El acné común es una enfermedad inflamatoria de la piel, causada por una infección bacteriana.
Las lesiones de esta patología se desarrollan a partir de una estructura denominada unidad pilosebácea, que está formada por la asociación de las glándulas sebáceas con el folículo piloso.
El acné vulgar es un trastorno crónico de esta estructura que ocurre principalmente en la cara, la espalda y el pecho, que son las áreas de mayor densidad de unidades pilosebáceas.
En esta afección se presentan una serie de secreciones excesivas de glándulas sebáceas que, combinadas con células muertas de la piel, bloquean el folículo piloso. En ocasiones, también aparece un defecto en el proceso de queratinización de la piel, que conlleva al derrame anormal de los poros del forro cutáneo.
Bajo el poro taponado se producen secreciones de grasa que proveen un entorno perfecto para la bacteria causante del acné, que produce una infección en el poro que excretará pus, provocando que el cuadro se multiplique descontroladamente. En respuesta, la piel se inflama produciendo la lesión visible.
La respuesta de la mayoría de las personas disminuye con el tiempo y el acné tiende a desaparecer o al menos mejora después de la pubertad; sin embargo, no hay manera de predecir cuánto tiempo tardará en desaparecer completamente y algunos individuos continuarán sufriendo acné durante décadas después.
Se desconocen las causas exactas del desarrollo de esta patología, pero se considera que es parcialmente hereditario. Además de eso hay varios factores enlazados al acné:
-Actividad hormonal, como los ciclos menstruales en la pubertad.
-Estrés, impulsado por las descargas de las glándulas suprarrenales.
-Glándulas sebáceas hiperactivas.
-Acumulación de células muertas de la piel.
-Bacterias en los poros, a las cuales el cuerpo se vuelve alérgico.
-La irritación cutánea o cualquier forma de rascarse que activará la inflamación.
-Algunos medicamentos.
-Exposición a altos niveles de compuestos de cloro.
Hay varios tipos de acné clasificados según su severidad en grados I, II, III, IV, y acné fulminans. En todos los casos hay lesiones que varían su intensidad y cantidad. En el grado IV además de comedones, pápulas y pústulas hay nódulos quísticos.
En el acné fulminans se le suma un compromiso general del organismo con astenia, fiebre, malestar general y adelgazamiento.
El abordaje del tratamiento siempre debe ser realizado por un médico dermatólogo, ya que la automedicación suele empeorar el cuadro del acné.
En función del grado se recetarán antibióticos, productos con ácido retinoico y/o corticoides.
Para el tratamiento de las cicatrices que deja el acné se puede recurrir a peelings y microdermoabrasión. Se precisan varias sesiones para ir removiendo las capas de piel lesionadas. Las cicatrices severas pueden tratarse con implantes locales de ácido hialurónico.

