Es el último paso. Y también el más importante y definitorio. Es que si los resultados son buenos, aquí se termina el año escolar. Sino, habrá que apegarse a los libros y hacer ejercicios aunque el verano invite a seguir de vacaciones. La situación de rendir exámenes a fin de año genera -en cualquiera de los niveles educativos que sea- estrés y ansiedad, por lógica. Tanto es así que en forma generalizada aumentan las consultas a médicos, psicólogos, psicopedagogos y también la concurrencia a institutos de apoyo escolar para preparar materias. No hay cifras concretas de semejante incremento pero en todos los casos se recurre buscando una ayuda para tener las energías suficientes y reforzar los conocimientos para aprobar la meta que hay por delante.
Según coinciden todos los profesionales consultados hay que hacer foco en el orden, antes de ponerse a estudiar. Ese es un primer paso fundamental.
Al orden al que alude la psicopedagoga implica tener un horario fijo de estudio -preferentemente en horas de la mañana-, respetando las horas de descanso necesarias. "Es fundamental acostarse temprano y no por ejemplo quedarse mirando televisión como si al otro día fuese feriado", dirá la profesional. En este sentido, el psicólogo Lucas Malaisi coincide y para hacer más concreta la necesidad de organización recomienda siempre a los papás
"Con los exámenes de fin de año o con los de diciembre hay que hacer un diagnóstico, tal como hace el médico: antes que nada saber cuántas materias hay que rendir, saber si a los chicos les gusta, si tienen facilidades, si la base es buena y cómo les fue durante el proceso educativo con esos temas. También hay que tomar un calendario y hacer una especie de itinerario u hoja de ruta. Cuanto más tiempo se tenga mejor, obviamente. Si bien cada caso es personal y depende con la rapidez que aprenda el chico, hay que calcular que entre la primaria y la secundaria, un estudiante puede revisar 1 o 2 temas por módulo de 90 minutos. Con los universitarios es distinto porque en general ya tienen maduros los conocimientos y se concentran con mayor facilidad", ejemplifica el docente Máximo Piaggio, quien está al frente de un instituto de apoyo escolar.
Bajar los decibeles
"Fuera de los exámenes corrientes, en general los papás se enteran de que sus hijos se llevan una o varias materias cuando llega la libreta y eso genera mucho conflicto y es muy estresante para todos. Pero hay que rendir e intentar pasar de año en las mejores condiciones posibles. Por eso a esta situación complicada hay que enfrentarla, desmistificando y distencionando lo que pasa. Hay que ocuparse del tema con razonabilidad", intenta explicar Piaggio.
"Hay que explicarles a los chicos que por la situación de examen pasamos todos y que no es algo terrible, sino que es un momento al que hay que dedicar un esfuerzo mayor. Es mejor que los chicos se relacionen con estos momentos desde un lugar positivo que desde la negatividad de lo obligatorio, que descubran el placer que genera hacer las cosas bien y dominar la tarea. Esto da autoconfianza
Para la psicopedagoga Nancy Medina otro modo de apuntalar a los chicos es no teniendo mayores expectativas que las reales. "Si al chico le costó durante todo el año, no hay que soñar con que se va a sacar notas excelentes a fin de año. Hay que ser coherentes para no presionarlos. Y más allá de esto, hay que ayudarlos, entendiendo que el estudio es un proceso, paso a paso y no apresuramientos de último momento. Por ejemplo, hay que ayudarlos a entender cada tema pero también a relacionar e interiorizar conceptos y pensamientos para que tengan una información total", agrega.
Una ayuda que no conviene
Muchos grandes -y estudiantes no tan chicos- piensan que una alternativa válida en estos días de exámenes pasa por buscar la "receta mágica" para aprender todo a último momento y creen encontrarla en pastillas o alimentos que ayudan a estar despiertos. Definitivamente no parece ser una buena idea.
Según el médico pediatra Jorge Castro -cuyos pacientes son en su mayoría adolescentes- lo mejor para pasar satisfactoriamente esta etapa es dormir las horas necesarias y durante la noche, alimentarse bien, hidratarse correctamente y no dejar de hacer actividad física aunque todas las energías estén puestas en el estudio. En cambio, asegura que no es bueno tomar ni café ni bebidas energizantes porque si bien ayudan a mantenerse despierto, no permiten fijar la atención.
"Hay dos situaciones con los estudiantes: los que están en la tercera etapa de la adolescencia es decir los que están finalizando el secundario y en los primeros años de la universidad que son los que en general no se quieren perder nada, entonces no dejan de ir a fiestas de egresados, despedidas, viajes de estudios pero a su vez, intentan estudiar.
El profesional se basa en trabajos médicos internacionales para asegurar que "lo mejor para el aprendizaje es
Hay un detalle que no es menor y que el pediatra rescata: muchos papás para no quitarle ni un minuto al estudio optan por suspender las actividades deportivas "y eso no está bien porque está demostrado científicamente que las personas que hacen actividad física rinden más desde el punto de vista de enfrentar el estres. En un examen es fundamental porque eso hay que darse los tiempos necesarios para estudiar y para hacer deporte que permite descargar energías de la angustia que provoca tener que ponerse a prueba o tener que dar una lección", dice convencido.
Estudiar sin tentaciones
Lejos de la cama, del celular, de la computadora conectada a Internet y de la radio son algunos consejos que les da el profesor Máximo Piaggio a los alumnos que concurren a su centro de apoyo escolar. Este ingeniero que está dedicado a full a "salvar materias" dice que hay que crear un ámbito propio para el estudio, alejado de las tentaciones y distracciones. Para ello, tiene que haber por lo menos silencio.
"Si bien es muy personal, lo mejor es estar tranquilo y sin cuestiones que alteren la atención, como ser los vecinos que los buscan en la mitad de la tarea o un familiar que interrumpe a cada rato. En estos casos son ideales los institutos, las bibliotecas, el buffet de la escuela o la universidad. Tampoco es aconsejable que el chico esté solo estudiando. Si tiene un grupo a quien consultar y con quien repasar es lo mejor que puede pasarles. Los demás le pueden marcar el ritmo si es medio distraído y entre todos pueden discutir temas, resolver inquietudes, tomarse los temas e inclusive alentarse al momento de entrar a rendir. Eso es positivo para el que le cuesta más y a su vez también es sano para el que más sabe porque es un modo de repasar y tener confianza", agrega Piaggio, quien es el presidente de la Cooperativa Enseñanza Integral.
Nancy Herrera desde su postura de psicopedagoga agrega un dato más: no hay que olvidarse de los tiempos de la atención del proceso neuropsicológico. "Hay que tomarse descansos cada tanto porque la atención según las teorías tiene un pico a los 20 minutos de iniciada la tarea y después va descendiendo, según generalidades. En el caso de los chicos con hiperactividad o atención dispersa, esos tiempos son más reducidos entonces los períodos de concentración son menores. Es bueno hacer recreos, tomar un respiro para después volver a engancharse en el estudio", asegura.
