Rusia y China son dos enormes potencias mundiales que actualmente trabajan en conjunto con la clara intención de generar un puente de integración dorado entre sus diferentes ciudades. Este acuerdo tiene la clara intención de utilizar el oro como divisa de intercambio comercial, para desdolarizar las economías de ambos países y de esta manera basar su comercio en el mineral dorado, en rublos y sobre todos yuanes.
Para ello, China recientemente estableció un banco de compensación y liquidación de yuanes en Moscú, y a principios del mes pasado, el Banco Central Ruso abrió su primera filial extranjera en la ciudad de Beijing, para mejorar la comunicación entre las autoridades financieras de ambas naciones.
El año pasado, Sergey Shvetsov, del Banco Central de Rusia declaraba: “Los países BRICS son grandes economías con grandes reservas de oro y un impresionante volumen de producción y consumo de oro. En China, la negociación del oro se concentra en Shanghai y Beijing, en Rusia en Moscú. Nuestra idea es crear un vínculo entre estas dos ciudades para ampliar el comercio entre ambos mercados”.
Economistas internacionales indicaron que este movimiento binacional “no debería sorprender” si se tiene en cuenta que ambos países son los principales compradores de nuevas reservas de oro mes a mes.
En la actualidad, ambas potencias también coordinan los trabajos de un ambicioso plan de proyectos estratégicos que incluye la construcción de gasoductos y oleoductos y la operación conjunta de refinerías y complejos petroquímicos de gran envergadura.
Sin proponérselo, el acercamiento de Moscú con Pekín (otra megaciudad de China) produjo profundas transformaciones en el mercado petrolero mundial a favor de Oriente, socavando dramáticamente la influencia de las petroleras occidentales.
La alianza energética ruso-china se ha propuesto ir más lejos. Moscú y Pekín han hecho de sus intercambios de petróleo un canal de transición hacia un sistema monetario multipolar, esto es, uno que no esté basado únicamente en el dólar, sino que tome en cuenta a varias divisas y sobre todo, que refleje la correlación de fuerzas del orden mundial actual.
Según economistas internacionales, las sanciones económicas impuestas por Washington y Bruselas incentivaron a los rusos a eliminar el dólar y el euro de sus transacciones comerciales y financieras, pues de lo contrario, estarían demasiado expuestos a sufrir sabotajes en el momento de realizar operaciones de compra-venta con sus principales socios. Hoy en día, Rusia, realiza sus intercambios de petróleo con China en yuanes y en un futuro próximo se estima que igual lo hará la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), una vez que China lo exija. Otras potencias geoeconómicas ya han seguido el ejemplo que desde hace varios años vienen brindando Rusia y China, pues han comprendido que para construir un sistema monetario más equilibrado, la “desdolarización” de la economía mundial es una prioridad.
Hacia el petroyuan
Analistas internacionales indicaron que la hostilidad de los dirigentes de Estados Unidos y la Unión Europea contra el gobierno ruso del presidente Vladímir Putin precipitó el fortalecimiento de la mancuerna energética ruso-china. A su vez, este hecho no hizo sino incrementar la preponderancia de Oriente en el mercado mundial de hidrocarburos. La gran apuesta de Moscú y Pekín es el “petroyuan”, el instrumento de pagos de carácter estratégico que tiene por delante el desafío de acabar con el dominio del dólar en la fijación de los precios del oro negro.