Uno de los tantos encuentros con el director del Hospital de Niños, el doctor Héctor Carelli, dio sentido a la idea. Hasta ese momento las integrantes de Sahni -la Sociedad Amigos del Hospital de Niños- se ocupaban por cubrir todos los faltantes en el nosocomio, desde pañales hasta medicamentos, pasando por sabanitas para las cunas, ropa de abrigo hasta leches especiales, el pago de estudios médicos inclusive la compra de aparatología y por qué no el arreglo de distintas dependencias del viejo edificio hospitalario. Hasta que la simple observación de la realidad dejó al descubierto una nueva necesidad: cuántos chicos ocupaban una cama pese a poder ser tratado por su enfermedad fuera del hospital. Muchos. Sin embargo, el estar internados era la solución al problema de vivir en un departamento alejado o el que sus familiares no pudieran solventar el viaje diario para ir y volver al centro de salud.

Así surgió la gran idea de la Casa Sahni en el 2005, a la que oficialmente le cortarán las cintas este viernes 18 de octubre. Será con un sencillo y simbólico acto, pese a que las responsables de llevar adelante semejante proyecto reconocen que "buena parte de San Juan debería estar allí porque la casa es de todos los que la necesiten y porque fueron muchos los sanjuaninos que de una y otra manera aportaron desde centavos hasta grandes sumas de dinero para hacerla una realidad”. Y no se exageran: este edificio ubicado en la esquina de Santa Fe y Avellaneda (a metros del hospital) está en pie y prácticamente equipado en su totalidad (faltan aún algunos aires acondicionados, algunos elementos de cocina y electrodomésticos, una silla de ruedas, 4 camas ortopédicas y la parquización) gracias al aporte de muchas empresas, particulares e inclusive al Estado que entre todos se sumaron al proyecto con distintas donaciones.

La casa en cuestión tiene 10 habitaciones con baño privado -para dos personas cada una (un niño y un acompañante femenino, ya sea su mamá u otro familiar que serán derivados del Servicio Social del Hospital de Niños)-, un SUM (dónde habrá televisión, computadoras, rincones con juguetes), un comedor (que servirá de lugar de reunión para los talleres para grandes y chicos), una cocina, un lavadero, un ropero comunitario, entre otras dependencias. Y si bien está todo listo y reluciente recién podrá ser ocupada por sus primeros pobladores en un tiempo más ya que todavía falta conectar la instalación del gas. "No vemos el día que esta casa pueda serle útil a esos chicos que están enfermos y con muchas ganas de mejorarse. Nuestra idea es que aquí no sólo puedan sentirse cómodos sino además que se sientan felices. Por suerte ya no falta nada de tiempo para eso. Estamos en la cuenta regresiva”, dice convencida Liliana López de Pallucchini, quien está al frente de Sahni.

Ladrillo a ladrillo

Nobleza obliga decir que la construcción no fue sencilla. Demandó tres años hasta conseguir un terreno conveniente ya que el espacio que estuviera disponible tenía que cumplir como requisitos fundamentales con la cercanía con el hospital y tener las dimensiones necesarias. Finalmente se consiguió una esquina de más de 1000 metros cuadrados gracias a una donación de la provincia ratificada por unanimidad por la Legislatura Provincial. Recién entonces se pudo empezar a trabajar con los pies en la tierra: el arquitecto Gustavo García llevó a los planos el proyecto y la empresa ING regaló el cálculo de la obra.

Y justamente en este punto se inició un trabajo de hormiga: había que conseguir ayuda económica para poder hacer realidad la casa. Entonces lo que en principio fue un desafío pronto comenzó a ser una verdadera hazaña. Para eso, las chicas de la Sociedad Amigos del Hospital de Niños idearon una serie de visitas y eventos para involucrar a empresarios y particulares.

"De a poco se empezaron a sumar voluntades que acercaron dinero y materiales. Barrick, Semisa, Proyecto El Pachón, Urbino, Mapal, Hormiserv, Katsuda, Aluminios Carta, Meglioli Asesores de Seguro, Estisol, El Volcán, DIARIO DE CUYO, el gobierno a través de sus ministerios de Desarrollo Humano y Medio Ambiente, la municipalidad de la Capital, Páez Refrigeración, Ruiz Olalde, American Card, Industrias Metalúrgicas Jaime, Leonardo Siere, Jorge Lorenzo Furlani, Elio Azerrad, Energía San Juan, OSDE, American Cars, entre tantos otros hicieron sus aportes. Además se sumaron las personas que anónimamente eran nuestros socios o donaban centavos o cientos de pesos a nuestras cuentas y alcancías. Esto fue muy importante porque nos dio la certeza de que no estábamos equivocadas y podíamos con ayuda de todos hacer la casa”, agradece Débora Gallerano, otra de las integrantes de la ONG.

En octubre del 2009 dieron el puntapié inicial con los cimientos y a fines del 2010 tuvieron la obra gruesa terminada. "Hasta aquí nos alcanzaron todos los ahorros de la entidad pero nos quedamos sin plata. Entonces el 2011 lo dedicamos a hacer una fuerte campaña de recaudación y logramos los fondos hasta tener la obra terminada”, aseguran satisfechas por el trabajo realizado al que le sumaron la creatividad de artistas plásticos y diseñadores que voluntariamente eligieron un cuento o una canción infantil para reinterpretarla en las paredes de cada habitación. Sebastián Regalado, Cecilia Berra, Ezequiel Gil, Verónica Soler, Ivana Amaya, Yanina Aravena, Gerardo Ruiz, Emilia Breuss, Pedro Flores, Wanda Stordeur, Mariana Esquivel, Horacio Rodríguez, Matías Santiago, Cony Rodríguez, Flavia Pallucchini y Ana Valeria Cantalejo no solo le pusieron color sino además calidez a los murales.

Justamente esa es la idea que mantienen desde que empezaron a soñar la casa: quieren que sea un lugar para dar contención, tranquilidad y comodidad a los chicos que deben superar una enfermedad, la que sea (renal, cardíaca, oncológica, la superación de intervenciones quirúrgicas, etc). Aquí no habrá médicos ni enfermeros. Pero sí mucho amor para darles. El mismo que las motivó a hacer esta obra.