Debemos tomar ciertos recaudos durante los meses más fríos del año con respecto a determinados hábitos para que las defensas y energía del cuerpo respondan adecuadamente. Las células del sistema inmunológico aumentan su actividad cuando reciben los nutrientes apropiados, que ingresan al organismo a través de la alimentación. Si el cuerpo recibe los nutrientes requeridos está en condiciones de levantar barreras y protegerse más contra las enfermedades, en especial, resfríos, gripe y otras infecciones.
Por eso, en invierno es importante poner más atención en hacer una alimentación saludable y variada, rica en frutas y verduras, con las dosis adecuadas de ejercicio físico y reposo. También es clave hacer por lo menos cuatro comidas diarias, en especial el desayuno, y mantener a raya el estrés, gran debilitador del sistema inmunológico.
Nutrientes para reforzar las defensas
Seis son los grupos de nutrientes que ayudan al cuerpo a controlar las agresiones de bacterias, virus y parásitos: las vitaminas (A, E y C), los minerales (zinc, cobre, hierro, magnesio y selenio), los ácidos grasos (omega 6 y omega 3), las calorías necesarias según la edad, la actividad física y la contextura, y las proteínas de alta calidad, como las que aportan la carne, la leche, la soja, el queso y algunas combinaciones de alimentos, como un
cereal con una legumbre.
Vitamina C. Se halla en altas concentraciones en frutas cítricas, frutilla, kiwi, melón, frutas tropicales (guayaba, mango, papaya), tomate, ají, crucíferas (brócoli, coliflor, repollitos de Bruselas), berro, espinaca, acelga. Conviene ingerir estos vegetales en cantidades generosas para asegurar la cobertura del requerimiento diario y evitar los catarros tan típicos de estas épocas. Para ayudar a la economía se puede elegir los vegetales de estación.
Conviene exprimir las frutas cítricas (naranja, pomelo, mandarina, limón, kinoto,
bergamota) y tomar el jugo inmediatamente para aprovechar toda la vitamina C, que se va perdiendo al contacto con la luz y el aire.
También es mejor cocinar los vegetales al vapor, con la menor cantidad de agua y durante el menor tiempo posible: esto reduce la pérdida de vitamina C que se produce durante la cocción. Se recomienda comer por lo menos tres frutas al día, una de ellas, cítrica.
Vitamina A. Se encuentra en forma directa en la leche, la manteca, el queso, el huevo, el hígado y los pescados grasos. Otro modo de obtenerla es a través de los betacarotenos, también denominados provitamina A, sustancias que en el organismo pueden convertirse en vitamina A. Fuentes de betacarotenos son las hortalizas de color amarillo, naranja, rojo y verde como zanahoria, zapallo, calabaza, ají, tomate, acelga, espinaca, brócoli, batata, etc.También se hallan en las frutas como naranja, mandarina, durazno, damasco, sandía, melón, papaya y mango.
Vitamina E. Es una vitamina que se almacena principalmente en el tejido graso y en el hígado. Mejora el sistema de defensa y protege al organismo de enfermedades infecciosas, neurológicas y cardiovasculares. Se encuentra en aceites de germen de trigo, soja, girasol, maíz y oliva, preferentemente prensados en crudo y sin cocinar, dado que la extracción de los aceites vegetales a altas temperaturas y la cocción de los alimentos destruyen parte del contenido de vitamina E. También se presenta en germen de trigo, semillas y frutas secas, en especial, almendras.
Ácidos grasos esenciales Omega 3. Están en los pescados grasos de mar (atún, caballa, trucha, salmón, jurel), nueces, aceite de soja y de canola, y semillas de lino y de chía. Los proveen, además, los alimentos fortificados con omega 3 (leche y huevos). Conviene almacenar el aceite en lugar oscuro para evitar la oxidación de las grasas.
Ácidos grasos esenciales Omega 6. Algunas células del sistema de defensas se fabrican a partir de los ácidos grasos omega 6, cuyas fuentes son aceites de girasol y maíz, porotos de soja, germen de trigo, semillas de girasol, frutas secas.
Zinc. Se halla en huevos, cereales integrales, germen de trigo, levadura de cerveza, mariscos, pescados, carnes rojas y de ave, hígado y frutas secas.
Selenio. Las mejores fuentes alimentarias son los pescados y mariscos, carnes rojas y de ave, cereales integrales, ajo, germen de trigo y levadura de cerveza.
Cobre. Micromineral que interviene en el sistema inmunológico. Las fuentes alimentarias de cobre son hígado, riñón, mariscos, legumbres, nueces, semillas, salvado de trigo, cereales integrales, productos con cacao y pasas de uvas.
Magnesio. Mineral importante para el funcionamiento de los sistemas nervioso y muscular. Participa en la producción y transporte de energía y refuerza el sistema de defensas del cuerpo. Sus fuentes son hortalizas de hoja verde intenso, frutas secas y semillas, cereales integrales, salvado, germen de trigo, legumbres.
Hierro. Presente principalmente en el hígado, el riñón y las carnes rojas. También se encuentra en frutos de mar, pollo y pescado. Algunos vegetales como legumbres, hortalizas de hoja color verde intenso, cereales integrales, frutas secas y deshidratadas, y del huevo.
Compuestos azufrados. Son un grupo de fitoquímicos presentes en ajo, cebolla, puerro y crucíferas. Contribuyen a mantener saludable la función inmune. Además podrían a ayudar a reforzar la detoxificación de compuestos no deseados para el organismo.
Probióticos. Son microorganismos vivos (bifidobacterias y lactobacilos) que generan anticuerpos en el intestino y mejoran el estado inmunológico del sistema digestivo, la mucosa de los bronquios y las glándulas mamarias. Los probióticos más comunes se ingieren en productos lácteos fermentados como los yogures. Estos nutrientes son además potentes antioxidantes que protegen al organismo del daño que causan los radicales libres, sustancias perjudiciales para la salud generados en el organismo por la acción del paso del tiempo, el estrés, la obesidad y otras enfermedades, la contaminación ambiental, el cigarrillo, los aditivos y los microbios, entre otros factores. Son partículas que aumentan el riesgo de envejecimiento celular, enfermedades cardiovasculares y desarrollo de cáncer.
Desayunar es la clave
Realizar las cuatro comidas principales es esencial para aumentar las defensas del organismo. Se debe poner especial énfasis en hacer el desayuno completo, con alimentos nutritivos y tiempo suficiente para evitar apurones.
Recordar que esta comida es la recarga de alimento después de muchas horas sin comer durante la noche. Aporta la energía y los nutrientes necesarios para comenzar la actividad diaria. Aumenta el rendimiento físico e intelectual. Mejora la memoria y la concentración. Contribuye a controlar el apetito a la hora del almuerzo. Protege la salud en la etapa de crecimiento, por lo tanto es importante que los padres adopten e instalen en la familia el hábito de desayunar. No crea que para mejorar sus defensas debe comer alimentos engordantes. Si usted está haciendo dieta para adelgazar, un desafío es aprender a consumir un volumen de comida normal, pero sin aumentar las calorías.

