Los productores rurales, de cualquier rubro, tienen sus dichos, y muchas veces son más efectivos y reales que mil estudios científicos. "Cuando la bolsa de cebolla no vale, mal año para la semilla", dice uno de los refranes populares que circulan por el ambiente del campo.
Y es totalmente cierto, ya que ante la sobreabundancia de oferta de bolsas de cebolla, muchos dedican este bulbo a la actividad semillera, perjudicando a los verdaderos, auténticos y dedicados chacareros que se dedican -con exclusividad- a esta labor.
Veamos qué ocurre con el mercado interno (argentino) de semillas de cebollas.
Este año, con las tempranas o Valencianitas con precios malos, hablemos de 9, 10 y hasta 13 pesos por bolsa de 25 kilos, algunos confesaron que no les daba ganas de seguir trabajando, ante los altos costos internos y el mercado variable. Es que no hay una cifra o estadística real y segura que maneje los intereses de los productores y muchos plantan sus bulbos sin saber – a ciencia cierta- si luego venderán esa semilla producida con tanto sacrificio.
Las "tempraneras" como muchos las nombran a las de día corto se venden fundamentalmente en todo el Norte argentino con epicentro en la provincia de Santiago del Estero, como también en la región de Cuyo y en otras provincias con menor incidencia.
Y esto complica los mercados al no saberse cuánto se ha plantado con exactitud, la germinación real de esa semilla (cuanto saldrá con seguridad), qué rindes habrá, amén de perder un porcentaje cada año mayor por la incidencia climática. Todo es una nebulosa.
Asimismo, para el caso de las tardías o Valencianas, que con valores de 14-15 pesos por bolsa, aún se siguen retirando de los campos jachalleros en estos días y no atraen -para nada- a los chacareros a continuar en el negocio.
Subió a $17 y hasta 18, aseguró un norteño en una estación de servicio del departamento de donde proviene Buenaventura Luna. Igualmente, aunque suba un poco, sigue siendo un mal año.
"Está quedando cebolla en el campo", dijo a Suplemento Verde Rufino Velázquez, "porque no dan bien los números. Todo sube: la cuadrilla, la bolsa, el traslado, y al final, tanto sacrificio para salvar sólo unos pocos pesos".
Entonces algunos "entierran" (transplantan en términos técnicos) esos bulbos para que florezcan y den semillas, que se suman a las ya plantadas con anticipación, en cadenas programadas, de semilleros "de años", con clientes esperándolas, y con una tradición de décadas haciendo la misma labor.
Lamentablemente, el mercado interno de semilla de cebolla está colapsado, con una sobreoferta que causa una gran incertidumbre para los productores, tanto para los tradicionales como para los nuevos, que también esperan… vender.
A todo esto se han sumado algunas hectáreas que provienen del sector que hacía ajo, y ante los malos precios, cambió de actividad. También otros chacareros que hacían tomate y no pudieron instalar equipos de riego por goteo para lograr rendimientos altos y recién allí lograr una rentabilidad que les asegure el porvenir.

