La minería no metalífera de la provincia sufrió un fuerte impacto luego de que el Gobierno nacional decretara el cese de las actividades por el protocolo de salud. Sin embargo, actualmente vislumbran una pequeña luz hacia el futuro por la vuelta de la obra pública y la reactivación del 45% de su actividad hacia fines de mayo. 

Diferentes fuentes del sector coincidieron que la rueda productiva y de pago se paralizó totalmente una vez decretada la cuarentena. “El golpe para los caleros ha sido muy fuerte. Salvo una pequeña porción de las cales que ya estaba destinada al tratamiento de agua (representa sólo el 3% de la producción total), lo demás quedó paralizado”, indicó Raúl Cabanay, integrante de la Cámara Minera de San Juan y referente del sector calero provincial. Pero agregó: “Con mucho diálogo pudimos encontrar pequeñas salidas como la exportación a Chile. A su vez, la mayoría de los productores han tomado todos los créditos y ayudas financieras nacionales para pequeñas y medianas empresas. Me animo a decir que el 80% de los caleros han solicitado o tomado créditos, incluso a tasa del 24% para poder hacer frente a los sueldos de los empleados, porque ellos son y han sido siempre el recurso más importante para esta industria”.   

Las cifras del sector calero local, principalmente asentado en el departamento Sarmiento fueron alarmantes. Durante el mes de marzo, los trabajos cayeron por debajo del 10% y en abril, las ventas generales se normalizaron entre el 25 y 30%. “Uno de los grandes interrogantes durante el parate generado por la pandemia era ¿para qué vamos a producir? ¿A quién le vendemos nuestros productos? Ahora comenzamos a respirar nuevamente, obviamente las inversiones que se emprendieron van a seguir paradas, pero con el alivio de poder al menos pagar los sueldos”, dijo Cabanay.  

En este contexto de ventas de cales, cabe destacar que la industria nacional de la construcción quedó paralizada luego de detectarse la cuarentena obligatoria, por lo tanto los productores caleros no tenían a quién venderle sus productos. “Nuestros clientes están con el mismo problema. Hasta que no se movilice toda la economía del país va a ser difícil retomar los niveles que teníamos antes. Esperamos que sea un año bastante pobre de demanda interna. Nuestra mayor expectativa es que la minería chilena no se detenga para mantener ese mercado, que es al menos una rueda que tracciona y que nos alienta a mantenernos”, comentó Raúl Cabanay. 

Y profundizó: “Es lo mismo que le pasa a muchas industrias, si la gente está temerosa y no compra autos, pues entonces la industria automotriz no va a producir y así se genera una situación de incertidumbre que estamos tratando de resolver entre las cámaras, los productores y el Gobierno”.

Los productores caleros de la provincia tuvieron una ardua tarea para adecuarse a los nuevos protocolos de bioseguridad establecidos a nivel nacional e internacional, ya que su primera actividad luego del confinamiento y la paralización del sector fue la venta de cales a Chile. “En lo interno, el sector tenía originalmente la preocupación normal de contagio que se generó una vez conocida la capacidad de este nuevo virus. Los productores se tranquilizaron bastante con todos los controles de salud que se establecieron. Tenemos estudios estrictos sobre cada una de las personas que va a entrar a trabajar. También capacitaciones permanentes en materia de salud. A su vez, internamente los productores no tiene miedo porque se han adoptado rápidamente todos los protocolos, no solo por la obligatoriedad sino porque somos concientes que lo principal aquí es mantener la salud de los trabajadores”, concluyó Cabanay.  

 

Chile, el gran consumidor

El vecino país nunca detuvo la industria extractiva del cobre durante la pandemia, la cual necesita una gran cantidad de cal para funcionar. Actualmente es el principal mercado de las cales sanjuaninas porque consume unas 400.000 toneladas al año, lo que representa el 36% de la producción provincial, que alcanzó en 2019 la cifra de 1,1 millones de toneladas. Sin embargo, el negocio de las ventas a Chile y el negocio del agua quedan reservados a las grandes empresas, excluyendo a los productores chicos.