Todavía hoy -y sobre todo sobreestimulado por estos días de plena argentinidad- hay un gran debate sobre la cocina argentina y la propiedad de las recetas. Los historiadores, autores de libros e inclusive cocineros se debaten entre sí existe o no una comida típicamente de este país. Algunos dicen que los indígenas fueron la fuente más preciada en cuanto a alimentación se trata, aunque hay recetas que aparecieron de la mano del gaucho, de la criada o de los caballeros de la colonia o los hombres de estos días, como por ejemplo el dulce de leche que se cocinó accidentalmente en la casa de Juan Manuel de Rozas o la salsa golf, muchos años más tarde (en la década del "20) por una mezcla fortuita en el plato del entonces estudiante de medicina y futuro Premio Nobel Argentino, Luis Federico Leloir. Otros, como el chef Carlos Echegaray -autor o mejor dicho difusor de muchas de las recetas que aparecen en este suplemento- opinan que la cocina argentina no sólo es el asado y las empanadas, las ambrosías y el chocolate caliente, sino además es una sana y suculenta conjunción con las pizzas y la pasta, el keppi y los niños envueltos, los knishes y el guefilte fish de la tradición judía, además de los muchísimos platos heredados de los gustos españoles, entre otros aportes culturales que llegaron de la mano de los inmigrantes ya que como buen crisol de razas, la Argentina se nutrió de todos estos sabores europeos, orientales e inclusive latinoamericanos para conformar un menú para todos los mediodías, las meriendas y todas las cenas.
Sea cual sea el origen, lo cierto es que en todas las épocas la comida ha sido la excusa perfecta para reunir a la familia en torno de la mesa, a los amigos en pos de un encuentro bien servido o sencillamente para disfrutar de un espacio común en la pareja.
Es que hablar de comida argentina -y mejor dicho, comerla- es involucrar a la historia y a la cultura pero además a la superviviencia de las tradiciones de décadas y décadas.
Lo importante es que un par de consejos y de ingredientes sirvan para motivar, a festejar alrededor de una mesa, pintada al menos para este mayo del 2010 con los colores, los olores, los sabores y las sensaciones del ser argentino. ¡Buen provecho y viva la Patria!

