Los momentos que están viviendo los productores de cualquier agricultura a la que se dediquen en nuestra provincia, son totalmente difíciles, ya que se puede palpar en un diálogo momentáneo o en una visita a finca o emprendimiento agroindustrial.
En las semanales salidas de los integrantes de Suplemento Verde de DIARIO DE CUYO a departamentos cercanos a la Capital, como también a departamentos alejados del sur y el cordón cordillerano que rodea el sector oeste de nuestra geografía, se puede detectar que el problema, ya excede -en muchos casos- el tema económico (motor de cualquier proyecto o idea a futuro), pasa por el tema social (con su fuerte incidencia en repercusiones a nivel de violencia, consumo de estupefacientes, robos, hurtos, etc) y finalmente llega a la parte psicológica.
Y ahí nos queremos detener. Es que en varias reuniones de campo, talleres de capacitación, charlas de presentaciones de aqroquímicos nuevos, conferencias de especialización en áreas finas de producción, investigación y comercio, la falta de presencia de gente de campo es notable; otra, la falta de atención de muchos de los asistentes también; por otro lado, la baja de jornadas de las que estamos hablando, también es creciente: no hay interés en mejorar, en prosperar, en buscar salidas a esta crisis que está minando las actividades que más destacan a la Argentina y a Cuyo: las agrícolas.
Por otra parte, esa psicosis a veces es individual, y a veces ya está siendo más grave cuando es colectiva, en casos familiares, también en grupos de producción, consorcios, cooperativas, asociaciones, etc.
La incertidumbre reina, la desazón impera. No hay interés, o fuerza, o una energía positiva que empuje a los productores hacia un futuro alentador. El momento es complicado y el desaliento se está tornando global.
