Desde septiembre del 2022, dos jueves al mes, un equipo de al menos cinco personas pasa por todo el procedimiento de requisa para ingresar al Penal. Esos cuarenta minutos en los que detallan todo lo que llevan, lo que van a hacer allí aparte de una revisación por un escáner, son la bisagra que les permite cumplir su objetivo. No van a visitar a un preso ni a nadie en particular. Van con sus herramientas a cuesta a dar "alas" para que quienes están alojados allí puedan "pensar en libertad", una meta quizás pretenciosa pero a su vez esperanzadora.

Justamente "Pensar en Libertad" se llama el proyecto que lleva adelante un grupo de estudiantes avanzados y egresados recientemente de las carreras de Abogacía y Trabajo Social de la Universidad Nacional de San Juan, en el complejo de presos de San Juan. Motivados por frases que ellos mismos decían o escuchaban en sus entornos -como la típica crítica al sistema penal por no lograr la reinserción social efectiva de los internos- es que propusieron hacer un taller que invite a la lectura, la reflexión y la escritura como punto de partida para mejorar su calidad de vida y tener algunos conocimiento útiles a mano para desenvolverse no solo en su realidad de encierro sino también una vez que logren cumplir sus penas.

Puntualmente la tarea voluntaria la llevan adelante Sector 4, en el que conviven personas privadas de su libertad del fuero provincial y federal, en algunos casos primeros ingresos. Todos son varones mayores de 18 años. Si bien los participantes van mutando por sus intereses o porque acceden al beneficio de la libertad, hay varios que asisten desde el primer encuentro, con asistencia perfecta. Algunos martes han concurrido 8 internos y otros han llegado a reunirse hasta 30. Para algunos este espacio ha significado leer un libro completo por primera vez o tener su propio cuaderno para volcar lo que les queda luego de cada reunión, aunque para otros y con una realidad más dura, ha dejado en evidencia que no sabían leer ni escribir. Por eso, para los voluntarios de este proyecto, la iniciativa es más que válida.
"Como muchas personas teníamos una crítica recurrente al sistema penal y de todo lo que tiene que ver con la cárcel, especialmente en lo que respecta a la reinserción social efectiva de quien está privado de la libertad. ¿Quién no ha dicho alguna vez que los presos salen peor de la cárcel de lo que entran o que salen para reincidir. Claro que decir eso por decir es muy fácil. Entonces planteamos que como estudiantes o egresados que trabajamos con personas, en diferentes circunstancias, podíamos aportar algo más que la queja y el estigma. Creemos que dar herramientas como una biblioteca y la posibilidad de educarse, de aprender a leer y escribir, entender lo que uno quiere lograr con lo que dice es necesario para que puedan reinsertarse, claro que no es una solución definitiva, pero es lo poco o mucho que tenemos a nuestro alcance", cuentan Agustina Abelin Molina y Pablo Pereira Samper, dos de las personas involucradas en este proyecto. Esta estudiante avanzada de Trabajo Social que cumple el rol de becaria en el proyecto -esto significa que ella es la que coordina y organiza al grupo- junto a este abogado recién recibido que es el co-director, hacen los talleres junto a Mariana Cabello, Camila Castro, Rocío Saavedra, Kiara Contreras (todas estudiantes avanzadas de Trabajo Social), Matías Germán Rodríguez Romero (abogado) y Erica Villegas (abogada, docente y directora de la iniciativa) y Melanie Anzor (estudiante avanzada de Abogacía).
Con estos conceptos fue que se presentaron a la convocatoria a proyectos de Extensión Universitaria y quedaron seleccionados entre las 30 propuestas a llevar a cabo entre uno y dos años. En este caso van a trabajar hasta febrero del 2024 y como contrapartida, reciben un pequeño financiamiento para solventar los gastos de traslados y adquisición de algunos materiales para llevar a cabo las actividades, como por ejemplo libros o insumos de librería.

