Los lunes, su día oficial de descanso, son un respiro para su alma. Pese a que Franco Rossi aprovecha la jornada y ni siquiera deja descansar sus tijeras, se siente satisfecho por ir a cortar el pelo a los alumnos de la Escuela Hogar Apadim, un lugar donde conviven y aprenden personas con insuficiencia mental. Esta es la entidad que eligió en los últimos años para hacer un voluntariado personal, aunque en otras oportunidades lo ha hecho con los niños de la Escuela Hogar, de la Alas Argentinas en Rawson e inclusive en la ahora desaparecida Villa El Nylon.
Todo empezó cuando volvió de Córdoba a San Juan para acompañar a su mamá a sobreponerse de cáncer. Ella falleció pero le dejó como enseñanza su afán por hacer el bien y sin mirar a quien. "A mi peluquería venía gente que me contaba la realidad de esos niños y cómo les cortaban el pelo a las nenas como varones para combatir los piojos. Entonces yo me propuse ser útil y hacerlo de mi bolsillo sin pedir ninguna ayuda”, dice el peluquero que de este modo descubrió que de nada le servían los premios, los cursos en el exterior ni siquiera el haber trabajado con los máximos referentes del cabello del país, si no podía hacer algo por los demás.
"Esto a mí me hace sentir bien y sé que muchas personas hacen voluntariado como modo de romper prejuicios que no nos hacen crecer como sociedad”, argumenta su iniciativa de cada lunes del año.

