
Por Paulina Rotman
Foto: colaboración Guillermo Testa y Gabriela Perea
Guillermo Testa es un verdadero reincidente. A los 45 años y habiendo pasando al menos 25 veces por diferentes quirófanos, tiene la suerte y la fortaleza suficiente para poder contar que va por su tercer trasplante de riñón. Dos los recibió de donantes anónimos, el que resta, de su mamá. Si bien su caso no es único, él puede decir orgulloso y de hecho, lo hace, que es una rareza para la medicina. Porque cómo el mismo se autodictamina: vive gracias a esos riñones que mágicamente fueron apareciendo cuando más los necesitaba.
Hay algo más que lo liga a los trasplantes y que el próximo 30 de mayo -cuando se celebra el Día Nacional de la Donación de Órganos- le da más razón a su vida: la mujer que le dio esperanzas, que le mostró que vale la pena seguir adelante y que le brindó una familia (junto a su hija Julieta) también es trasplantada. Ella es Gabriela Perea, recibió hace 18 años, un hígado. Los dos llevan adelante la bandera de desmitificar la donación de órganos pero también la de conseguir derechos para quienes tienen que pasar por estas circunstancias ya que una vez que una persona es trasplantada debe tomar medicación de por vida y tener algunos cuidados especiales.
Hasta los siete meses Guillermo fue un bebé tierno y sano, como cualquier otro. Justamente en ese momento en que los chiquitos empiezan a adquirir cierta independencia, contrajo Síndrome Urémico Hemolítico, una patología en la que las toxinas bacterianas lesionan los vasos sanguíneos afectando al riñón fundamentalmente. Nadie sabe cómo se enfermó. Lo que sí se supo es que uno de sus riñones prácticamente dejó de funcionar. Y entonces tuvo que someterse por años (desde los 7 meses hasta casi los 9 años) a una diálisis periotoneal, que es el procedimiento indicado en los niños para depurar la sangre de las sustancias tóxicas que produce el organismo y que utiliza el peritoneo -una membrana del cuerpo- como filtro natural.
Su cuadro no quedó ahí. Es que además de orinar poco y nada, fue perdiendo los niveles de calcio y esto le provocó según le diagnosticaron en el Sanatorio Güemes de Buenos Aires un nuevo diagnóstico: Raquitismo Renal Agudo, por el que recibió el mismo tratamiento que Messi. De hecho, le quedaron secuelas porque su altura no sobrepasa el 1,40 metros.
Claro que antes de eso, y con solo 9 años, ya supo de qué se trataba la donación de órganos. Es que las diálisis de 3 veces por semana durante 4 horas, no fueron suficientes y entonces llegó al primer trasplante. En principio, su mamá Betty, seria la donante así es que ambos se prepararon e ingresaron un martes 13 de julio de 1982 a quirófano. La señora salió más rápido de lo pensado de la sala de cirugías y sin cicatriz alguna. Su hijo, en cambio, demoró más y eso le abrió un mar de preguntas. ¿Qué había pasado en el interín? Apareció un donante anónimo. Y ese fue el riñón que le trasplantaron y que empezó a funcionar de inmediato al contacto con su organismo.
Por 10 años hizo vida normal, no dejó de estudiar, de salir y de hacer lo que le gustaba (es nadador y fue Campeón Mundial en el 2011), salvo algunos cuidados y medicación estricta con corticoides e inmunodepresores. Pero a mitad de camino, su cuerpo rechazó ese cuerpo extraño, entonces tuvo que volver a pensar en dializarse y en un nuevo transplante. Esta vez sí fue su mamá la donante. "Ella me llevó 9 meses en la panza y yo la iba a llevar para siempre conmigo. Así fue hasta que con 27 años, volvió a repetirse la enfermedad de base (el Síndrome Urémico Hemolítico), algo que pasa en 1 de cada 100 trasplantados y tuve que volver a entrar al quirófano para un tercer trasplante con un órgano con el que tenía total compatibilidad pero lamentablemente hace unos años volví a rechazar”, cuenta el hombre que hoy no descarta un nuevo trasplante pero que se mantiene saludable en base a la medicación que no puede faltarle ni un día.

Mayo se considera el mes del Donante de Órganos y hay un hecho que lo fundamenta: un 30 de mayo nació el hijo de la primera paciente que dio a luz después de haber recibido un trasplante en un hospital público argentino.
Para celebrarlo en la provincia se han organizado diferentes eventos. Este martes 29, a partir de las 12, el Coro Preuniversitario de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ, interrumpirá la rutina en el hall central del Hospital Rawson y su música servirá de marco al stand dónde representantes de INAISA-INCUCAI brindarán información y se podrá firmar de actas de consentimiento para ser donante. Al otro día, en la Peatonal Laprida y Tucumán, de 9 a 13, se repetirá la actividad pero esta vez será junto a los Scout de la Parroquia Nuestra Señora de los Desamparados, fundaciones y ongs. A las 21:30, volverá la sonar la música. Esta vez, en el Auditorio Juan Victoria, la Camerata San Juan y el Coro de Jóvenes de la UNSJ, homenajearán a todas las personas que han pasado por las circunstancias de una donación de órganos. Las entradas para el concierto son libres y gratuitas y pueden retirarse en el lugar, previo al evento.
. El trasplante de órganos es el reemplazo de un órgano vital enfermo, sin posibilidad de recuperación, por otro sano. En Argentina se trasplanta riñón, hígado, corazón, pulmón, páncreas e intestino.
También hay trasplante de tejidos: córneas, piel, huesos y válvulas cardíacas, provenientes de donantes cadavéricos.
. Cualquier persona puede manifestar su voluntad de donar órganos registrando la decisión en la web del Incucai (www.incucai .gov.ar) y llamando al 0800 5554628.
. En San Juan, en lo transcurrido de este 2018, han habido 11 donantes cuyos órganos y tejidos permitieron 25 trasplantes, según informó la licenciada Erica Tejada, de INAISA.
