Tener un libro entre manos es como tener una reliquia. Antes del auge de la televisión, cine o plataformas donde encuentras todo con tan solo un clic, las personas buscaban refugio en páginas cargadas de historias, de aventuras, de narraciones. Hoy obsequiar un libro no es algo que se de a menudo, mucho menos ir uno por voluntad propia a comprarlo. También está la opción de descargarlo y leer desde el celular, pero utilizamos tantos aparatos a diario que a varios esa práctica les termina resultando incómoda o tediosa.
A lo largo de la historia de la humanidad se han escrito libros que se han vuelto en grandes clásicos, que han inspirado y brindado horas de diversión. Si te interesa leer algo, pero no sabes por dónde comenzar y no la quieres pifiar, te sugerimos algunos títulos.
1984 – George Orwell
Arrancamos la lista de sugerencias con un clásico de clásicos. Se trata de un ícono de la literatura del siglo XX. Su éxito radica en que introdujo elementos como la omnipresencia y nos hace reflexionar sobre el control que se ejerce desde el poder sobre los actos.
Los hechos se desarrollan en 1984 en una sociedad inglesa denominada por un sistema de colectivismo burocrático que controla el Gran Hermano. En ese contexto, Winston Smith intentará rebelarse contra ese control, la manipulación y el autoritarismo, ya que trabaja en el Ministerio de la Verdad, donde debe escribir la historia de manera que siempre coincida con los intereses y predicciones del partido que controla el país. La lucha entre el control absoluto y la necesidad de libertad se plasma en cada página del libro.
Matar a un ruiseñor – Harper Lee
Narra la vida a una comunidad del sur de Estados Unidos en la década de 1930, dominada por los prejuicios raciales, la desconfianza hacia lo diferente, la rigidez de los vínculos familiares y vecinales, así como por un sistema judicial sin apenas garantías para la población de color dominan las páginas de esta obra.
Gran referente de la novela moderna de Estados Unidos, esta historia te calará hasta los huesos, emocionándote a medida que vayas avanzando en la lectura.
Cien años de soledad – Gabriel García Márquez
Un título que no deberías, sino que tienes que leer es sin duda Cien años de soledad, ya que no solo es una novela legendaria, sino que seguramente una vez has oído hablar de ella, aunque nunca la hayas leído.
En las páginas se puede apreciar la historia de la familia Buendía a lo largo de 7 generaciones. José Arcadio Buendía fundó el pueblo ficticio de Macondo y allí es dónde las historias se desarrollan. La soledad, el realismo mágico y el incesto son algunas de las temáticas que se tratan en el libro. Sin duda una buena opción si quieres sumergirte en un buen clásico.
El jardín del Edén – Ernest Hemingway
Conocido como un genio adelantado a su época, Hemingway le regaló a la humanidad hermosas producciones literarias que elegir una sola es bastante complicada, pero El jardín del Edén es una de las más icónicas. Cabe recordar que se trata de una obra póstuma ya que, aunque terminada en vida, se publicó varios años luego de la muerte del autor.
Trata con una interpretación profunda, gran imaginación y una prosa vivaz sobre la complejidad del amor y de la creación artística a través de un atípico triángulo amoroso entre David Bourne, Catherine quien es su esposa y una joven que la misma mujer de David coloca en el camino de su marido. Cada página revela ternura y vulnerabilidad.
El retrato de Dorian Gray – Oscar Wilde
Para cerrar esta primera parte de sugerencia de lecturas elegimos este título que en su momento fue muy polémico, ya que la critica lo señalaba como satánico, corruto y corrosivo. Y hasta el día de hoy sigue despertando debate entre quienes lo leen.
La trama es tan sencilla como genial: Dorian es un hombre que desea permanecer siempre joven y bello, y que por el contrario sea su retrato el que envejezca. Seducido por un aristócrata cínico, Dorian disfruta del placer y los excesos, llevando a otras personas a la perdición. Se trata de una novela que se lee con facilidad, donde el culto a la juventud y la belleza, con sus consecuencias, siguen estando vigente de otra manera.