El investigador israelí Shimon Lavee, de la Agricultural Research Organization de su país, recomienda, que "frente a un planteo productivo industrial, habría que monitorear entre toda la gama de variedades disponibles en Argentina hasta detectar las que aporten más fruta y aceite de calidad".

Lavee, quien trajo a San Juan sus estudios sobre "Adaptación del olivo a nuevas zonas productivas del Hemisferio Sur", advierte que "no se puede tomar información de clima, suelo o riego de un paper científico y obtener conclusiones inmediatas de eso. Las variedades deben ser testeadas, pero en base a regiones, no a países. Lo ideal
afirma- es realizar pruebas piloto por 4 o 5 años con varias cultivares. En términos generales se pueden cultivar olivos en cualquier lugar con clima adecuado, de hecho se pueden lograr excelentes calidades de picual o barnea tanto en España como en Argentina. La pregunta es cuán eficientes serán en lo productivo y en calidad de aceite. Porque, si bien vegetativamente el olivo puede crecer en donde sea, en lo productivo es muy sensible a condiciones ambientales". De ahí la necesidad de las pruebas adaptativas.

Considerando los modos de producción actual, Leandro Ravetti brindó sus aportes respecto a la "tecnología para mejorar la eficiencia de la cosecha mecánica en cultivos modernos de olivo". "Si se tiene en cuenta que la eficiencia en la cosecha se define por la relación entre la fruta que es efectivamente cosechada y la fruta que estaba originalmente en el árbol, muchos aspectos deben ser considerados en simultáneo a la hora de decidir cuándo cosechar la fruta", comienza el especialista argentino afincado en Australia (Boundary Bend Ltd y Australian Olive Association).

"El momento en el cual las aceitunas tienen la máxima cantidad de aceite de alta calidad cambia según condiciones ambientales, características varietales y cantidad de fruta por árbol. Hay varios aspectos del diseño del cultivo que deberían considerarse antes de plantar, en vistas a mejorar en trazos generales la eficiencia de cosecha".

"El principal logro de la poda, por ejemplo, es mejorar la eficiencia de la canopia; los objetivos de podar árboles en plena producción son: generar altos rendimientos de alta calidad, estimular el crecimiento vegetativo de los brotes frutales, mantener una adecuada estructura del árbol, prevenir el envejecimiento de la canopia, eliminar madera muerta y mejorar la circulación de aire y la entrada de luz. La poda debería también apuntar a mantener la canopia en un tamaño compatible con el manejo económico del cultivo. Ciertos raleadores, cuando son aplicados en dosis, tiempos y condiciones correctas, pueden mostrar un efecto positivo, disminuyendo la retención del fruto y aumentando la eficiencia de cosecha. Asimismo -enfatiza Ravetti- un control continuo del trabajo realizado por los cosechadores es extremadamente importante a los fines de mejorar y/o mantener niveles aceptables de cosecha".