nivelar un terreno y plantar vides para la producción de vinos de calidad.
Andrés Martínez, Juan Ignacio Herrero y Jaime Sendra decidieron comprar cepas certificadas de un vivero de Mendoza y plantarlas a 2.050 metros sobre el nivel del mar, tarea a la que se sumaron Juan Solar y un hijo de este, "Bubi" Solar.
Viajaron durante los fines de semana y construyeron espalderos con madera de eucaliptus con 4 alambres a una distancia de 2,5 metros entre hilera y plantaron las plantas a una distancia de 1 metro.
"La intención es hacer algo de producción, y las cepas centenarias de uvas criollas que hemos visto en el lugar nos dieron la razón de que las cepas aquí andan muy bien" dijo Andrés Martínez, un joven empresario metalúrgico quien agregó que "lo que buscamos es que El Chinguillo no desaparezca, la viña es una excusa para que haya inversión sustentable en este lugar, donde el vino va unido al turismo y gastronomía".
Este año tuvieron la primera producción que elaboraron en el lugar con los pocos racimos que cosecharon y se preparan para la primera cosecha comercial en el 2020.
"El vino logrado tuvo muy buenos colores y alta concentración de polifenoles con una carga aromática intensa producto de las noches frescas de este valle" agregó Juan Ignacio Herrero, un estudiante de quinto año de agronomía.
Por la gran cantidad de aves que habitan la zona, tuvieron que cubrir las viñas con tela media sombra para que no dañen los frutos.
Si bien la superficie es pequeña, menos de una hectárea, tienen pensado a futuro incrementar la superficie e instalar, porque no, una pequeña bodega con la mejor tecnología de vanguardia. Razones no le faltan, es el viñedo más alto de la región de Cuyo, y en la lista de los más altos del mundo.
FRASES
"Nuestra intención es que El Chinguillo no desaparezca y una alternativa es la producción de vinos de alta gama".
Andrés Martínez
"Estamos convencidos de que es viable producir y elaborar en el lugar, y para ello evaluamos la idea de una bodega, recuperar la viticultura de Iglesia".
Juan Ignacio Herrero
"Lo que pido es que no se olviden de El Chinguillo, hay que mejorar el camino así la gente puede venir a trabajar y a realizar agroturismo".
Juan Solar
> Los viñedos altos, en respuesta al cambio climático
Habitualmente el viñedo mundial se reparte entre los 0 y los casi 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar aunque encontramos notables excepciones en viñedos concretos situados en terrenos a 150 metros bajo el nivel del mar o a más de 3.000 metros. Hoy el cambio climático obliga a producir en regiones más frías.
En agosto en este suplemento publicamos la nota "Jujuy: vinos de extrema altura sobre el trópico de Capricornio" donde reflejamos cómo con apenas 26 hectáreas de viñedos situados por encima de los 2.000 metros sobre el nivel del mar, los jujeños ya hacen vinos de los buenos en la Quebrada de Humahuaca.
Una viticultura basada sólo por ahora en 26 hectáreas que vegetan sobre el trópico de Capricornio a una extrema altura, donde hoy a 3.329 metros, se cultiva el segundo viñedo más alto del mundo, luego del récord Guinnes de una viña en el Tibet a 3.563 metros.
En los Campos de Payogasta, en los Valles Calchaquíes salteños, se encuentran los viñedos de altura de Colomé (llamada también Dávalos), con una bodega fundada en 1831 que en el 2001 fue adquirida por el millonario suizo Donald Hess (productor también en California, Australia y dueño de galerías de arte). Produce a 3.111 metros sobre el nivel del mar, con una amplitud térmica diaria entre día y noche de 22 grados.
En Europa, la región con mayor superficie de vid del planeta, bastan 1.615 metros para instalar a un viñedo de Canarias como el de mayor altura.
Acá en Sudamérica en Tarija los viñedos están entre los 1.800 y 2.200 metros sobre el nivel del mar, siendo "unos de los más altos", un gran slogan para promocionar la Ruta del Vino y Singani de Altura, como la denominan desde el sector turístico boliviano.
LA ALTURA EN ARGENTINA
La Quebrada de Humahuaca incluso ya tiene su Indicación Geográfica aprobada por ley y aparece en las etiquetas de sus vinos, situación que la hace muy atractiva para enoturismo, sobre todo el internacional que ya empieza a tenerla en cuenta, y paga, por ejemplo vivido, 35 dólares por una botella en bodega o restoranes de campo.
Desde Tumbaya (2.000 metros) hasta Viñedo de Moya (3.329 metros) las vides desafían al clima y suelo en condiciones extremas, bajo un sistema de producción que busca lo natural, lo orgánico, siguiendo las raíces de la cultura local donde la Pachamama, la "madre tierra", es vital para los nativos.
Las uvas, con bajas producciones todavía, son elaboradas en pequeñas bodegas adaptadas al enoturismo, donde se aplican tecnologías modernas de elaboración a escala, entregando vinos de gran color y características muy particulares vinculadas sin duda a una gran amplitud térmica entre día y noche durante la maduración de las bayas.
La amplitud térmica es importante ya que hay una clara diferencia térmica entre las estaciones, lo que facilita un adecuado ciclo anual de la vid, y una notable diferencia entre las temperaturas del día y de la noche que facilita la acumulación de aromas y la retención de acidez en las bayas. También es habitual que estos viñedos presenten una menor humedad ambiental, lo que reduce la incidencia de las enfermedades fúngicas de la vid ya que muchas de ellas precisan de condiciones húmedas para su desarrollo.