El suelo es el sitio donde la planta emitirá sus raíces, buscando humedad y oxígeno para desarrollar sus tejidos. El desarrollo de las raíces, semejante a las ramificaciones que nos muestra el tronco en su superficie, adhiere la planta al suelo, haciéndola más o menos estable y permitiéndole crecer erguida. Los suelos sufren desgastes de los componentes de estructura que son vitales para el desarrollo de cualquier especie. Por tal motivo es que estamos en la época adecuada de una vez terminada la poda y limpieza del jardín, comenzar a tratar la tierra. También es tiempo de rellenar huecos o desniveles que se produjeron por efecto del agua.
Junto a los nutrientes, el agua y el oxígeno del suelo son los elementos más importantes para el desarrollo de las plantas. Cuando uno está presente en exceso, el sustrato carecerá del otro, ambos se alojan en el mismo espacio: los poros y las galerías, una inmensa red que se ubica entre las partículas sólidas. Éstas, a su vez, determinarán su cantidad, forma y cualidades.
Los componentes principales del suelo son:
Arenas: son las partículas más grandes y lisas que se pueden encontrar en el suelo.
Arcillas: están en el extremo opuesto se expanden y contraen con la humedad, el aire y el agua se ve limitada por la expansión. Estos suelos son sumamente eficientes para retener nutrientes.
Limos: se encuentran en el punto medio con respecto a tamaño de partículas y propiedades.
Correctores o enmiendas
Los correctores nos permiten modificar las condiciones del suelo. Existen correctores de textura (composición de partículas), de estructura (forma que toman esas partículas cuando se agrupan), pH y componentes químicos (nutrientes y sales). La mayoría de ellos actúan sobre más de un problema, ya que varias de las enmiendas también influyen sobre el pH y en la composición química del suelo
Arenas gruesas: Cuando deseamos más permeabilidad, solemos incorporar arenas. Esto es cierto, pero las que se usan en construcción son inadecuadas. En una mezcla adecuada, el volumen de arena nunca sobrepasará la tercera parte del total. Los dos tercios restantes serán de tierra negra y materia orgánica.
Perlita: Es un material altamente efectivo para aflojar los suelos, haciéndolos más sueltos y permeables. Es apto solo para macetas ya que aplicado al parque se dispersará con los riegos.
Materia orgánica: Es el gran moderador, componedor y mejorador de todos los suelos. Tiene lo mejor de cada uno: buena capacidad de retención de nutrientes y humedad, correcta permeabilidad y aireación. Además estabilizará el suelo evitando la erosión y será el alimento de los microorganismos, muchos de ellos necesarios para un mayor y mejor desarrollo de las raíces de nuestras plantas. También mantiene una temperatura con menores variaciones. Debemos tener precaución de no utilizar materiales con excesiva acidez (pH muy bajo) para plantas que no se adaptan a ese tipo de suelo.
Entre los materiales recomendados figuran: turba, resaca de río, humus de lombriz, pinocha, mantillos y los comportados.
Cal: Mezclar cal común con el suelo o espolvorearla sobre ellos provoca un agrupamiento de las partículas de arcilla, generando espacios de aireación y permeabilidad en los suelos pesados. Se la puede utilizar en cantidades moderadas para asegurar una mejor movilidad del agua, sin riesgo de que cambie el pH. Espolvorear cal sobre suelos que retienen humedad permanente, corrige este defecto en pocos meses.
Yeso: Es un sulfato de calcio que suele utilizarse tanto para bajar el pH en suelos alcalinos como para mejorar suelos con alto tenor de sales de sodio.
Los sulfatos en general (de hierro, aluminio o cobre) acidifican los suelos. Entre otros efectos aportan: hierro para las acidófilas, fungicidas de suelo a través del cobre. Pero en el caso del yeso, el sulfato de calcio se transforma en sulfato de sodio, más soluble y por lo tanto se lixivia (lava) con mayor facilidad a través de las lluvias o aguas libres de sodio.
