Si hace cuatro años le hubieran leído el destino, no habría creído que iba trabajar en una mina de oro. Menos aún que iba a convertirse en conductora de uno de los camiones CAT 793, enormes moles de siete metros de altura y capacidad para 250 toneladas. Por supuesto, también habría sido impensado que ella iba a ser una de las operadoras de la Sala de Control de Procesos de la mina.
Muchas son las cosas que Patricia Trigo no hubiera imaginado pero que con el tiempo se hicieron realidad. Por vía telefónica y desde la sala de procesos, el lugar donde actualmente se desempeña en Veladero, compartió su historia con CUYO MINERO.
De los pagos de Chimbas, soltera y con actuales 41 años, comenzó a trabajar en el proyecto el 24 de agosto de 2005. Semanas antes y por una pasantía de 150 pesos, Patricia desempeñaba tareas en la Escuela República de Chile en ese departamento. No en vano le tembló todo y se puso nerviosa cuando recibió su sueldo de 1.700 pesos, el primero que cobró en la mina.
“No lo podía creer. Durante mucho tiempo yo laburé por una cifra mínima así que cuando tuve esa plata en mis manos, que para mí era una fortuna, compré de todo para mi familia y para mis siete sobrinos. Estaba muy feliz”, recordó Patricia.
Su necesidad de una vida mejor fue la fuerza para animarse al curso de conducción de los camiones fuera de ruta. En ese tiempo, participaron del curso de instrucción 35 personas de las que fueron seleccionadas 12, grupo del cual Patricia era la única mujer. Ya como miembro de la empresa, recibió más horas de entrenamiento hasta que llegó su prueba de fuego. El 23 de octubre de 2005, con temperaturas bajo cero y viento blanco, por primera vez manejó oficialmente un CAT 793.
Con más experiencia al volante, tiempo después manejó un equipo al que los mineros conocen como “pato”, un vehículo que consta de una pala que sirve para empujar y es muy utilizado para limpiar rocas en los caminos mineros. También se lo usa para brindar asistencia a la grúa Liebher, otro de los equipos monumentales dentro de una mina.
Cuatro años después, el 2009 llegaría con sorpresas. Desde hace un mes y tras una reestructuración interna, Patricia fue trasladada al área de control de procesos. Con tecnología de punta, desde esa área se controla los pormenores del valle de lixiviación. “Es una responsabilidad que exige de gran concentración, se trata de una sala con seis grandes pantallas computarizadas desde las cuales se controla la presión de los motores, las soluciones y todo lo que tenga que ver con la refinación del oro. Una sola cosa que se altere frena todo el proceso”, contó Patricia.
¿Si le gusta más conducir camiones? “Son cosas distintas”, dijo esta mujer a la que la minería le cambió la vida.

