Cintia Ridao/Fonoaudióloga y mucho más
Pura energía
Sería difícil calcular cuántas horas tiene el día de Cintia Ridao para atender pacientes con internación domiciliaria, ponerse al hombro un proyecto solidario destinado a personas con discapacidad, trabajar en el Centro de Rehabilitación Andalue, hacer trekking y otras actividades de montaña, tomar fotografías -su hobbie-, esto sin contar la demanda que implica tener cuatro hijos adolescentes y organizar el hogar. Sin dudas que las horas son las mismas que para cualquier otro mortal, el tema pasa por la energía que genera hacer cosas con el más profundo de los convencimientos.
Desde que se recibió de fonoaudióloga se dedicó a atender a personas con discapacidad, pero su dedicación la llevó mucho más allá de la asistencia profesional. Sentía la necesidad de sumarlos a la vida al aire libre, darles una mano para que pudieran hacer las mismas cosas que hace cualquier persona. Desde trekking en la montaña, carrovelismo, kayak, hasta salir andar en bicicletas adaptadas.
Esto que comenzó como un anhelo, un sueño, fue tomando forma hasta convertirse en la "Fundación Poli Poli", que acaba de ganar el primer premio Expo Solidaria de la provincia. Consiste en 300 mil pesos que serán destinados a la fabricación de bicisillas (la silla de ruedas va ensamblada y adaptada en la parte de adelante de la bicicleta).
"Poli poli es un proyecto que tengo en mente hace mucho tiempo, una amiga me empujó para llevarlo adelante, y en eso estamos. Una de las patas era hacer trekking con los chicos y gracias al Centro de Rehabilitación Andalue pude trabajar con quienes asisten allí y sus familias. La gente se quedó muy contenta y así continuaron las salidas. El proyecto es fundamentalmente inclusivo, participan todas las personas que quieran sumarse. Hacemos una o dos salidas al mes a las que van un promedio de 50 personas", relata Cintia, mamá de Agustín (24), Magdalena (19), Matías (16) y Paulina (13).
Cuenta que desde pequeña, cuando veía a un chico con discapacidad se preguntaba "¿por qué no ayudarlos a más? Y hoy, gracias a los valores humanos inculcados por mis padres a quienes les debo todo, aprendí que darse al otro y buscar que las cosas sean más justas sea un objetivo primordial de mi vida".
Desde aquella primera salida en agosto de 2016, han ocurrido muchas cosas, y seguirán ocurriendo porque Cintia no se detiene. Primero salieron con los chicos que no tenían dificultades motoras, pero pronto se sumaron los que usan sillas de ruedas o muletas, siempre con la ayuda de los padres y de un grupo de voluntarios. Todo está pensado, desde los circuitos en Rivadavia y Zonda, el seguro correspondiente, y todas las previsiones necesarias. Luego llegó el momento de hacer kayak, gomón y carrovelismo en Barreal, cosas hasta ese momento impensadas para las familias y los chicos que no cuentan con muchos recursos económicos.
A cada destino llegan con la ayuda de otras almas generosas que colaboran para que sea posible, y buscan nuevos voluntarios para sumar porque esta fundación sólo está conformada por siete colaboradores.
Las actividades sociales también están a la orden del día en cada salida, no falta la "choripaneada", las charlas y los juegos para seguir confraternizando.
Los hijos de Cintia, ya saben que su mamá "adora" este tipo de actividades, por lo que lejos de reclamar se han convertido en compañeros y muchas veces ayudantes.
A esta tarea extra y de puro amor, se agregan los pacientes con internación domiciliaria, la organización de su casa, el seguimiento de los chicos en la escuela y facultad, las actividades al aire libre en la montaña que practica desde hace diez años.
"Para poder cumplir con todo, hago uniones, mis hijos se suman y cuando tienen tiempo me dan una mano porque les encanta. Ellos están muy contentos con lo que hago y dicen que están orgullosos".
Grachi Moreno/ Secretaria y mucho más
Música por las venas
Grachi Moreno cuenta con todo lo necesario para pararse en un escenario y no pasar desapercibida. Desde su tupida y cuidada cabellera, su presencia escénica, hasta la potencia de su voz son algunas de las cualidades que ostenta como artista, y lo que la llevó a convertirse en la primera mujer del rock sanjuanino. Escenarios ganados con esfuerzo y trabajo, sin improvisaciones de por medio. El mismo brillo y compromiso que logró cuando decidió convertirse en mamá de tres chicos, seguir siendo coreuta, rockera, ocupar un lugar en la secretaría médica de la Clínica de la Ciudad, encargada de varios aspectos referidos a las personas en proceso de diálisis que esperan un órgano para mejorar su calidad de vida; o ser la voz del Ave María en un casamiento. Multifacética, pero sobre todo mamá, rol que no cambiaría por ninguna de sus otras pasiones.
A los 8 años ya cantaba en el Coro de Niños de la Universidad Nacional de San Juan y acumulaba instrumentos musicales junto a su hermano Domingo.
Luego pasó al Coro Pre Universitario, formó y conformó distintas bandas como "Gente Común", que comenzó siendo un grupo de música parroquial para luego pasar a los escenarios provinciales.
Mientras tanto, a la par, cargaba con otra pasión: el periodismo. Tanto que estudió Comunicación, hizo radio y televisión (Rawson Cable) por 12 años y se convirtió en mamá de dos varones y una nena. Santiago (23), Juan Pablo (22) y Valentina 13.
"Gracias a mis padres que nos fomentaron la pasión por la música, terminé siendo cantante, siempre me apoyaron porque cuando empecé a hacer rock no habían mujeres que lo hicieran acá en San Juan, pero gracias a Dios siempre estuve muy cuidada por mis compañeros músicos y por mi hermano que también estaba en la banda", cuenta Grachi, quien asumió su maternidad con la misma intensidad.
