La violencia y la inseguridad son los dos problemas sociales más importantes y probablemente los menos entendidos en estos momentos. El aumento sostenido de los delitos en América latina es alarmante. Ostenta la mayor tasa de inseguridad del mundo en robos, asesinatos, violaciones, etc.(25% de los homicidios que se producen en el mundo); aún superando a zonas muy conflictivas de Africa. (OMS: 2002).

En la actualidad, aproximadamente, el 30 % de los argentinos consideramos que la inseguridad es nuestra mayor preocupación, (Indice General de Expectativas económicas, UCA. 2009). Sin embargo, esa inseguridad cotidiana es un sentir al que lamentablemente nos estamos acostumbrando.

La gravedad de esta situación radica en que el miedo condiciona, permanentemente, el hacer de nuestro futuro. Los diferentes enfoques con que se investiga la violencia y la inseguridad, tienden a confundir "conflicto" con "violencia".

El "conflicto" es natural a la esencia del hombre. Cathy Constantino, en su libro "Creando sistemas de resolución de disputas" (Ed. Granica, 1997) dice que el conflicto es como el agua: "de más, puede ser destructivo, como las inundaciones; y de menos, como en las sequías, impide el crecimiento de la vida". El conflicto es un estímulo para la creatividad, el crecimiento, el mejoramiento de las relaciones humanas y la calidad de vida. Surge a raíz del desacuerdo o insatisfacción de personas ante situaciones planteadas. Si estos conflictos no se resuelven pueden llevar a la violencia.

¿Qué es la violencia?

La violencia puede tener muchas expresiones y ser percibida de diversas maneras en los distintos países y entre las distintas culturas. La Organización Mundial de la Salud ha propuesto la siguiente definición operativa de violencia:

"El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastorno del desarrollo o privaciones". Existe una percepción sobre la violencia como "una respuesta natural del hombre ante el temor o las amenazas".

A esto se puede responder que el ser humano posee una singular capacidad natural de razonar; así como una inclinación hacia hacer el bien.

Por consiguiente, la violencia y la no-violencia son dos formas opuestas de responder ante conflictos y el ser humano está habilitado para elegir cuál de las dos practicar. De ello surge la ineludible responsabilidad de la comunidad adulta.

La Familia y la Escuela son las instituciones donde se modela la vida concreta del niño. Lamentablemente, la violencia es una conducta que el niño puede aprender dentro de esos espacios institucionales y formadores.

En la escuela, los alumnos y docentes se han acostumbrado a la violencia. El 65% de los alumnos de secundario acepta y justifica la violencia dentro del aula.

Entonces, el rol de la escuela cobra una importancia vital en la formación de los "sujetos sociales". Además de las tareas que todos reconocemos como propias de ella: transmisión de conocimientos y preparación para la vida, se debe agregar la formación para resolución de conflictos y el marco legal que se ha perdido; y que está formado por reglas y normas de conducta de convivencia, que son la base sólida sobre la que se construye la educación.

Es la misma escuela a través de los directivos, maestros, profesores y todo el personal; la que debe advertir e integrar a los padres de los alumnos a la reconstrucción de esa legalidad que hace posible una educación en sociedad.

La adolescencia: un tiempo de riesgo.

El adolescente se encuentra en un período de transición donde la búsqueda de su identidad lo impulsa a alejarse del sistema familiar y a entablar nuevas relaciones con sus pares. En ese contexto, el capital social que representan las instituciones barriales (Escuela, Clubes, Iglesia, Instituciones artísticas, etc.), son fundamentales para canalizar toda esa efervescencia que implica despertar a una vida independiente.

La mirada del adolescente está puesta en el presente, pero despierta en él un pródigo interés en desarrollar actividades que le permiten visualizar su desarrollo futuro. Se plantea metas sociales. Ese es un importante y sensible punto de partida a partir del cual elige el camino pacífico o violento.

El mito de la violencia juvenil como producto de la pobreza es una interpretación simplista y fácil del tema. En América Latina, uno de cada cuatro adolescentes no estudia ni trabaja. La violencia juvenil es el resultado del resentimiento por las promesas incumplidas, la falta de contención, reglas y límites y la ausencia de perspectivas del futuro.

Estas reflexiones nos permiten inferir que es el Estado y la Comunidad, a través de políticas perdurables en el tiempo, son quienes deben aceptar el desafío y asumir la responsabilidad de prevenir la delincuencia juvenil.

Plan en RED

Esta estrategia, del plan en Red, es una protección para jóvenes vulnerables. Los niños violentos de hoy son, posiblemente, los futuros delincuentes de mañana. La distancia temporal entre uno y otro es solamente un período de 5 a 7 años.

La RED de contención que puede aislarlos de la violencia debe partir de un plan estratégico gestado en el propio municipio y recreado en el tejido social de las comunidades barriales. Ese tejido de confianza y respeto mutuo necesita actores capacitados (padres y madres de familia, jóvenes, adolescentes y docentes, surgidos de las aulas del "municipio"), instituciones de cooperación grupal, padrinazgos, cooperación policial permanente y comunicación entre la escuela, la policía, los profesionales sociales y los actores capacitados.

La sustentabilidad del Plan en RED depende de tres factores insustituibles:

a) El Estado debe estar presente a través de la supervisión de las acciones, y la inversión necesaria para el desarrollo del mismo.

b) La continuidad del Plan en RED, en el tiempo permitirá lograr que el niño no se transforme en un adolescente violento.

c) La puesta en marcha del Plan en RED debe ser simultánea en todos los municipios, lo que permite una comunicación fluida entre profesionales de cada comunidad.

La información permanente entre municipios cobra un papel relevante en la lucha contra la violencia y la inseguridad "Una comunidad que permanece inmóvil frente a la violencia y la inseguridad adquiere una deuda con la niñez y la juventud que será imposible de pagar."