Foto: Federico Levato
El café de los sábados a las 11 es una cita de honor y de amistad para los escritores. No importa el lugar -de hecho han pasado por varios locales que han funcionado como refugio de sus tertulias- ni el entorno. Importa el ritual de ese encuentro de fin de semana que convoca a los amantes de las palabras -convertidas en poesía o piezas literarias- para compartir sus charlas, sus reflexiones, sus lecturas y sus proyectos desde hace años.
Justamente un pregunta, tan inocente como desconcertante, uno de esos sábados fue el punto de ebullición de un libro, no sólo interesante a nivel literario sino un gran tesoro gastronómico que se convertirá en el primer trabajo colectivo de los asistentes a esos cafés sabatinos (vale decir que muchos tienen sus propios libros y otros autores comparten antologías entre sí). Fue Leonardo García Pareja, quién no tuvo mejor idea que requerirle a una de las escritoras del grupo, Marisa Cangialosi, la receta de las tortitas jachalleras. ¿Quién mejor que ella, alguien nacida en los pagos de Buenaventura Luna y la tierra de los molinos harineros, para recitar de memoria el paso a paso de un sabor tan tradicional? Lamentablemente, con la mano en el corazón, su colega tuvo que reconocer que no podía compartir los secretos de la preparación típica de sus orígenes, porque sencillamente jamás la había puesto en práctica. Eso sí, la situación le generó tanta curiosidad, según cuenta la protagonista que, no sólo conseguió una receta sino varias versiones.
La pregunta también abrió el debate sobre los sabores que tanta identidad generan. Y así, como quien quiere la cosa, fueron apareciendo en los sucesivos encuentros, nombre de platos entrelazados en árboles genealógicos y alquimias que fueron pasando de generación en generación, de mesa en mesa. Entonces otra de las concurrentes, Helena Escales, lanzó la propuesta, que fueron cocinando a fuego lento, de plasmar historias a partir de recetas de cocina.
Más de un año trabajaron para tener su ‘Historias Recetadas’’, el libro que acaba de salir de la imprenta.
‘La obra fue culpa de las tortitas jachalleras. Buscando como elaborarlas fuimos descubriendo que todos tenemos en nuestra historia familiar algunas recetas de abuelas o antepasados mas o menos lejanos que no deseamos que se pierdan porque, en definitiva, son una parte importante de nuestra propia identidad, dice Leonardo en el prólogo para explicar el proceso de rescate de recetas y la necesidad de darles ‘literaturidad con historias o poesías que las sazonen’’.
Aclaran los escritores, a través del texto de la contratapa del libro -que es obra de Helena Escales- que ‘estas historias no tienen efectos efectos adversos ni contraindicaciones, pueden recomendarse para leer antes o después de las comidas; sin embargo pueden producir adicción’’.
Los que cocinaron la idea
Son nueve los escritores que bucearon en sus propias memorias gustativas hasta encontrar esa o esas recetas que de una u otra manera marcaron su camino y que plasmaron en las páginas del libro, claro que también hicieron el trabajo colectivo de corregirse entre ellos y hacer sugerencias. También cocinaron cada plato para ilustrar las páginas.
Así Marisa Cangialosi, por supuesto que escribió un cuento con sabor a tortitas jachalleras, otro para los mantecados como relato de un viaje prometedor económica y amorosamente prohibido y uno más que está basado en el arroz con perejil que hacía su tía Josefina.
Helena Escales, oriunda de La Consulta en Tunuyán, al sur de Mendoza, pero que a los 9 años dice que ‘renació’’ en un San Juan de salitre y sol fuego, de Zondas, temblores, lamentos áridos y de uva, escribió el cuento para hablar de la humita en chala que hacía su mamá Pochi y que hoy ella repite para sus nietos. También comparte, textos literarios de por medio, la preparación del apple crumble y de la Buscatta, una especie de pizza con salsa con pimientos, ajo, queso rallado y aceite de oliva.
Para Ana Alicia Escudero, éste, fue su debut literario. Una de las hijas de Jorge Leónidas Escudero, que hace 6 años que volvió a San Juan luego de dos décadas de vida en Ushuaia, recurrió a la receta de flan de zapallo que preparaba su abuela. Como ella, Mariana Rodríguez Ruarte, también escribió su primer cuento sobre la mayonesa casera. En cambio, su papá, Francisco Eduardo Rodríguez, describió la ambrosía, con una particularidad única, en el cuento ‘Culpa de la receta’’.
Leonardo García Pareja, el ingeniero que no cambia por nada en el mundo a la posibilidad y la libertad que le da literatura, fue más que generoso al convertir en historia el paso a paso de la llamada pasta cu finocchio, que no es ni más ni menos que macarones con hinojos y sardinas y la de un mágico budín de pan.
Otra de las escritoras, Helida López, hizo canciones a partir de las recetas: con la del dulce de membrillo, que se hace en la paila de cobre a fuego lento, tarareó la zamba ‘La alegría de la casa’’ y gracias a la humita en chala, la única prepraración que se repite, la cueca ‘Vida buena’’.vida buena de las humitas en chala.
Nora Adriana Lucero fue la más prólifera: escribió historias que dan sentido a la peras de peras, al estofado a las brasas, a la sopa de letras y a un bizcochuelo con sabor a infancia.
Víctor Nobre -el orfebre y poeta que con ocho libros en su haber, falleció el año pasado- se animó por primera vez a narrar historias en forma de cuentos. Alcanzó a ver el borrador de ‘El heredero’’ donde comparte la receta de la mermelada de naranjas dulces y del arroz con leche con yemas de huevo, manteca y canela de Ceylan.
El café de los escritores
Así llaman, o mejor dicho se autodenominan, quienes participan de las reuniones para hablar de literatura, pocillo de por medio, cada sábado. La iniciativa, informal por supuesto, comenzó hace medio siglo atrás, según calculan, en las mesitas del ‘primer supermecado’’ sobre la calle General Acha pasando Córdoba. Se inició de la mano de grandes personajes, que tanto le han aportado a las letras desde San Juan, como Jorge Leónidas Escudero, Rufino Martínez, José Campus, Reyna Domínguez, entre otros que han pasado y dejado huellas. Hoy, son muchos los continuadores.
Un brindis, de por medio
‘Historias recetadas’’ ya tiene fecha de presentación. Será el próximo sábado 6 de mayo a las 19:30 horas en el Museo Franklin Rawson, con entrada libre y gratuita.
La presentación en cuestión será un verdadero festín: como primer plato se mostrarán algunos videos ilustrativos de lo que es el Café de los Escritores y justamente de la idea surgida en este ámbito para lograr que ‘Historias Recetadas’’ sea la primera publicación. El plato principal vendrá con Magdalena Puchulú, quien se ocupará de dar su visión literaria de este material. Ya la hora de los postres llegarán las actuaciones de la interpretación de los textos que hará la actriz Ana Heredia, la propia autora Helida López que le pondrá música y sonoridad al evento como también los integrantes del dúo ‘Vuelo en voz’’, Pablo Maldonado y Belén Ramet.
Ésta también será la oportunidad de ver de cerca e inclusive adquirir la primera edición de un libro que tan sólo tiene 300 ejemplares.
En memoria de los grandes
Cada 23 de abril se celebra en todo el mundo, el Día internacional del Libro.
La fecha tiene su razón de ser: justamente ese día de 1616 fallecieron Miguel de Cervantes, Williams Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega. También en un 23 de abril nacieron o murieron otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por estas coincidencias tan simbólica para la literatura universal fue la jornada elegida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje al libro y sus autores, y alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.
