Los directivos del colegio privado Dr. Sallarés de Florencia Varela tiraron la primera piedra: anunciaron hace unos días por medio de un cartel pegado en la puerta del establecimiento que cobrarán $50 a los padres que retiren a los alumnos pasados los 15 minutos de tolerancia. La medida, por supuesto, causó polémica no sólo en esa escuela sino en todo el país porque invitó a más de un papá o una mamá a cuestionarse sus conductas con respecto a la salida de la escuela de sus propios hijos.
Si bien en San Juan no hay escuelas que hayan apelado a este tipo de "multas” para quienes no cumplen con esta norma de puntualidad, si hay preocupación por el tema. "Es uno de los planteos obligados en las reuniones de padres e inclusive es un mensaje que se trabaja en clase y que se envía en el cuaderno para que los adultos lo tengan en cuenta. Se han llegado a convocar puntualmente a los papás que con regularidad llegan muy tarde para entrevistarlos y ver cómo se soluciona este inconveniente”, explican supervisoras tanto de escuelas de gestión pública como privada. Y agregan que en algunos establecimientos inclusive se ha llegado a transmitir la normativa permitida por el Ministerio de Educación que pasado un tiempo de tolerancia de 1 ó 2 horas y ante la imposibilidad de comunicación con los adultos responsables, se puede llevar a ese alumno a la comisaría más cercana para que lo retiren. Difícilmente se haya puesto en marcha este mecanismo, pero está habilitado. Solamente recuerdan un caso en Pocito pero no dan mayores detalles al respecto.
"Si bien la puntualidad en la escuela puede parecer una cuestión menor, no lo es. Para la institución, implica que directivos y docentes tengan la obligación y la responsabilidad de esos chicos que esperan hasta tanto los vengan a buscar. Pero también que estén en alerta por el nivel de accidentología o de imprevistos que pueden ocurrir en ese período de espera pese a que el horario de clase ya terminó. Para el chico, definitivamente, termina siendo un estigma, ser el último siempre en irse de la escuela, ya que en definitiva, los impuntuales son los mismos cada año”, aportan desde sus roles, las supervisoras de escuelas primarias, Alicia Bernardini y Marta Lleret.
Aprender desde el ejemplo
Las psicólogas Adriana Collado (es psicóloga del gabinete del Colegio Housay y trabaja en Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Humano) y Clarisa Lucero (además de su trabajo profesional, es docente y participa en equipos de orientación escolar en los Colegios María Auxiliadora y Don Bosco), coinciden que la puntualidad se "aprende de pequeños y el único modo de internalizarlo es con la vivencia cotidiana”.
"Nuestra misión de papás, como educadores principales, es transmitir esos modelos que a su vez hemos recibido de chicos y que perpetuamos y transmitimos a nuestros hijos. Enseñar a ser puntuales no es complicado, aunque hay que reconocer que en San Juan somos muy desprolijos con este tema. Pero no es imposible. Es cuestión de apropiarse del concepto y valorizarlo. Por eso, a muchos papás de ese colegio de Buenos Aires les molestó que se cuantificara el valor del tiempo que es importante para ellos (que por ejemplo están trabajando cuando salen sus hijos de la escuela) pero también para el docente que a su vez, también tiene que buscar a sus propios hijos de la escuela, o ir a otro trabajo, por ejemplo. Y para el niño, que tiene sus propios tiempos que respetar”, resume Adriana Collado.
Su colega, Clarisa Lucero, aporta que la escuela es uno de los primeros espacios donde se ejerce la puntualidad. "Es que la escuela (como toda institución) se rige por tiempos. Tiempos flexibles y tiempos acordados para su mejor organización. Por eso se plantean planificaciones, proyectos, programas que tienen estrecha relación con procesos, trayectorias, etc. De este modo tanto el estudiante (y sus padres, en este caso) como el educador deben manejar los tiempos”.
Esta profesional distingue que "no es lo mismo buscar a un hijo tarde que buscarlo a tiempo”como asimismo "buscarlo de la escuela en el Nivel Inicial, en el Primario o en el secundario”. Lo explica ejemplificando que a los más pequeños las tardanzas de los padres le pueden generar "sensación de abandono, tristeza, angustia, miedos. Mientras que en el adolescente quizás prime la frustración, el enojo, y en algunos casos la apatía porque otro decide y define sus tiempos. Hay que tener en cuenta que cuando un niño llega tarde al aula, o no trae los materiales correspondientes se piensa en la responsabilidad de los padres, cuando un adolescente llega tarde al aula se lo responsabiliza a él, entonces tiene que responder a una situación de la cual padece las consecuencias, pero de la que no es totalmente responsable”.
La psicóloga Clarisa Lucero agrega que cuando los padres se demoran en buscar a su hijo a la escuela (tengan la edad que tengan) generan con su actitud una sucesión de perjudicados. "Estamos ante una o varias persona o varias (si hay un niño también habrá una maestra) que esperan a otra. A un "alguien", significativo para el que espera, que debería estar y no está”, dice y reflexiona que lo fundamental es aprender prever los tiempos, salvo, claramente imprevistos.
"Ser puntuales nos ayuda a organizarnos fisiológicamente (hay un tiempo para descansar, otro para comer, otro para estudiar) pero también emocional y cognitivamente. A los niños les ayuda a sistematizar y a organizar sus propios tiempos. Les da seguridad y les permite fortalecer el vínculo con la escuela pero también con sus padres.Básicamente ser puntuales es ser respetuosos con el tiempo de los demás”, detalla Adriana Collado.

