La escuela ya había sorprendido con una incursión en nanopartículas de bentonita, pero ahora van por más con un desafío que contempla la investigación de nano partículas de grafito para aplicaciones médicas. Esta es la nueva motivación de Agostina Del Giúdice, Bautista Sánchez, Emilia Gazali y Santiago Vatt, miembros del Club de Nanotecnología de la Escuela Industrial Domingo Faustino Sarmiento, quienes trabajarán en conjunto con alumnos de sexto año de Electrónica (Marcos Buffagni y Francisco Tejada).
El objetivo será lograr una tinta conductora que contenga nanopartículas de grafito – grafeno, con el fin de armar un circuito conductor con ciertas especificaciones, es decir, que se pueda soldar y no se despegue cuando esté expuesto a intensidades en cuanto a su energía. El fin será generar aplicaciones que puedan ser utilizadas en medicina. “La tinta sería para armar circuitos que tengan aplicaciones médicas, que pueda llegar a generar impulsos eléctricos que puedan producir una estimulación muscular por ejemplo, iremos profundizando. Estamos en una etapa inicial, hemos comenzado a probar el tipo de materiales a utilizar como un carbón de Río Turbio y vamos a hacer una salida a campo para muestras de carbón de Pie de Palo”, explicó Graciela Illanes, profesora que coordina al grupo.
Según Illanes, el boom de las nanopartículas tiene que ver con cómo cambian la composiciones de los materiales cuando se reducen de tamaño. “Utilizaremos nano partículas de grafito o grafeno, ambos provienen del carbón dependiendo del tamaño, cuando se reducen los materiales cambian su comportamiento y se puede aprovechar ese cambio en ciertas aplicaciones”, explicó Graciela. Al ser carbono, el grafeno es un material compatible con el organismo, a diferencia de otros polímeros usados en las prótesis.
En cuanto a la investigación en nanopartículas de bentonita que inició el año pasado y que CUYO MINERO publicara oportunamente, la intención es continuar con el proyecto siempre y cuando consigan el equipamiento para medir las propiedades físicas de ese polímero y transformarlo en una película que permita evitar la putrefacción de la fruta, el eje de esa investigación.