Los hacedores de la Fiesta Nacional del Sol llegaron a la conclusión que no había otro modo de celebrar la esencia del vino que con un festejo de vanguardia, desopilante y risueño, casi como un efecto embriagante y contagioso de la propia bebida. Eso es justamente lo que podrá verse el próximo sábado 25 de febrero, puntualmente a partir de las 22 (la transmisión televisiva a nivel nacional así lo impone) desde el Autódromo Eduardo Copello en Zonda. En exclusiva para Revista OH! de DIARIO DE CUYO, la directora general del espectáculo de la máxima fiesta sanjuanina, Irene Fereyra, además del ministro de Turismo, Dante Elizondo, adelantaron algunos detalles que el público podrá captar con todos sus sentidos justamente cuando llegue esa noche, la gran noche del "Vino argentino, bebida nacional”, tal como se la ha llamado.

El cierre de la fiesta será en tono de comedia. Siguiendo un guión escrito por Betty Sandez y Fabián Torres -dos expertos escritores de dramaturgia- habrá en el escenario mucho humor en todas sus versiones: con pasajes de ironía y grotesco, con chistes sencillos y metáforas, con gags (sin palabras pero con gestos), apelando al ridículo, lo ilógico y los personajes caricaturizados, animando objetos, usando utilería graciosamente exagerada, con parodias que le permitan tanto a quienes están arriba del escenario como así también a todos aquellos que vean la obra "reírse de sí mismos”, tal cuál lo definió Ferreyra, la cabeza de un equipo integrado por cientos y cientos de personas que hace por lo menos 9 meses que trabaja para darle forma a este espectáculo. Que sea una comedia es una novedad para la Fiesta Nacional del Sol ya que es la primera vez que se apela a este género teatral para este tipo de evento masivo.

Según contaron, el texto -tanto el hablado como el cantado- así como los efectos visuales serán fundamentales para entender la historia, por lo que será primordial prestarles atención durante la hora veintiséis minutos que tendrá de duración la puesta.

A diferencia de años anteriores, el foco de la obra esta vez no estará puesto en el teatro aéreo ni en solos de danza (aunque los bailes por supuesto estarán presentes de principio a fin), pero si será vital la música plagada de canciones y efectos sonoros que se pondrán a tono con la comedia. Ruidos y ruiditos (realizados con objetos inimaginables como una maquinita casera para fumigar, sillas e inclusive estornudos), gestos exagerados, melodías "que todos conocemos” serán algunos de los elementos para contar la historia que no se basará en recursos estrictamente históricos ni tampoco futuristas.

Tampoco habrá en escena -especialmente para todos aquellos que se han empecinado en comparar la fiesta sanjuanina con la celebración mendocina de la Vendimia- ni un atisbo del proceso que lleva a la uva a convertirse en vino, no se hablará de marcas ni de bodegas en particular. Si se vivirá como una fiesta la cosecha, se personificarán las virtudes del vino para hacer frente a algunas dolencias o patologías asociándoselo como un producto saludable, se actuará para demostrar que es una gran "excusa para reunirse, para compartir con alegría, un símbolo de unión”.

En definitiva, lo que los responsables buscan con la obra es entretener, divertir y por supuesto interactuar como nunca con el público, por eso en varias escenas habrá contacto directo entre los actores y la gente. Se lo invitará a responder, cantar, bailar, recibir objetos y aplaudir el logro nacional por denominar al vino como bebida nacional, un verdadero impulso para promover no solo al consumo sino para alentar a las fuentes de trabajo y todo el movimiento económico y básicamente cultural que genera este producto, según las palabras del propio ministro Dante Elizondo.

Vino viejo vs. vino nuevo

Un prólogo -muy bailado al son de erkes- que será homenaje a la "madre tierra" será el preludio de ocho escenas donde como ya se sabe Baco y Madre Cepa serán los protagonistas principales. Entre ellos se disputarán -con todas las armas y todos los argumentos- la propiedad de la fiesta que se desarrollará en un escenario de 60 metros de largo (dimensión equivalente a la de una cuadra urbana), que simulará el interior de una bodega enclavada en el corazón de la cordillera, dotada con barricas, cilindros de acero inoxidable, una cuba. Como extras habrá un segundo escenario, un panel de fondo donde se proyectarán diversas imágenes relacionadas con lo que se cuenta y hasta un tobogán donde los actores "jugarán” en distintos momentos.

