Esta práctica consiste en eliminar total o parcialmente las ramas de un árbol, arbusto o planta herbácea para ayudar a la naturaleza. La mayoría de las plantas de tallo leñoso necesitan que se las pode en algún momento de su vida. En algunos casos no es necesario que esta tarea se realice anualmente.
Todo jardinero debe conocer el proceso de crecimiento de las plantas antes de tomar las tijeras podadoras para no perjudicarlas o lastimarlas. La poda se realiza con distintos fines y su importancia varía de una especie a otra. Su principal función es la restaurar una planta cuando sufrió un daño o tiene un crecimiento defectuoso.
La técnica parece sencilla pero tiene sus reglas y si no se siguen pueden provocarse daños irreparables.
PODA DE ÁRBOL
La mejor época para podar un árbol o arbusto perennifolio es al final de la estación fría, antes de la brotadura, así se consigue estimularla, nunca debe coincidir con un momento de heladas fuertes, pues el ejemplar resultaría dañado durante este proceso seriamente.
Ningún ejemplar sea árbol o arbusto puede ocultar los resultados de la poda. La reacción de la planta a los cortes son marcas que un buen observador puede notar enseguida.
La premisa básica para realizar la poda de una planta es que debe existir una buena razón. No porque veamos los árboles desnudos con la llegada del invierno debemos pensar que es momento de podar.
Cada árbol exige unos cortes particulares, pero hay normas generales que pueden servir de orientación. Primero se hará una limpieza del ramaje, eliminando las ramas secas o enfermas que se cortan fácilmente. Así la copa quedará más despejada y se podrán ver las ramas que estorban o estén deformadas, que se procederá a eliminarlas también.
En la poda para reforzar el árbol o favorecer la producción de fruto, el corte no deberá ser perpendicular al eje de la rama, sino inclinado, que forme un ángulo de unos 45º, ya que si es más oblicuo, ofrece una superficie excesiva para cicatrizar y facilitar la entrada de hongos. La dirección debe ser contraria a la yema que se encuentre por debajo, para evitar que la humedad o agua se deslicen hasta ella que provocaría un deterioro. El punto de corte estaría por encima de la yema, a una distancia entre 5 y 10 milímetros. Si se corta más bajo la yema puede secarse, y si se hace demasiado alto, lo que se seca y pudre es el extremo demasiado largo de la rama. Si el corte es para aclareo, se corta completo, sin respetar yemas, ya que de lo que se trata es de eliminar partes completas.
PODA DE UN ÁRBOL GRANDE
Estos ejemplares son los que deben ser estudiados. Por lo general debe darse una poda fuerte cada 8 ó 10 años, para eliminar las ramas demasiado gruesas que rompan la armonía del conjunto, o las que estén enfermas o desgajadas. El corte debe darse varios metros por encima de la poda anterior y de la forma más limpia posible. Cuando es necesario eliminar varias ramas gruesas, es mejor cortarlas en años sucesivos, para que el árbol sufra menos. Recubrir cada corte con cebo u otro impermeabilizante para que no permita la entrada de agentes patógenos, así se evitarán posibles enfermedades fúngicas o bacterianas y podredumbres.
Con respecto al árbol de la calle, los lineamientos de poda son muy distintos al de un árbol de jardín o parque. Estos están alineados y siempre tienen el cableado público por encima o entre sus copas, cosa que hay que tener en cuenta a la hora de formarlos con la poda.

