Competitividad. Esa es la palabra que maneja el campo actual. Y es lo que nos está haciendo falta a los argentinos en general.
El nuevo ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, declaró por todos los medios que lo atosigaron en sus primeros días de gestión que el principal objetivo de su gestión será ‘recuperar la rentabilidad del sector’. Muy claro en sus conceptos dijo que desde hace mucho tiempo falta diálogo con todo el sector agropecuario, y que ellos ahora van a trabajar distinto. Comentó que el rubro de la lechería tiene serios problemas, también la yerba, la manzana, la pera, el algodón, el trigo, el maíz, el vino y la lista sigue. Acertado, expresó que la baja de las retenciones dará un fuerte contenido de oxígeno al alicaído motor del campo.
A estas palabras y a todo lo que hemos escuchado en pocos días del nuevo gobierno aconsejamos a algo fundamental para cualquier funcionario de algún área de la producción, agricultura, ganadería, agroindustria, etc. Por más grande o chica que sea su zona, por más aislada o cercana al puerto que esté: instamos a que simplemente escuchen a la gente; sí, así de sencillo: escuchen a la gente que está involucrada día a día en cada actividad. Parece algo inocente, también simple. Pero de un buen diagnóstico surgirá el plan de mejora necesario para que Argentina tenga competitividad, la famosa palabra que durante años nos dejó afuera de los mercados mundiales. ¿Podemos volver ? Por supuesto. Tenemos un país rico, muy extenso, enormemente fértil, y variado en potencialidades, bendecido por la naturaleza, con climas, aguas y zonas diversas, con creativos, científicos, agricultores, jóvenes y… muchos más que pueden sumar para el futuro. No dejemos pasar esta vuelta.
