Muchas veces se escucha decir "estoy muy ansiosa/o", y pocas veces se pone en valor lo que verdaderamente eso quiere decir. También es cotidiano escuchar "tal persona es ansiosa, no para ni un minuto, no se sienta a comer o hace varias cosas al mismo tiempo". Entonces la pregunta que surge es ¿qué es la ansiedad?, ¿qué la provoca y qué puede provocar?, ¿cómo se puede revertir ese estado?. Daniel Castro, Psicólogo (MP: 613), indica cuales pueden ser algunas de las razones que la ponen de manifiesto y en qué caso un individuo necesita asistencia profesional para tratar este estado de inquietud de carácter difuso que normalmente la persona no puede explicar.
Cuando dos fuerzas psíquicas entran en conflicto, o cuando el organismo carece del algo, cuando perdemos el equilibrio, aparece la angustia. Esta es un estado mental, de incomodidad, que implica una sensación que puede ser vaga, sutil o potente, donde el sujeto siente que no está bien, que algo le falta. La ansiedad es un proceso donde el cuerpo vivencia y pone en acto la angustia.
Puede tener causas inconscientes, quizás generadas por un conflicto sin resolver, actual o del pasado, o por situaciones más conscientes como un conflicto moral que aqueja al sujeto, una decisión difícil de tomar. O simplemente por estar en un lugar que no desea o en una situación que se torna molesta.
Dijimos que la ansiedad es un proceso donde el cuerpo vivencia, pone en acto la angustia, y lo hace a través de palpitaciones, disnea, sudoración, dificultad para pensar con claridad, entre otros aspectos. Siempre que sea un estado mental hablamos de angustia. Cuando este proceso no se puede significar o simbolizar, es decir, cuando no se puede poner en palabras, o saber cuál es su causa, algunas veces, las personas depositan esta angustia en el cuerpo y ahí se convierte en ansiedad. Es una señal de alarma. Es lo que nos avisa que se ha roto el equilibrio interno, que algo no anda bien. Desde un pequeño suceso como dudar si uno cerró bien la puerta de calle, o temer rendir en una mesa de examen, o decidir cambiar de empleo después de años. Todos estos sucesos, pequeños y no tan pequeños de nuestra vida cotidiana, van rompiendo varias veces al día nuestro equilibrio, que reorganizamos a través de conductas y mecanismos defensivos inconscientes que nos ayudan a enfrentar la angustia y/o ansiedad. Por ello, la angustia podría ser mirada como una pista hacia el foco conflictivo a resolver. Es como la fiebre en la enfermedad orgánica, que es un signo de un desequilibrio orgánico. Si bien se debe tratar, pero es necesario revisar de dónde viene.
– Entonces la angustia ¿no debería ser ignorada?
En absoluto, menos aún cuando se vuelve elevada, constante y cotidiana porque es un indicio de que existen desequilibrios internos. Muchas personas huyen de la ansiedad automedicándose, que es un práctica cada vez más común entre los pacientes. Los ansiolíticos suelen ser los medicamentos más elegidos. Situación que además de peligrosa, por los efectos colaterales adversos que pudiera tener y a largo plazo, no resuelve de ningún modo un proceso que es de corte psicológico. Existen trastornos de ansiedad que se manifiestan como Ansiedad Generalizada, donde el paciente refiere que constantemente siente miedo a que algo malo pueda suceder, en su vida o a sus seres queridos, sin que exista causa conocida o posible.
Sí se puede producir por un desequilibrio en los neurotransmisores, por causas neurológicas, hormonales o metabólicas, entre otras, y en este caso serán los médicos quienes deban determinar la causa orgánica y el tratamiento a seguir. Pero cuando se trata de cuestiones psicológicas, es necesario trabajar en una psicoterapia la resolución y restituir el equilibrio.
Hay trastornos que se manifiestan como ansiedad generalizada, donde el paciente refiere que constantemente siente miedo a que algo malo pueda suceder, en su vida o a sus seres queridos, sin que exista causa. También pueden manifestarse como: Crisis de pánico, que tienen una duración de entre 10 y 30 minutos, son repentinas, sin causa alguna y el paciente refiere que tiene miendo a morir, a padecer un infarto, a perder el control, a volverse loco. Estas crisis poseen importantes concomitantes orgánicos, como disnea, sudoración, pueden tener pérdida de control de esfínteres, entre otros. Ambos trastornos deben ser tratados con tratamiento psicológico y psiquiátrico.
En el mundo moderno, la angustia ha sido desdeñada en su valor simbólico, como la puerta de entrada a la evolución y resolución de conflictos internos. Hoy la sociedad demoniza la angustia como algo que se debe apagar y desterrar denodadamente. Sin mirar, que muchas veces, esta señal de alarma puede ayudarnos a encontrar el camino para un vida mejor.