Sobre todo porque sus dos primeros hijos se llevan un año y un mes, con lo que eso implica como mamá. Pero nada la detuvo siempre fue por más y con la música presente en cada paso.
Siguió cantando en fiestas privadas, en casamientos se lució -y se luce- con el Ave María, hasta llegar al Coro Berutti que dirige María Elina Mayorga.
La música la llevó a lugares como Bahamas, China, entre otros, donde participó de festivales de coros. "En momentos como estos, los varones se pusieron la casa al hombro y cuidaron a su hermana que es mucho menor. Afortunadamente ellos siguen mucho mis pasos y no tengo reproches por esas cosas, al contrario", relata.
Como toda mamá, si bien los varones ya hacen su vida como adultos, es Valentina la que ocupa mucho de su tiempo. A quien lleva y trae al colegio, a la Escuela de Música, al coro (sigue los pasos de mamá), acompaña a su actividad acrobática en telas, entre otras.
A la par en la Clínica de la Ciudad trabaja ocho horas en forma continua, a lo que se suman las horas de ensayo en el coro, prepara la comida para el día siguiente, y todos los quehaceres que tienen las mamás en su casa.
"He asumido un gran compromiso con la Clínica y si bien tengo varias tareas, estoy también muy abocada a los pacientes con diálisis y a las listas de espera para recibir un transplante. Se ve mucho sufrimiento, gente con ganas de seguir adelante y otras no. Eso me compromete mucho más con mi trabajo", indica.
A nivel familiar sostiene que como toda familia "hemos tenido cosas buenas y malas, pero siempre hemos estado unidos".
Malena Eguizabal / Emprendedora y mucho más
Compartir experiencias
Malena Eguizabal está convencida que lo mejor que puede darle a su hijo es su experiencia como mamá trabajadora y creativa. Y tiene sobrados méritos para eso. Es que ella a sus 35 años está al frente de sus propios negocios, de los de la familia (ayuda a su esposo Cristian Vargas en su imprenta gráfica), además se capacita con miras a poder hacer docencia a partir de sus talentos, también se ocupa de todas las actividades su casa y lo que más disfruta: del camino que empezó a recorrer ni bien se enteró que Lautaro, su único hijo, crecía en su panza.
¿Cómo hace? Confiesa que es la pregunta que le hacen no solo quienes la conocen. Sencillo: tiene una organización mental y en la práctica que le permite asignar a cada minuto de su día una actividad. Cada jornada comienza levantando al chiquitín que va a jardín, a sala de 5. Lo lleva a la escuela mientras deja que la máquina imprima bolsas de cartón o descartables o artículos cotillón como las bolsitas de souvenir que Lautaro entregó en su cumpleaños. A su regreso, cuenta, ya tiene un buen stock esperándola para poder colocarle detalles como manijas o para doblar y darle forma a las bolsas para diferentes negocios, a la vez que carga el lavarropas y cuelga lo que ya se lavó, mientras corta con la guillotina otras impresiones, hace las camas, barre y sacude el polvillo en las habitaciones. Mientras limpia la vereda, dispone para empezar con los preparados para hacer objetos de cerámica utilitarios como tazas, mates, platos y bandejas (bajo la marca "Y los 4 elementos”), su otro emprendimiento paralelo al de el diseño gráfico, la fábrica de bolsas de cartón y la impresa de envases descartables para negocios (como cajas de pizzas, conos para papas fritas, bases para panchos). Ya se hace la hora de ir a buscar a su chiquito al jardín, entonces aprovecha para hacer las compras. La vuelta a la casa se divide entre cocinar con ayuda de Lautaro mientras charlan de las actividades y proyectan cómo será lo que resta del día, cuando generalmente todo se repite, claro que con una grata diferencia: madre e hijo comparten mesa de trabajo.
"Esta es la parte más divertida del día porque mi hijo es tan prolijo y tan observador que se prende en todo. Me ayuda a imprimir, a ponerle cordones a las bolsas, hasta hace su propia vajilla de cerámica imitando mi trabajo artesanal. De hecho, hace unos días hizo platos con forma de tortuga. Le encanta y ambos lo disfrutamos desde que era chiquito y me acompañaba en su carrito”, cuenta feliz quien además de 20 a 23 concurre a una escuela de Capacitación Laboral para tener un aval que le permita dar clases de cerámica. Claro que como a veces no tiene con quien dejar a su hijo, él también la acompaña y es parte de las clases para satisfacción de sus compañeros que por supuesto se alegran con la presencia y las incursiones del pequeño ante los profesores.
"Yo siempre fui muy activa y ¿por qué no lo iba a seguir siendo con un hijo? Soy una mamá presente y me encanta que él sea parte de todas mis actividades”, cuenta Malena que, además, aprovecha, cada ratito libre que le queda, para hacer unos minutos en la bicicleta fija u otro aparato del mini gimnasio que instaló en su casa desde que nació el chiquito.
Eso sí, con tanto trabajo y compromiso laboral -que por ser la propietaria y tener muchas de las instalaciones de la fábrica de bolsas de cartón, la computadora con que diseña, las máquinas de imprimir e inclusive el taller de cerámica en su propia casa, casi no tiene descanso- los fines de semana son exclusivo para disfrutar en familia, con su esposo Cristian y con Lautaro. Es cuando más aprovecha para salir a disfrutar del aire libre, andar en bicicleta, ir al Parque Faunístico. Y cargarse, de otras experiencias, tan válidas para la vida.