En la década o años de oro del comercio internacional sanjuanino, Rusia y Ucrania ocuparon un espacio privilegiado entre los mercados de la oferta exportable de la provincia de San Juan. Unos U$S 50 millones adquirían ambas naciones a los empresarios locales. 

En el caso de Rusia, entre los años 2008 y 2011 demandaba de la industria vitivinícola uva de mesa por unos U$S 21 millones, en mosto o jugo de uva concentrados nos significó un ingreso de divisas por unos U$S 12,5 millones. También vinos a granel y fraccionados por unos U$S 5 millones y U$S 668 mil en pasas de uvas. Frutas de carozo, frutas secas, placas de vinilo tapas y tapones para alimentos y herramientas completaban entre otras partidas las ventas externas locales a importadores rusos. 

Ucrania, más pequeña en demanda, completaba las demandas externas. Este país del Este europeo era un importante demandante de jugo de uva concentrado o mosto, por unos U$S 7,7 millones. También nos compraba uva para el consumo en fresco por unos U$S 271 mil y vinos fraccionados y a granel por unos U$S 192 mil. Las compras se completaban con ferroaleaciones por unos U$S 2, 44 millones de este producto estratégico.

Rusia es hoy el país más grande del mundo en extensión, pero apenas poblado por unos 144 millones de habitantes, que deben alimentarse y abrigarse todos los días de su vida. Ucrania es uno de los países más extensos de Europa Oriental con unos 44,5 millones de habitantes. En materia alimentaria ambas naciones significan el 28% de la oferta de trigo y harina del mundo, el 19 % del maíz, el 78% del aceite de girasol entre otros cereales y oleaginosas.

Así como la paz beneficiaba a San Juan en particular y el mundo en general, esta guerra no sólo nos perjudica en costos de vidas humanas, sino en mayor pobreza, desempleo, menor salud y desarrollo sostenible para todos.