La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que alrededor de 500 millones de personas en el mundo tienen hepatitis. Es decir, una de cada doce personas tiene la enfermedad con el agravante de que la mayoría no lo sabe porque carece de síntomas. Un verdadero problema para los sistemas de salud por lo que Argentina comenzó hace algunos años con un programa para luchar contra esta enfermedad al que luego se sumó San Juan. Este plan que tiene como objetivo su detección y tratamiento, está bajo la órbita del programa de Sida, ya que la Hepatitis B se da por transmisión sexual y también por sangre (al igual que la C). Se detecta con un simple análisis que se realiza en los centros de salud y puede ser tratada si es tomada a tiempo. Luis Narvaez, médico gastroenterólogo y miembro del programa en la provincia dio a conocer detalles de la enfermedad ya que la única manera de combatirla o detectarla es con información.
– ¿Qué es la hepatitis?
-Es una inflamación del hígado, pero abarca muchas enfermedades. En este caso vamos a hablar de lo que más le interesa a la gente que son las hepatitis virales, que también son muchas, pero las más habituales son la A, B y C. La forma más frecuente es la hepatitis A, que se encuentra en las heces de las personas infectadas que pueden estar presentes en pequeñas cantidades en alimentos y objetos. Se puede contagiar cuando alguien ingiere algo contaminado con heces infectadas por el virus a través del agua, la leche y los alimentos. La hepatitis A puede ser una infección leve, particularmente en la infancia, por lo que es posible que algunas personas no se den cuenta de que la han contraído y ésta pase desapercibida y quede sin diagnosticar. Cada vez se da menos porque los chicos están vacunados, y se puede decir que es una hepatitis benigna porque no deja secuelas, así como viene se va. Es muy bajo el porcentaje de hepatitis A que no evolucionan bien derivando en la que se conoce como fulminante porque el hígado reacciona de una forma tan fuerte que se autodestruye.
En cambio la hepatitis B, era muy común por transfusión de sangre, pero ahora eso se ve muy poco ya que desde el año "92 se trabaja con sangre muy cuidada. El problema actual es que al estar presente en los fluidos genitales, la transmisión por vía sexual es más frecuente. Como experiencia personal le puedo decir que tiene un nuevo pico porque los jóvenes se cuidaban mucho por el Sida, pero como se ha popularizado que tiene "curación", la juventud está más relajada y se cuida menos, por eso vemos más hepatitis B por transmisión sexual. Ésta es una hepatitis que no se cura nunca, un 85 por ciento se autocura, es el mismo organismo el que reacciona y anula el virus, mientras que el otro 15 por ciento va a transformarse en crónica o en cirrosis. Claro que hay que tener en cuenta que queda una partícula guardada en las células del hígado que se puede reproducir de nuevo.
En tanto el virus C es el más común actualmente y lo padece un buen porcentaje de la población, se dice que 1 de cada 12 pacientes está afectado con el virus C y muchas veces no sabemos de qué manera se contagió. También hay que recordar que esta afección generalmente no presenta síntomas. El problema que tenemos es con su tratamiento porque los medicamentos con los que la tratamos no son los más modernos, ahora hay una triple terapia que funciona muy bien ya que favor a un 50 por ciento de los enfermos. Son terapias que van de los 6 a 12 meses, pero con muchos efectos colaterales. Esto es lo que brinda el programa nacional de salud, es lo que tenemos, pero en el mundo han aparecido nuevos antivirales con altísima efectividad pero es imposible tener acceso a ellos porque son muy, muy caros. Estamos hablando de mil dólares una cápsula y si el paciente la necesita durante 84 días le costaría 84 mil dólares. Es más, en el último congreso realizado sobre este tema se desestimó el uso de los medicamentos que utilizamos en Argentina.
-¿Cuáles son los signos y síntomas de esta enfermedad?
