La pregunta del millón de que fue primero: ¿el huevo o la gallina?, a esta altura de las investigaciones, al menos en lo que a farmacología hace, poco importa. Lo que sí interesa es la cáscara del huevo, que según el producto obtenido por una serie de investigadores argentinos -entre ellos un docente y la directora de la carrera de Farmacia de la UCCuyo- es el elemento básico para curar enfermedades óseas y articulares. Por ese medicamento, al que los autores prefieren llamar fitofármaco, nutraséutico o suplemento dietario (porque en realidad ayuda a prevenir), estos profesionales obtuvieron una mención especial en el último Congreso Farmacéutico Argentino y XIII Congreso de la Federación Farmacéutica Sudamericana, realizados a fines de octubre pasado. La distinción valió el reconocimiento de los colegas de todo el país, pero además de Brasil, Chile, Colombia, Uruguay, Paraguay, Venezuela y Canadá que se reunieron en esta oportunidad para debatir sobre los avances en las ciencias farmacéuticas y el ejercicio profesional para la seguridad de los pacientes, entre otros temas.

El único ingrediente de este medicamento es cáscara de huevo, lo que lo hace absolutamente natural. Ya hay un laboratorio que lo comercializa, la firma HochWertig. Y, según dicen los autores del avance científico -el profesor Lisandro Hergert y Martha Iturrieta, directora de la carrera de Farmacia de la UCCuyo- es una solución válida, efectiva y por sobre todas las cosas no invasiva para patologías como osteosporosis y artritis, entre otras.

"La falta de controles médicos, los malos hábitos alimenticios y nutricionales, el aumento de la expectativa de vida y la baja adhesión de los pacientes a los tratamientos actuales, no sólo por los costos sino además porque son muy dolorosos, han puesto a las enfermedades óseas y articulares en alerta epidemiológica mundial. Paralelamente se ha comprobado que ya no atacan más a gente de edad solamente, sino que hay casos en población cada vez más joven, inclusive niños. Esta situación ha llevado a la Organización Mundial de la Salud a promover estrategias de prevención y tratamiento pero también a buscar una respuesta farmacológica más natural y menos dolorosa para estas enfermedades muscoesqueléticas ó del sistema locomotor, especialmente cuando ya están declaradas. Esto es difícil de revertir. En cambio con este elemento que no tienen nada sintético ni mezcla de drogas ni hormona ni compuestos, se logró no sólo curar sino además prevenir", explica Lisandro Yamil Hergert, el papá de la criatura denominada comercialmente Ovilcalm, conocido genéricamente como "Putamen ovi" (cáscara de huevo micronizada).

Un largo proceso

Investigaron e hicieron pruebas durante tres años, para corroborar las virtudes minerales ya difundidas de la cáscara del huevo, la única parte del producto que se desechaba ó que tan sólo servía para relleno de calles. Hasta ahora. Es que se necesita un huevo grande para obtener 3 grageas de 110 microgramos cada una, la máxima dosis diaria que puede ingerir un adulto con problemas en los huesos.

"Por ahora sólo se ha trabajado con productores avícolas de Córdoba pero no descartamos abrirnos a otros puntos del país. Por ejemplo, sé que hay un empresario de San Juan, que tiene una panadería que utilizan 4.000 cartones de huevos diarios, interesado en este tema", comenta Hergert respecto de los proveedores de huevos, elementos que pasan por un proceso exhaustivo de desinfección y esterilización.

El promotor de la idea fue el propio Hergert, quien además de ser docente en la UCCuyo, dicta clases en la Universidad Nacional de Villa María (Córdoba) y es asesor del laboratorio de alta calidad pero interesado únicamente en obtener fórmulas naturales. El fue el nexo para conectar a profesionales -como la sanjuanina Marta Iturrieta-, con el laboratorio, con un emprendimiento que reutiliza los desechos alimenticios (sangre de vaca, cáscaras, etc) para convertirlos en materia prima para otros alimentos, medicamentos y fertilizantes y con un centro gerontológico de Córdoba.

"Fue una unión interesante entre privados y organismos del Estados, como ser la Universidad de Córdoba. Entre todos logramos el objetivo", recalcan los profesionales, cuyo innovación radica en haber encontrado el mecanismo para convertirlo en remedio (esto es micronizándolo, es decir moliéndolo en pequeñísimas partículas del tamaño de un micrón para que quede un polvo, similar a la maicena). Pero el equipo profesional también logró la ración exacta para curar las patologías y las cantidades diarias que se deben ingerir en los tratamientos.

"El producto tiene buena biodisponibilidad y tolerancia. Lo pueden tomar tanto grandes como niños y ya hemos comprobado la eficacia desde el inicio del tratamiento. Dicho producto está aprobado por la INAL (Instituto Nacional de Alimentos), un organismo dependiente de la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica)", agrega.

Todo sirve

A juzgar por sus componentes, la cáscara del huevo no tendría por qué ser desechada. Es que según explicaron los responsables del fitofármaco en cuestión, tiene en total 17 minerales y oligoelementos que lo convierten en una sustancia bioactiva.

De todos modos, que sea considerada basura, tiene un beneficio, y no es menor: su costo es bajísimo porque no es parte del consumo. "Nosotros buscamos la analogía de la composición del huevo y cuanto de estos componentes tienen la membrana y la cáscara. En este último elemento comprobamos que tiene carbonatos de calcio, magnesio, zinc, selenio, hierro que junto a los fosforatos e hidroxiapatita, las proteínas (colágenos, elastina, condroitinsulfato, ovocalcina, ovocleidina, osteopontina) y otros componentes (como glucosamina, ácido hialurónico, ácido siático y porfirinas) que lo hacen ideal para tratar problemas óseos", indicaron los profesionales de la UCCuyo.

El medicamento en cuestión ya se consigue en farmacias aunque todavía no es muy conocido por el mercado farmacológico. Le falta -y los mismos investigadores lo reconocen- toda la parnafernalia que da el marketing en estos casos. El frasco trae 60 pastillas -alcanza para estar medicado todo el mes- y cuesta 49 pesos. No tiene contraindicaciones pero sí un defecto: por tratarse de un elemento de base natural no tiene buen olor. De todos modos, eso no se nota porque se disimula con la cápsula gelatinosa que recubre al polvillo de cáscara de huevo. Y quizás, ese olor, sea lo que menos importa, siempre y cuando no duelan más los huesos.