Por Myriam Pérez
Fotos: Gentileza Fundación El Camino
Ser maestro en el sentido básico de significación es tener vocación de servicio, es ser ejemplo de los alumnos, es ser un guía que va más allá de la simple transmisión de conocimientos. Con este grado de compromiso un grupo de profesionales y estudiantes avanzados decidieron brindar desinteresadamente su tiempo para dar apoyo escolar a alrededor de 40 chicos del Lote Hogar 27, ubicado en Pocito. Ellos son integrantes de la fundación "El Camino", único grupo local que infunde y lleva a la comunidad los valores jesuitas.
Para que esto sea posible en la cadena no deben faltar otras almas caritativas que ofrezcan un espacio. Así es como los sábados bien temprano, Gabriela Díaz y Manuel Espinoza, abren las puertas de su casa para ceder el comedor y parte de la cocina a los chicos del vecindario que llegan con sus cuadernos y su cartuchera a iniciar las clases de apoyo.
Gabriela recibe a Teresa Rodríguez, quien hace las veces de coordinadora, preceptora y amorosa mujer. Ambas esperan a los alumnos con un chocolate, cosas dulces y un abrazo bien dado.
Este gesto solidario no hace perder de vista que en algún momento podrán tener una sede propia para albergar a los chicos, con juegos y otras alternativas de entretenimiento y educación. Por ahora es la casa de los Espinoza la que los contiene con tanto cariño. A la par realizan gestiones a nivel municipal y provincial para lograr el tan ansiado salón comunitario.
Para lograr éste y otros objetivos, la fundación ha formado diferentes equipos de trabajo que no sólo se dedican a orar, sino a trabajar en las zonas con conflictos tal como indica la espiritualidad ignaciana. Laicos que entregan muchas horas de sus vidas a ayudar donde las necesidades abundan, reunidos en lo que ellos denominan Equipos de Formación Espiritual Cristiana -EFEC-. Cada uno de estos grupos conforman comunidades con diferentes apostolados -entendido esto como un servicio a la gente-, que va desde este tipo de ayuda escolar hasta apoyo a emprendedores productivos, por citar dos ejemplos.
En este caso, este EFEC está abocado al grupo de niños pocitanos que los espera cada sábado. "Son chicos que necesitan en primer lugar mucho afecto y luego conocimientos", asegura Teresa.
Mauro Aguilera (ingeniero agrónomo); Andrés Carrizo (estudiante avanzado de agronomía); María Antonia Miranda (profe de inglés y bibliotecaria); María Cristina Gómez (jubilada de supervisora y docente ); Sol Muñoz (estudiante de psicología); Nira Bogni (maestra jardinera), son las personas que actualmente van a enseñarle a los chicos las diferentes materias.
Para agilizar el trabajo y abarcar a todos los estudiantes hacen dos turnos, uno que comienza a las 9, al que van los chicos de quinto y sexto grado de primaria y los de secundaria. El otro comienza a las 10,45 aproximadamente y está destinado a los niños de primero a cuarto grado.
"Los chicos traen sus cuadernos para ver en que están más flojos. Advertimos siempre que la lectura es uno de los grandes obstáculos por lo que se pone mucho énfasis en eso. También las tablas les cuesta mucho, pero salen adelante. Nosotros estamos acá desde el año 2011 y hemos podido observar con mucha alegría que antes habían más repitentes y ahora el número ha bajado. También se ha logrado que vengan con muchas ganas de aprender y que algunos padres se acerquen para ver su evolución", dice Teresa con mucha satisfacción.
El proyecto es aún más grande ya que no sólo aspiran a tener un espacio físico propio sino que ese espacio se llene de talleres y actividades para todo el Lote Hogar 27. Incluso ya tienen sillas, mesas, sillones, pizarrón, y libros para comenzar a armar una biblioteca.
"Nira se encarga de charlar con los chicos de valores, cuidados de su cuerpo, todo aquello tan necesario para tener una vida digna y sana. Mauro y Andrés instruyen en materias del secundario y Antonia es la que más abarca y da muchísimos temas. Sol es la más joven y aporta todos sus conocimientos en distintas áreas, al igual que Cristina quien no sólo es docente sino también supervisora jubilada. El aporte es enorme y si alguien quiere sumarse a este voluntariado siempre será bienvenido", indica Teresa.
Los voluntarios que llegan cada semana al Lote Hogar coinciden en que más allá de los conocimientos está el afecto que reciben cada semana. "Es cierto que les ayuda el apoyo escolar pero por tratarse de familias con problemas necesitan contención emocional. Nira se encarga de hacerlos trabajar con las emociones a través de la pintura, el canto y el juego. Les enseña a compartir lo que tienen y a ser personas de bien", afirma Mauro, ingeniero que se encarga de brindar sus conocimientos a los chicos.
Hace unos días los mismos voluntarios festejaron el Día del Niño con la ayuda de Radio La Voz, del ministerio de Desarrollo Humano y alumnas del Colegio Nuestra Señora del Transito. "Somos un grupo de personas que hacemos las veces de profesores en una comunidad que nos espera siempre. Es muy poco lo que uno brinda al lado de lo que se aprende de los chicos", destaca el profesional.
Todo un apostolado -como ellos mismos dicen-, que tiene como objetivo aportar un granito de arena para formar mejores personas que son las que hacen mejores comunidades.
Quienes quieran ayudar pueden comunicarse al teléfono: 154 68-4111
El origen
Irma Cáceres es la persona que trajo la idea de crear la fundación "El camino". La semilla
comenzó a germinar hace más de 30 años cuando viajó a Chile para conocer al padre Carlos Aldunate, un referente de la congregación jesuita que ella admiraba por sus escritos.
Con esa idea, hace ya más de diez años empezó a gestarse en San Juan esta fundación cuyo camino espiritual es el de San Ignacio de Loyola, padre de la compañía de Jesús.
Esta conformada por Equipos de Formación Espiritual Cristiana (EFEC), integrados por cerca de 10 personas cada uno que trabajan en diferentes aspectos sociales.
Irma es la presidente de esta entidad que funciona con referentes y coordinadores que van rotando en cada grupo.