Fotos: Colaboración Claudio Bustamante
 

Su forma, su circulación y la dinámica de su interior remiten de inmediato al interior de una colmena o un hormiguero.

También a los iglúes esquimales. Y sí, los domos no están lejos de estos refugios donde más allá de lo visual, permiten un modo de vida más aprovechable respecto de los recursos que la naturaleza pone a la mano.

Claudio Bustamante, porteño de nacimiento, sanjuanino por enamoramiento del paisaje pero un eterno nómade por naturaleza es un gran defensor de este tipo de construcción alternativa y sustentable. Pero no sólo eso, es el responsable que muchos de estos módulos habitacionales hayan empezado a reproducirse y multiplicarse a lo largo y ancho del territorio provincial (y nacional, por supuesto porque no tiene límites). Ya se pueden ver sus domos experimentales -en distintas etapas de construcción- en Las Tumanas, Médano de Oro, Pocito, Zonda y Santa Lucía. 

¿Por qué los domos? Dice que una vida natural es lo que lo impulsa a hacer de manera experimental los domos, "con los que busco obtener el máximo rendimiento de los materiales más básicos y simples. Un domo es aplicar la geometría armónica con materiales naturales”. Esa es la clave.

Para Claudio esta modalidad constructiva no es ni una moda, ni algo pasatista. "Desde mi percepción parte de una mutación de toda la especie. Como género humano estamos incorporando, lentamente, el sentido de que la estructura geométrica con los elementos mas básicos de la naturaleza, generan una menor huella de daño ecológico y a su vez nos posibilitan tener una casa super confortable y con características antisísmicas, en armonía con el entorno y a un precio justo porque permite ahorrar en materiales no sólo a la hora de construir sino además en el mantenimiento”, explica. 

Casas para todos

No hace falta tener mayores conocimientos de construcción para hacer un domo. Sí, es necesario, contar con ayuda o saber algunos secretos de los oficios ligados a la carpintería, la albañilería, la herrería. "La mano de obra es quizás lo que encarece un proyecto de un domo. Encontrar gente es lo más complicado. Pero todo se aprende. Además hay que tener en cuenta que un domo es una artesanía, es una casa que se hace artesanalmente”, afirma, quien los empezó a levantar aprendiendo de otros curiosos, apelando a la lectura y a la formación autodidacta.

"Hoy por hoy todo es más sencillo. Hay sitios de Internet donde están los cálculos listos, en base a tablas que inventó su creador, el americano Buckminster Fuller, en la década del 50 aproximadamente. Allí uno pone el diámetro del domo que quiere y sale el cálculo de todas las piezas. Después todo es cuestión de poner manos a la obra y asumir que todo es un ejercicio de prueba y error”, cuenta.

No hay límites casi de ningún tipo para levantar un domo. Las dimensiones dependen de la cantidad de habitantes. Claudio ejemplifica que "son módulos que se pueden interconectar tanto a nivel del piso, por arriba o de manera subterránea, según el lugar dónde se encuentren. Se pueden hacer 6 módulos interconectados con uno más grande y es para una familia de 6 personas donde cada uno tiene su habitación”.

Según detalla, palos de madera, piedras, hierro, inclusive placas de un material o las de MDF impregnadas en aceites o en breas para impermeabilizarlas y hacerlas más resistentes son la base. El barro, la vegetación (desde ramas hasta juncos) y la cal viva son materiales nobles para incorporarlos en consonancia con el medio natural donde se levante. En San Juan, hace hincapié en darle solidez desde las bases a la estructura. Hay otros, especialmente en ciudades de Europa y Estados Unidos, que son más tecnológicos y usan vidrio, acero, plástico, entre otros elementos que en Argentina encarecerían la obra. "Aquí sí es válido soldar y unir o atar los hierros para hacerlas viviendas alternativas más fuertes ante los sismos. Inclusive el uso de cemento en un anillo que se hace en la base del domo, dónde se une la primera vuelta de material en relación a la tierra, es algo similar a lo que en Arquitectura llaman arriostre, que es un anillo de hierro y cemento que mantiene todas las piezas apoyadas y firmes”, aclara.

