La localidad jachallera de Mogna desde hace cuatro años es testigo de uno de los mejores testimonios de construcción de capital social para el desarrollo territorial a partir de ‘entretejer saberes’ casi olvidados de los pueblos originarios y antepasados en productos para exigentes mercados específicos de indumentarias y artesanías de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y otros mercados.
Así, la innovación social y la rotura del círculo de la pobreza y la marginación es real ‘desde el año 2012, un grupo de docentes y alumnos de la Universidad Nacional de San Juan, principalmente de las carreras de Diseño industrial y diseño Gráfico, llevamos a cabo un conjunto de acciones de docencia, extensión e investigación, principalmente en la localidad de Mogna, Jáchal, nucleadas en el Programa de Extensión Universitaria San Juan Artesano’, de la Facultad de Urbanismo y Diseño FAUD- de la UNSJ, comentó la responsable del proyecto, diseñadora Silvina Vázquez, junto a uno de los docentes participantes, diseñador industrial Leonardo Lissandrello.
El objetivo fue ‘llegar a comunidades vulnerables de la provincia, especialmente ubicadas en zonas alejadas del Gran San Juan, para pensar y desarrollar, en conjunto con los pobladores, acciones que permitan rescatar, perfeccionar y mejorar sus producciones artesanales, con foco en la valorización de la identidad cultural, en el diseño, en la capacitación, y en la comunicación de los saberes tradicionales’, indicaron.
El trabajo interdisciplinario, el diseño participativo y la necesidad de la inclusión de sectores históricamente vulnerables, acompañándolos y propiciando su autonomía, se constituyen en temas centrales de nuestro trabajo en territorio y nos plantea el desafío de analizar el modo en que se orienta a los grupos vulnerables, de deconstruir nuestras propias reglas apreciativas y las tradicionales redes de generación de valor y transformarlas para convertirlas en un espacio para lo diverso’ y vencer el desaliento para generar riquezas autóctonas en el lugar de origen.
Así, unos 15 docentes, alumnos avanzados de la FAUD y del colegio Central Universitario, se permitieron concebir junto a los lugareños ‘una universidad pública como el escenario que permite poner en valor los saberes populares de poblaciones vulnerables y articularlos como objeto de formación para los estudiantes. El proceso de aprendizaje nace de entender a la educación como una práctica social y cultural que constituye a la sociedad’.
‘Abordar, la escala de pequeñas poblaciones alejadas nos acerca al patrimonio cotidiano; muchas veces modesto, referente único e invalorable que hace a la sustancia primordial de las comunidades y conformadoras de identidad. Identidad, que permite fortalecer los saberes colectivos, la cultura de lo propio, valorizándolo, no como el conjunto de elementos estáticos sino como fuerza movilizadora del trabajo y llegar a exigentes mercados’, sentenciaron.