Hasta allí llegará Baco, un semidios -por ser hijo de una mortal y un Dios- desde Grecia en una "nave” justamente la noche del sábado, enterado de esta fiesta que se hace en Zonda, en honor al vino. Vendrá con un objetivo: reclamar por la potestad de la celebración remarcando que él es, justamente, el Dios del Vino en el Viejo Continente, también conocido como Dioniso para los romanos. Aquí, se encontrará con Madre Cepa, definida por los autores y la dirección general, como la "madre de todas las cepas” y la "representante de todos los varietales", aunque tiene un claro sello de ser un tipo de uva típicamente sanjuanino -¿quizás Syrah? aunque nadie lo diga- que le pondrá un freno a todas sus ilusiones y aspiraciones. Ella le demostrará que en este país, obviamente con San Juan como protagonista, el vino es bebida nacional.

Para que eso ocurra, en el escenario se descorcharán distintas situaciones desopilantes.

Cada uno, Baco y Cepa Madre, tendrá su séquito. El personaje mitológico -interpretado por un reconocidísimo actor sanjuanino que trascendió los escenario locales- vendrá con unicornios y faunos, mujeres lujuriosas, entre otros acompañantes que defenderán su honor. La Madre Cepa será encarnada por una bailarina en escena, devenida en excelente actriz y con asistencia perfecta en todas las ediciones de la Fiesta del Sol. Ella será un personaje irreal, una reina muy seductora que protegerá los intereses de su lugar de origen. Ambos interactuarán con diversos personajes del mundo del vino, como la peronóspora (una enfermedad de la vid), el borrachín (ese bicho, similar al mosquito, que sobrevuela las copas de vino), un somelier francés, los animales de la finca, copas y botellones, entre otros.

Los nombres de los dos actores principales hasta ahora se mantienen en secreto al igual que el cierre del show, aunque sus responsables prometen una sorpresa (con sabor popular y que será la invitación para que todos los presentes se levanten de sus sillas y se contagien de la alegría que reinará en el escenario). Con ellos bailarán, cantarán y se adueñarán del escenario un total de 320 artistas, muchos acróbatas, zanquistas, malabaristas, bailarines de todos los ritmos y actores.

Es que en esta edición hasta los locutores oficiales -los que en otros años solo se limitaban a conducir la elección de la reina del sol- ahora entrarán en escena. Claro que se parodiarán a sí mismos, haciendo lo que mejor saben hacer: de locutores. Así Jorge Pascual Recabarren animará con su sello inigualable la Peña Internacional del Vino -una de las escenas donde participan celebridades de Europa-, ataviado como un gaucho moderno con bombachas pero de color metalizado y hasta con un cinturón de strass y piedras como remate de su vestuario.

Mientras que Osvaldo Benmuyal para que no queden dudas de su sobrenombre irá vestido de "Pajarito” con alas incluidas -el traje lo está haciendo su propio sastre- y Marcela Podda que haciendo honor a su apellido se pondrá en la piel de una sexy poda, "el terror de los varietales”, con un vestido y un peinado cargado de tijeras de podar, como no podía ser de otro modo. Ambos tendrán en sus manos la presentación de la Elección de la Parra Reina, otra escena donde se permiten parodiar y reirse de lo que ellos mismos hacen en cada Fiesta del Sol, salvo que esta vez, varietales del Norte, del Sur y del Centro competirán por una especie de sucesión de la Madre Cepa.

Ningún elemento quedará librado al azar, todo fue pensado, desde el vestuario conceptual -muchas piezas en telas y tonalidades que simulan la liviandad de un vino blanco ó la tersura de un tinto- hasta los efectos especiales.

De hecho, más allá de su permanente apelación, en el escenario no faltará vino. Como si fuese un laboratorio de una bodega, decenas de tubos de ensayos verán correr prácticamente durante todo el espectáculo, un tinto en su interior. Esa será parte de la escenografía, la cuál requirió la instalación de un depósito de más de 13.000 litros de agua coloreada que se reciclará permanentemente. Además vino -¡de verdad para tomar!- estará presente en una de las escenas en particular, la que lo muestra como el elixir de la salud y se desarrolla justamente en una salita sanitaria. Justamente será convidado al público en grandes copones dorados y luminosos.

Entre los efectos -los cientos que explotarán esa noche sin contar los fuegos artificiales- habrá cortinas de agua (lo que también obligó a armar otro depósito de 700 litros) para simular la torre de enfriamiento de la bodega, un despliegue de polvo de los matafuegos y hasta llamaradas de fuego aparecerán.

Semejante despliegue servirá para demostrarle al mundo que desde San Juan se brinda para celebrar que el vino es la bebida nacional argentina, a diferencia de otros países, con mucha experiencia y años de trabajo en materia vitivinícola.