-La hepatitis, en sus primeras etapas, puede provocar síntomas parecidos a los de la gripe, como malestar general, fiebre, dolores musculares, pérdida del apetito, náuseas, vómitos, diarrea, coloración amarillenta de la piel (ictericia) y de la esclerótica (blanco del ojo). No obstante, muchas personas no presentan ningún síntoma y ni siquiera saben que están infectadas. Por ejemplo, los niños con hepatitis A suelen presentar síntomas leves o ausencia total de síntomas. Si la hepatitis progresa, los síntomas comienzan a apuntar al hígado como origen de la enfermedad. Las sustancias químicas que segrega el hígado habitualmente empiezan a acumularse en la sangre, lo que provoca ictericia, mal aliento, sabor amargo en la boca, la orina se vuelve oscura o del color del té, las heces se vuelven blancas, claras o del color de la arcilla. También puede haber dolor abdominal, concentrado bajo las costillas del lado derecho sobre un hígado inflamado y dolorido o bajo las costillas del lado izquierdo sobre un bazo dolorido.
– ¿Siempre es contagiosa?
-Las hepatitis A, B y C son todas contagiosas. El virus de la hepatitis A puede propagarse a través del agua o de alimentos contaminados, así como en escuelas o centros de preescolar con condiciones higiénicas deficientes. Los inodoros y los lavabos utilizados por una persona infectada deben limpiarse con desinfectantes. Quienes conviven o cuidan a una persona con hepatitis deben lavarse las manos después de cada contacto que mantengan con el enfermo.
El virus de la hepatitis B se puede encontrar en prácticamente todos los fluidos corporales, aunque las vías principales de contagio son las relaciones sexuales, las transfusiones de sangre contaminada y las jeringas compartidas para
administrase droga por vía intravenosa. El virus de la hepatitis C se puede transmitir por medio de agujas compartidas, productos derivados de sangre contaminada y, menos frecuentemente, a través de las relaciones sexuales. A pesar de que la hepatitis C se puede transmitir al feto durante el embarazo, este riesgo no es de alrededor del 5 ciento.
– ¿Puede prevenirse la hepatitis?
-Sí, se puede, sobre todo manteniendo buenos hábitos de higiene y evitando condiciones de hacinamiento e insalubridad. Ser especialmente cuidadoso en zonas donde las condiciones sanitarias son deficientes y la calidad del agua sospechosa, sobre todo al beber o nadar. No comer nunca marisco o pescado procedentes de aguas contaminadas. Recordar a todos los miembros de la familia, sobre todo a los niños, que se laven las manos a conciencia después de ir al baño y antes de las comidas. Si un miembro de la familia contrae hepatitis, utilizar desinfectantes para limpiar los baños y todo lo que haya utilizado esa persona. Como las agujas y jeringas contaminadas son una vía de contagio de la hepatitis, es una buena idea apoyar las campañas contra la drogadicción y tomar consciencia del uso del preservativo.
– ¿En qué consiste el programa de lucha contra la hepatitis?
-Es un programa nacional al que San Juan está adherido a través del Ministerio de Salud Pública, que provee los análisis para su detección y las drogas para su tratamiento. Tenemos varios pacientes tanto en el Hospital Rawson como el Marcial Quiroga.
– ¿Cómo se realiza el diagnóstico, sobre todo teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos es silenciosa?
-Sí, es cierto que en muchos casos no hay síntomas, por eso lo mejor es hacerse un simple análisis de sangre que dará positivo o negativo. De ahí en más se ve que tipo de carga viral tiene, cuál es el virus que interviene para comenzar con el tratamiento. Por eso es que nosotros buscamos al paciente, porque es muy alto el número de personas que tiene hepatitis y no lo saben porque gozan de muy buena salud. El problema es si ya encontramos al paciente en un grado avanzado porque a veces se los detecta cuando ya hicieron un cáncer de hígado o con una cirrosis, en cambio si todavía no tiene síntomas es el momento ideal para su tratamiento.
-¿Quiénes se pueden vacunar contra la hepatitis B, teniendo en cuenta que para la A está incluida en el calendario de vacunación?
-Sí, pero de todos modos aquellos pacientes mayores de edad que no han sufrido la hepatitis A deben vacunarse sobre todo los diabéticos o con enfermedades pulmonares, entre otras. Lo mismo la B que no está contemplada en el calendario gratuito. En los hospitales públicos se comienza vacunando al personal de riesgo aunque en realidad cualquier persona debería estar vacunada, sobre todo los grupos más vulnerables que pueden asistir a colocársela en forma gratuita.
-¿Aumentó el número de pacientes con hepatitis en los últimos años?
-En realidad lo que aumentó fue el número de detecciones de quienes tienen hepatitis porque los profesionales del programa salen a la calle a realizar análisis y detectar si la gente lo padece.

