Unos pocos años antes de la aparición del Ferrocarril en Cuyo (1885) fueron fundados los clubes industriales, inspirados en el de Buenos Aires. Estos clubes promovieron la actividad agroindustrial demandante de instrumentos y equipos producidos con metal. Primero se constituyó el Club Industrial de San Juan y luego el de Mendoza. Este último organizó exposiciones y exhibió en su local máquinas y herramientas de labranza, contribuyendo a difundir su disponibilidad con el propósito de emplearlas en distintas labores culturales.

En 1883 el Club Industrial de San Juan efectuó la primera exposición en la que el francés Juan Babié presentó una máquina para estirar alambres.

Entre 1885 y 1914 fueron numerosos los pequeños talleres metalúrgicos que acompañaron a las bodegas en el "brote" industrial regional, explica el investigador y catedrático Eduardo Pérez Romagnoli en el libro "La Región Vitivinícola Argentina". Muchos de los talleres nacieron para componer instrumentos y prestar servicios a las bodegas y destilerías industriales que empleaban bienes importados principalmente de Francia, Italia y Alemania. Algunos establecimientos comenzaron a producir piezas y equipos a partir de la imitación de los diseños europeos. Es que, además de una calidad en general aceptable de la mayoría de sus productos, los talleres aprovecharon las ventajas. Ellos proveían con rapidez partes y bienes terminados demandados por bodegueros, destiladores y en algunos casos por agricultores. Cuando faltaban piezas para permitir el funcionamiento de aparatos y equipos importados, se verificaba la importancia de los talleres metalúrgicos locales, los que suplían esas carencias. Además, el precio de los instrumentos producidos en la región podía competir con el de los bienes importados o los salidos de los talleres metalúrgicos de Buenos Aires y Rosario, ya que estos últimos se encargaban por el flete ferroviario.

Los trabajos de reparación eran diversos y no sólo atendían a la vitivinicultura sino además bienes de uso como estufas, braseros, cocinas económicas, industria de la construcción, cañerías para agua, rejas de ventanas, puertas, etc. Las carrocerías, que daban trabajo a carpinteros y obreros metalúrgicos, construían carros, carruajes y otros vehículos de tracción animal.

Fundados principalmente por inmigrantes, la mayoría de los talleres eran pequeños y técnicamente simples, con equipamiento escaso, donde trabajaban su propietario y uno o dos aprendices. El combustible que empleaban para hacer funcionar sus máquinas y herramientas era el carbón de leña y la leña. Algunos usaban carbón mineral importado de Gran Bretaña. Hubo talleres que empleaban energía hidroeléctrica para hacer funcionar turbinas, algunas producidas localmente, en esos casos los canales de riego actuaron como factor de localización de las pequeñas fábricas.

Hecho en San Juan

Juan Lauga fue un francés que en 1889 producía en su taller ubicado en capital, bombas moledoras para bodegas y arados. Este inmigrante desde 1870 estuvo muy vinculado a empresarios locales en varios negocios, ninguno de ellos relacionados con instrumentos o equipos metalúrgicos. Sin duda tuvo buen ojo, ya que fue un empresario que percibió las transformaciones de la vitivinicultura artesanal a la vitivinicultura capitalista, dirigiendo su inversión hacia la producción de bienes metalúrgicos. Su taller estaba en Concepción. En 1889 Lauga instaló la primera fundición de hierro en San Juan y fue el iniciador de la producción de prensas y moledoras de uva, además de incursionar en la producción de arados, rastras y carruajes. En 1895 tenía dos máquinas a vapor, 10 maquinas herramientas y ocupaba 15 personas. Era el principal establecimiento provincial al finalizar siglo XIX.

Según el libro "Impresiones de la República Argentina en el Siglo XX" de 1911, Luis Ugarte nació en Buenos Aires y desde muy joven se fue a España donde obtuvo importantes conocimientos y prácticas de mecánica. En 1885 llegó a San Juan para dirigir un aserradero que perteneció al vecino Benjamín Bates. En 1887 se estableció por su cuenta con molino y aserradero mecánico en Caucete formando después una sociedad industrial que giró con el rubro de Fernández y Ugarte y que trabajó hasta 1895 en ramos de molinería y aserradero.

A inicios de siglo XX Luis Ugarte, compró a Lauga su taller ya que estaba apremiado financieramente. Su establecimiento abarcaba talleres mecánicos, aserradero, construcciones metálicas en general, hornos de fundición, máquinas industriales y agrícolas, maquinaria para bodegas, construcción de carros y obras de carpintería en general y se convirtió en uno de los empresarios más destacados de la provincia durante esos años. Fue el primer taller en producir equipos para la vitivinicultura en continuidad, incluyendo prensas de diversos sistemas, moledoras, bombas, sistema Fafeur y otros instrumentos para bodegas, entre ellos carritos volcadores de uva y orujo. En 1904 cuando daba trabajo a 28 personas era considerado el establecimiento mejor equipado de San Juan.

Fundó en 1908 con José A. Segovia, Rogelio Fernández, Francisco Sabatié y Tomás Bates la empresa "Luz y Fuerza", la primera en dar energía eléctrica a la provincia. Fue distribuidor exclusivo de máquinas agrícolas de una empresa norteamericana y agente exclusivo de Agar, Cross y Cía.

Como podemos ver la metalurgia fue muy importante en la vitivinicultura floreciente que se gestaba en Cuyo.