Árboles como fresnos, sauces, álamos, manzanos, etc. es decir aquellos perennes y gran cantidad de arbustos caducifolios, entre los que destaca el rosal, se plantan a raíz desnuda o limpia. Se tratan de plantas que se arrancan del suelo del centro de producción sin tierra en las raíces. Sólo se venden cuando están en reposo, por lo general desde finales del otoño hasta principios de la primavera. Son más ligeras, fáciles de transportar y económicas que las que se presentan con cepellón o en contenedores. Pero también resultan más frágiles y exigen comprobar que el sistema radicular sea fuerte, grande y sano antes de adquirirlas. Además es necesario plantarlas de inmediato para evitar que las raíces se sequen.

La preparación del terreno antes de plantar es la clave para que el resultado sea un éxito, tanto si es a raíz limpia como de otra forma. Es muy importante mullir bien el suelo, cavándolo para romper el manto superficial de la tierra, así penetrará mejor el fertilizante. Como abono, el mantillo y el estiércol son buenas opciones. Conviene preparar el terreno unas semanas antes de incorporar la planta. Se cava un hoyo lo bastante ancho y profundo para que quepan las raíces extendidas de forma holgada. Se recortan las raíces demasiado largas y las estropeadas con tijeras de podar. Se pone el ejemplar en el centro del agujero con las raíces extendidas de forma homogénea en el fondo. Mientras se sujeta la planta, se rellena con tierra enriquecida con materia orgánica. A medida que se va incorporando la tierra, se comprime hasta que el agujero esté lleno. A continuación se riega de manera copiosa y se incorpora un acolchado de materia orgánica descompuesta en un área un poco mayor que el mismo hoyo. Es fundamental evitar que el material toque el tallo de la planta.