Los vinos blancos, a diferencia de los tintos, pueden elaborarse con uvas blancas o uvas tintas, pero vinificadas en blanco, es decir sin contacto con los hollejos. En este último caso, se muelen las uvas y separan los hollejos inmediatamente, con el fin de que el jugo continúe blanco. De todos modos este dato -quizá para algunos curioso-, no será el motivo de la nota ya que se hablará de uvas de variedades blancas con las que se elaboran vinos de alta gama.

El proceso de elaboración de vinos blancos comienza, como siempre, con la cuidadosa cosecha de las uvas y su traslado a la bodega, en donde se procede a separar las partes leñosas de la uva y a molerla de la manera más delicada posible. A la salida de la molienda, el jugo y las pieles se enfrían para conservar una materia prima óptima y mayor presencia aromática.

Luego esta materia prima se transfiere a una prensa que extrae la casi totalidad del jugo, separándolo de las partes sólidas. Posteriormente pasa a los tanques de fermentación, estableciendo la diferencia con la elaboración de los vinos tintos, en donde se fermentan/maceran pieles y jugo. El proceso de fermentación se realiza a baja temperatura, permanentemente controlada. El tiempo de ese proceso varía según las intenciones del enólogo y las características del vino deseado.

Después se procede a la sedimentación, clarificación y filtrado, a fin de dejarlo transparente, aunque existen algunos pocos vinos blancos no filtrados, que demandan un proceso de sedimentación muy cuidadoso y prolongado. El resultado puede ser muy bueno y el vino tener aromas y sabores intensos que el filtrado se los quita, aunque puede suceder lo contrario.

El vino se embotella si se trata de un blanco fresco y joven ya que hay otros que se conservan en barricas de roble nuevo, con lo que obtienen aroma y sabor interesantes, a vainilla, banana, entre otras.

También puede ser que en algunos casos se realice una segunda fermentación maloláctica (transformación de ácido málico en ácido láctico) con el fin de suavizar la natural acidez de las uvas blancas.

Este proceso puede suavizar al paladar, dar sensaciones aterciopeladas, aromas lácticos como manteca, yogur, entre otros.

Una vez que llega el momento de comprar el vino, lo primero que hay que tener en cuenta es que sea del año ya que los blancos si son elaborados para ser consumidos jóvenes tienden a oxidarse con facilidad.

Claro que hay otros preparados para mantenerse más tiempo (madera mediante), que pueden ser consumidos luego de dos a cuatro años de haber sido elaborados y envasados, aunque pierden la frescura de los jóvenes pero destacan notas de madera y madurez distintos a los anteriores.

Los destacados

Dentro de los blancos que sobresalen en la provincia están el Viognier, Chardonnay, Torrontés, Pinot Gris o Griggio y Sauvignon Blanc.

Aquí un detalle de las características sobresalientes de cada uno de ellos.

Viognier: En San Juan se encuentran distintas características de acuerdo a la zona de procedencia de estas vides, pero se puede decir que a nivel de color presenta un amarillo dorado muy atractivo.

Es ideal para beberlo joven y fresco para encontrar notas florales y también recuerdos a aromas de duraznos y damascos.

En la boca es complejo y untuoso, gracias a su riqueza en glicerinas.

Chardonnay: Prevalen a la vistas los tonos amarillos verdosos y en nariz se destacan las frutas, sobre todo las tropicales, cuando es complejo huele a frutería o ensalada de frutas. En la boca también es sabroso. Si pasó por madera los aromas se profundizan y aparecen notas a vainilla, miel y manteca.

Sauvignon Blanc: Presenta un color amarillo verdoso, llegando a presentarse levemente verdoso con reflejos dorados, también depende de la procedencia. Sus aromas son muy característicos ya que la primera olfación suele presentar un fuerte olor a ruda y pomelo rosado, también se destacan los aromas a espárragos.

En boca suele tener una acidez notable, de gran personalidad y con sabores a pomelo rosado.

Torrontés: Por tratarse de una uva típica de Argentina tendrá un capítulo aparte. Por ahora se hará una descripción de la variedad Torrontés riojano que es la más difundida:

A la vista presenta colores amarillos ya sea verdosos o dorados y dependiendo de la zona de producción.

En nariz los aromas característicos son los de rosas, duraznos, manzanillas, clavo de olor, miel y en ciertos casos se hace presente el aroma a uva moscatel.

En boca presenta sabores a cáscara de naranja, duraznos y uva moscatel.

Pinot Griggio o gris (según el origen de las vides, si son de Italia o Francia)): Su color suele ser amarillo pajizo con destellos dorados.

Sus aromas son complejos pueden existir desde aquellos que recuerdan a frutas como así también algunas flores blancas como el jazmín (de enredadera).