En muchas religiones el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado. De hecho tribus y distintas civilizaciones han tenido uno de carácter santo alrededor del cual se reunían para entrar en comunión con Dios. Así es que el conocido árbol de Navidad de la comunidad católica que se arma cada 8 de diciembre en coincidencia con el Día de la Virgen, ha sido usado como símbolo de la unión del cielo y la tierra, recuerda la redención y se asocia con el árbol de la vida que lucía en medio del jardín del Edén.
También las tradicionales esferas que cuelgan de él tienen un simbolismo: los frutos del árbol vivo que es Jesús. Sus decoraciones recuerdan las gracias que el hombre tenía cuando vivía en el paraíso en completa amistad y las luces que se encienden y se apagan representan la luz de Cristo. Finalmente la estrella que se coloca en la punta del árbol representa la estrella de Belén que anuncia la redención de la humanidad.
Claro que si bien la evolución de la sociedad ha determinado cambios en su decoración, el espíritu se conserva intacto. Cada año se viste de colores, luces y estrellas que auguran lo mejor para cada familia. Más aún este año que el árbol vuelve a vestirse de rojo y dorado, tonalidades tradicionales de la época festiva. Pero esta vez, indican en Mix Urbano, se suma un árbol lleno de dulzuras (pelotitas que simulan ser golosinas y hasta cupcakes y otras exquisiteces), quizá guardando el anhelo de una sociedad más "dulce y tolerante". Aquí una serie de adornos que van más allá de lo material ya que simbolizan lo que se desea para la humanidad.

