Salir de picnic implica buscar aire libre, espacios verdes y comida liviana que acompañe el momento, y nada mejor para eso que un vino Rosé. Desde hace ya algunos años a esta parte hubo un boom de estos productos que son elegidos fundamentalmente por su color y su frescura. Es que los tiempos modernos trajeron a la palestra estos vinos elaborados a partir de uvas tintas, como la Malbec o la Syrah, que permanecen corto tiempo en contacto con su hollejo (luego se retiran) para lograr un rosado más o menos intenso, según lo que el enólogo y la bodega busquen.
Precisamente es ahí donde empiezan a marcarse las diferencias, porque algunos establecimientos los dejan apenas horas, otras un día; en regla general, pero será ese tiempo de contacto en el que llegará a adquirir más o menos color y tendrá, a su vez, mayor o menor cantidad de taninos y compuestos aromáticos. Esta variación estará determinada según el tipo de vino rosado a obtener. Una vez que se ha cumplido el tiempo estipulado de maceración, el mosto se deja escurrir para separarlo de los hollejos, y, por tal motivo, la elaboración sigue el mismo proceso que el de un vino blanco.
Muchos los llaman "vinos de una noche" o "vinos de un día", según el tiempo que se determine dejarlos, aunque aquí se puede decir que hay excepciones porque algunos llegan a las 72 horas de maceración.
No hay que olvidar que los hollejos contienen buena parte de los taninos y otros compuestos de sabor fuerte, y al retirarlos se obtiene un sabor más parecido al del vino blanco.
Las tonalidades varían según la variedad de la uva, el tiempo de maceración y los deseos particulares del elaborador. La variedad de colores es muy amplia, pero podrían clasificarse en sonrosado (blush), color guinda brillante, salmón, rosado, gris, rosa violeta, rosa frambuesa, damasco, guinda, piel de cebolla, entre otros.
Algunos vinos rosados despliegan un conjunto de aromas bastante intensos que ofrecen un toque frutal como así otros presentan toques florales dependiendo de la variedad de uva utilizada de materia prima.
La gran recomendación es que sea un vino del año, es decir que si se compra ahora sea 2011, ya que añadas anteriores pueden perder fácilmente su aroma, sabor y color.
La temperatura de consumo ideal es de unos 10 grados, levemente superior a la de los blancos (9º), por lo que se recomienda llevar la infaltable "heladera portátil” con suficiente hielo para que lo mantenga a temperatura hasta su consumo. Por las características climáticas de San Juan no hay que olvidar que retirado de un lugar refrigerado, en solo minutos sube de temperatura varios grados.
Muchos lo consideran un vino aperitivo, ideal para acompañar ensaladas -sobre todo aquellas que contengan carne, frutos de mar -como pescado, langostinos y camarones-, cítricos, hierbas y ajo -como la comida mediterránea-, y para acompañar peces de río como salmón y trucha. Del mismo modo es excelente compañero de los pancitos saborizados, ni hablar de la combinación con un soufle de calabazas y zapallitos o unos ricos sándwich con verduras.