Ventajas tienen muchísimas: "un domo tiene un equilibrio visual, energético y de la distribución del aire único. Al ser una esfera el movimiento del aire es siempre circulante, produciendo una entrada por las zonas bajas y una salida por sus cénit o tronera, como tienen los tradicionales hornitos de barro. No hay que excederse en las entradas de luz y ponerlas hacia el norte en el hemisferio Sur y hacia el sur en el hemisferio Norte, para aprovechar el sol de invierno y en verano, un ambiente fresco dado por las entradas de aire lo más bajas posible. Incluso se puede usar la energía geotérmica con tan sólo conectar tuberías de aire que toman calor desde la tierra. Todo esto es puramente natural, sin mayores gastos de energía que lo necesario. El ahorro de materiales es otro beneficio ya que las paredes se transforman en techo y así se economiza mucho. Además la forma esférica tiene menos costo para darle firmeza que las formas cuadradas que ofrecen más fricción a los vientos, más reacción y más choque inercial cuando tiembla, en cambio lo esférico es una red. El ahorro en materiales puede llegar a ser un 10 ó un 20 por ciento del valor total de los materiales que se necesitan para una obra tradicional”, asegura.

Sí es consciente que en las ciudades es muy difícil hacer domos todavía. "Hay una cuestión cultural y una industria de la arquitectura que invierte mucho dinero. Pero algo va mutando. Estoy construyendo en una isla en Escobar y me los piden para terrazas por ejemplo, como un deck con maderas, plásticos o cañas o elementos livianos. Ese es un modo de empezar a cambiar algo”.

En primera persona

Claudio Bustamante nació en Capital Federal, pero en su infancia vivió en Famatina (La Rioja). Aunque volvió a la ciudad y allí pernoctó por más de 40 años, la fascinación por la montaña lo ató para siempre a esta zona. Tanto que se enamoró de San Juan sencillamente por venir a visitar a su mamá, cuando se instaló en Barreal. Ese recuerdo lo trajo de vuelta a la provincia. Nadie puede decir que para siempre, sin embargo es una posibilidad.

Conoció los domos practicando una meditación que consideraba al cuerpo como un elemento de luz, basándose en los dos tetraedros girando, una de las formas claves de la esfera geodésica. "Eso me hizo despertar a la conciencia que hay una geometría que, investigando supe que la han usado todas las grandes civilizaciones antiguas. Esa geometría es la misma que está en las moléculas, en las galaxias, en los componentes más básicos de todo lo que existe, entonces es un elemento para ser considerado más que nunca”, enseña.

Si vive en un domo, es la pregunta más que obvia. Con toda sinceridad contesta que no. "Ojalá tuviera mi domo. Viví un tiempo en el primero que hice en Las Tumanas. Pero lo dejé. Ahora vivo en una típica casa de adobe sanjuanina, que es una maravilla. Es de antes de los "70, lo que demuestra que no es cierto que el adobe se cae y se rompe. Ha pasado muchísimos movimientos sísmicos. Es así porque está bien hecha. De todos modos, estoy seguro que en mi camino, ya voy a encontrar el lugar y la comunidad para hacerme mi casita, en medio de la montaña, cerca de un río. San Juan me gusta un montón, Valle Fértil y Barreal son ideales para eso”, relata.

 

Claves

.Un domo es una estructura abovedada en la que predominan las formas curvas y los techos altos.

.Tienen alta resistencia a las fuerzas de la naturaleza, tales como terremotos, inundaciones, vientos.

.Tienen alta eficiencia energética del mundo. Un ahorro del 50% o superior en gastos de energía.

.Se construyen rápidamente y de forma económica.

.Tienen una gran longevidad y muy bajo mantenimiento debido a los materiales con que están construidos.

. Permiten reproducir aspectos de la naturaleza, como el cielo y las estrellas en sus cúpulas.
 

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