Páginas de autoayuda
La sala de situaciones es el punto de encuentro. Hasta allí llega parte del grupo que le toca hacer el taller (se dividen para no ir todos), acompañados por un tutor y personal de Educación del organismo. En todos estos meses las actividades han ido cambiando permanentemente. Empezaron leyendo dos libros con muchos "mensajes". A algunos les costó más entonces les dieron nociones básicas -porque no son docentes- de lectoescritura. Otros presos que tenían más competencias educativas, fueron ayudándose entre sí, para llegar a la última página de "El Principito" y luego "El diario de Ana Frank", material que luego fue puntapié para proponerles hablar, reflexionar, escribir frases que les hayan generado inquietud y explicarlas. También han hecho pintadas, poemas escritos entre todos. El último jueves generaron una charla con los miembros de Liberté, una cooperativa literaria y de trabajo de presos de la cárcel de máxima seguridad de Batán, en Mar del Plata, con la intención de que les comentaran como se autogestionan para mantenerse cada uno y a sus familias.
"Esto es un trabajo en equipo, todos aprendemos algo, siempre. Pero fundamentalmente es un incentivo para que quien quiera pueda pedir terminar la primaria o la secundaria, por qué no la universidad, ya que en el Penal existe esa posibilidad. Es nuestro pequeño aporte. A veces nos preguntamos si lo que estamos haciendo sirve o no, y ver que vuelven por su propia voluntad cada martes, que traen inquietudes o que hicieron las actividades que quedaron inconclusas, entendemos que vale la pena, que tiene sentido", aseguran.
Reconocen que elegir el trabajo en el contexto del Penal no es sencillo, ni es para cualquier persona. Sin embargo, para estos jóvenes, este complejo contexto de encierro, fue una oportunidad. "En particular, los estudiantes de Trabajo Social estamos acostumbrados a trabajar con gente en espacios comunitarios, en uniones vecinales o barrios vulnerables o en hospitales, o en diferentes circunstancias sociales. Tenemos una práctica que nos obliga la carrera para recibirte pero jamás trabajamos en un contexto de encierro, no hemos ido nunca a una cárcel entonces lo tomamos como desafío y como posibilidad para derribar prejuicios y corroborar un trabajo muy humano y que se hace a conciencia realmente. En definitiva en el Penal hay personas que tienen básicamente los mismos derechos que todos, salvo el de la libertad, que están ahí dentro porque cometieron un delito o un error pero su realidad, en definitiva, es muy diferente a lo que se conoce desde afuera", argumenta Agustina, quien a diferencia de otros voluntarios, había tenido un contacto previo con la cárcel por ser miembro de una ONG nacional llamada "Pensamiento Penal" que entre otras cuestiones trabaja en comités de Resolución de Conflictos.
"Tenemos una regla básica y es que no nos involucramos ni preguntamos causa ni motivo por el cual cada persona está ahí. Nosotros trabajamos con la persona que está sentada adelante, independientemente de lo que lo haya llevado a cometer un delito en algún momento de su vida. Ellos saben que este es un "espacio seguro", tal como le llamamos porque salvo insultos o chistes internos que no se permiten, pueden expresar lo que quieran, siempre con respeto hacia los demás. Algunos dan sus nombres, otros también sus apellidos y sobrenombres. Algunos dejan traslucir sus historias personales, familiares, sus historias de vida, lo expresan en la escritura y la pintura, y en definitiva son vías de escape para pensar en libertad. Siempre decimos que pese a estar en la cárcel, hay algo que jamás va a quitar la libertad, y es la posibilidad de pensar, leer, reflexionar pero eso depende de cada uno. En definitiva, quienes no estamos entre rejas, de repente estamos en la calle pero presos del tiempo, de la rutina, del trabajo, de la facultad y creemos que estamos en libertad. La que tiene que sentirse en libertad es la cabeza y eso para ellos es una cuota de esperanza", detallan.
Como absolutamente todos los participantes leen en voz alta sus escritos y los comparten pero también están interesados en que las producciones que logran sean mostradas a otros, los voluntarios ya sueñan con hacer un libro o un blog con la recopilación de lo logrado en cada encuentro. También aspiran a construir una biblioteca, la primera de ese espacio, para que la lectura se instale para siempre.

Todo por la biblioteca
Uno de los pasos que dieron los voluntarios fue hacer una colecta de libros, abierta a toda la sociedad. La respuesta no se hizo rogar y hasta hubo una persona que les donó la biblioteca completa de su casa, es decir toda una pared llena de libros. Así pudieron llevar más de 700 ejemplares, que han ido utilizando o repartiendo entre los internos. De todos modos, como su objetivo final es dejar una biblioteca para el intercambio permanente necesitan más material de lectura. Inclusive piden elementos como maderas para hacer las estanterías, aparte de elementos de construcción para acondicionar un rincón para ello. Aquellas personas interesadas en hacer algún tipo de aporte al proyecto puede contactarlos por el perfil de Instagram del proyecto @Pensar en libertad.

La multiplicación de los libros desde la UCCuyo
El Voluntariado Universitario Papa Francisco y Práctica de Compromiso Social, dependiente de la Secretaría de Extensión y Relaciones Institucionales de la UCCuyo, coincidentemente también sueña con llenar de libros el Penal. De hecho lanzaron una convocatoria con la participación activa de alumnos, docentes, extensionistas para armar una biblioteca bien nutrida de manuales de estudio, entre otro material de lectura, según detalló la licenciada María de los Ángeles González, coordinadora del programa de voluntariado.
A la campaña de recolección con el lema "Dona un Libro cosecha Futuro" se sumaron el decanato de la Facultad de Filosofía y Humanidades de esa casa de estudios pero también autoridades de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de San Juan, dos colegios privados, la Dirección de Bibliotecas Populares y puntualmente la biblioteca popular de la Bebida, en Rivadavia. Entre todos buscan conseguir y aportar una serie de manuales escolares de niveles primarios y secundarios que sirvan para las clases que se dictan en el penal. También material de lectura universitario, libros de temas generales y novelas.

Para concretarlo además reciben donaciones de particulares hasta el 31 de mayo en la Secretaría de Extensión de la Universidad Católica de Cuyo, ubicada en Ignacio de la Roza 1516. Se puede llevar de lunes a viernes de 16 a 20 horas.
La idea con "Fortalecimiento de la Cultura del Encuentro y la Solidaridad" -tal como han denominado a la iniciativa general que incluye otras acciones- es "contribuir a la calidad de vida, cultura y el desarrollo humano particularmente del sector vulnerable de personas privadas de la libertad y dar una respuesta comprometida con el bien común de nuestra sociedad. Consideramos que las personas privadas de la libertad tienen una nueva oportunidad de acceder a la cultura desde una biblioteca abastecida con diversas temáticas que buscan enriquecer nuestras mentes y espíritus en un camino de superación personal y de búsqueda de un rol social positivo y constructivo. En este camino de encuentro y fortalecimiento de nuestra matriz cultural consideramos que las figuras de papa Francisco y María de Carmen Caballero Vidal -quien dará nombre a la biblioteca ya que fue una promotora de cultura en el Servicio Penitenciario- tienen un mensaje de esperanza acorde a las problemáticas que se desenvuelven en la tarea del Servicio Penitenciario. Nuestro Pontífice nos invita a la cultura del encuentro y a salir a las periferias existenciales hacia el encuentro con el otro", detallan desde la coordinación.
Por Paulina Rotman
Fotos: colaboración Agustina Abelin Molina y Pablo Pereira Samper
